Festival del humor. El PSOE quiere ahora desalojar a los okupas en 48 horas. Comunidades socialistas aseguran que están pensando en anunciar bajadas de impuestos. Presidentes autonómicos del PSOE sorprenden a propios y extraños criticando el daño ambiental y económico que causan los molinos y placas de las renovables. Ya solo falta que algún socialista se anime a recortar el gasto público y tenemos al PSOE abrazado al fascismo, al facherío, y a la ultra-ultra-ultra-derecha. Por el amor de Dios, Sabina quería que todas las noches fueran noches de boda, yo quiero que todos los años sean años electorales.
Sabina quería que todas las noches fueran noches de boda, yo quiero que todos los años sean años electorales
El gran problema electoral del PSOE, y en cierto modo del PP, es que la política sin complejos de Vox está permitiendo abrir debates que antes nadie se atrevía a sacar a la palestra. Y muchos de ellos son de aplastante sentido común y conectan directamente con las preocupaciones de los ciudadanos, que aunque las élites progresistas no puedan entenderlo, no pierden el sueño por la subida de medio grado de la temperatura de la tierra, sino con que tienen bajo cero la cuenta corriente y el coche eléctrico aparcado en el garaje sin saber si lo podrán seguir cargando. Tal ves por eso el gran hit del verano playero ha sido lo de “yo nunca votaré a Vox, pero en eso tienen toda la razón”; que al menos yo lo he oído en no pocos votantes del PSOE y de Podemos, al hablar de soberanía energética, de inmigración ilegal, de contención del gasto, o de los okupas. Casi todo el mundo se mantiene indiferente cuando el Gobierno anuncia una tontería hasta que esa tontería le va al bolsillo, o al estómago, en el caso de Garzón.
El gran problema electoral del PSOE (…) es que la política sin complejos de Vox está permitiendo abrir debates que antes nadie se atrevía a sacar a la palestra
Por otra parte, la oposición está tratando de proponer soluciones a los problemas reales que tienen los ciudadanos, mientras que el Gobierno se ha pasado toda la legislatura tratando de solucionar los problemas que tiene el Gobierno. Cosas como la histeria medioambiental, el feminismo enloquecido de la Montero, o las bobadas del chiringuito de Garzón son irrelevantes, cuando no abiertamente perjudiciales para la economía de muchas familias, y han alejado tanto a la casta dirigente de sus votantes que es casi imposible que puedan movilizarlos en las próximas elecciones, si no ocurre nada imprevisto, asombroso, terrible e histórico, como casualmente sucede cada vez que la izquierda va a perder en las urnas.
Cosas como la histeria medioambiental o el feminismo enloquecido de la Montero (…) han alejado a la casta dirigente de sus votantes
A veces el mayor acierto en política es apostar por algo en lo que no crees. Esto funciona solo porque tenemos una inmensa colección de tontos con cargo público de gobierno, de modo que en la medida en que contradigan el revoloteo cansado de sus neuronas, aumentan las posibilidades de que hagan algo bien, aunque sea por error. Así, hace bien el PSOE en copiar propuestas de la oposición, por más que se haga trampas hasta en el solitario, que pretender bajar los impuestos en Aragón mientras el Gobierno central anuncia nuevas subidas es de una esquizofrenia fiscal considerable, aunque tal vez sea solo un homenaje a la salud mental, la empatía y la mesura del inquilino de La Moncloa.
Que una misma medida sea fascista si la propone Vox y sea justicia social si la propone el PSOE derrumba en un instante todo el discurso socialista de los últimos años
Que una misma medida sea fascista si la propone Vox y sea justicia social si la propone el PSOE derrumba en un instante todo el discurso socialista de los últimos años contra la derecha. No es que no supiéramos ya que toda esa verborrea etiquetadora y esos cordones sanitarios eran una estafa, es simplemente que resulta muy entretenido ver la cara que ponen en el telediario cuando defienden lo mismo por lo que meses atrás han insultado a voces a la oposición. Quizá incluso para la izquierda se cumple alguna vez aquello de P. G. Wodehouse: “Uno de los inconvenientes de la vida es que hay momentos en los que uno se ve obligado a decir la verdad”.