En la soledad de su despacho, José Manuel Rebolledo, director del periódico El Progresista, escuchó unas carcajadas que llegaban ahogadas desde la sala de juntas. Rebolledo, arquetipo de los directores de diarios de papel: un canalla desabrido, felón, malencarado, alcohólico, depresivo y divorciado, gruñó bajito, miró el reloj y supo que llegaba tarde a la reunión de portada. Rebolledo se levantó, salió de su despacho, zanqueó hasta la sala y abrió la puerta de un golpe, bramando: “¿Qué ocurre? ¿A qué vienen estas risas?”. Las carcajadas cesaron y se escuchó la voz aguardentosa de la directora adjunta, una rubia de ojos fríos de la que se decía que dormía enroscada bajo una piedra, decir: “Esta mañana, sin que hubiera una sola nube sobre el cielo de Madrid, un rayo cayó sobre el zoo, en concreto sobre la calva de un periodista de un semanario religioso llamado Alfa y Omega, sí, uno, que , eh, lo tenía por aquí, uno que se apellida Méndez, José Antonio Méndez, pero el caso es que no le mató, si no que al recibir la descarga, Méndez se trastabilló, cayó en el foso de los leones y aquí viene lo mejor, tenemos foto de sus restos parcialmente devorados… Podríamos titular: ‘Los cristianos vuelven a los leones’”.
Las risas en la sala duraron un par de segundos, lo que tardó director en gruñir: “¿No hay nada más?”.
La adjunta ahuecó la voz, levantó una ceja y contestó: “Pues sí, claro que hay más: han detenido en un aparcamiento de Bois-Collognes al lobo solitario que el lunes entró en el diario Libération y disparó a un fotógrafo y luego entró en la sede de la Societé Générale en La Défense y el viernes trató de hacer lo mismo en la sede del canal BFM”. El director dio una palmada sobre la mesa: “¡Eso sí que es una noticia de portada! Los medios tenemos la obligación de señalar a los elementos ultraderechistas que amenazan la libertad de prensa, baluarte del modelo democrático de convivencia, pilar del progreso y de la tolerancia que…”. Todos los periodistas hicieron un mohín y miraron al suelo mientras la adjunta carraspeaba:. Rebolledo achinó los ojos y preguntó: “¿Qué demonios pasa?”. La rubia, con la boca rizada por el comienzo de una sonrisa, respondió: “El detenido se llama Abdelhakim Dekhar, un musulmán francés de origen argelino que tenía contactos con anarquistas y con movimientos okupas”.
Rebolledo gruñó mientras notaba cómo la sangre se le agolpaba en las orejas. “Bien, pues vamos con lo del Méndez ese al que le ha partido un rayo. Lo del argelino, pues… no sé. ¿Hay foto buena? Seguro que no, pues nada, un suelto por ahí, ya buscáis el hueco, página par, abajo, ¿eh? Venga, a trabajar,
y menos risas…”.