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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Los políticos y la felicidad

17 de junio de 2015

En su libro The Next 100 years George Friedman, uno de los futurólogos más reputados de los Estados Unidos, nos dice que el porvenir a veinte años vista nunca será cómo lo imaginamos. Y tiene toda la razón. Quién nos iba a decir hace 25 años, cuando contemplábamos la caída del muro de Berlin y el colapso del socialismo real, que en el año 2015 las principales ciudades españolas iban a estar regidas por alcaldes comunistas. 

En mi ciudad natal, Cádiz, gobierna un simpático comparsista llamado Kichi que ha declarado que aspira a hacer de Cádiz una ciudad feliz. Manuela Carmena en Madrid ha dicho que las madres estarían muy satisfechas limpiando el colegio de sus hijos, al estar cerca de ellos y encontrarle sentido a lo que limpian… Estos dos pensamientos son una muestra de uno de los mayores errores del comunismo: atribuir al Estado la responsabilidad de procurar la felicidad a los individuos. 

En la vida existen muchas formas de ser felices. Cada uno tenemos la nuestra. Habrá madres que serán felices limpiando el colegio de sus hijos. Otras serán felices siendo médicos, pilotos de líneas aéreas o juezas, como Carmena. Incluso habrá limpiadoras que serán felices limpiando colegios en los que no estudian sus hijos y no quieran ir al paro para ceder su puesto de trabajo a una madre del colegio. El Estado (o sea los políticos) no es quién para decidir qué nos hace felices. Porque los seres humanos no somos infalibles y el juicio que hacemos de la felicidad de los demás siempre estará condicionado por nuestras preferencias y valores.

Por poner un ejemplo, Beatriz Jimeno, diputada de Podemos por la asamblea de Madrid, ha declarado que la heterosexualidad causa daño a las mujeres y es un instrumento de opresión del hetero-patriarcado-capitalista. Si en el ejercicio de su poder legislativo Beatriz Jimeno tiene como objetivo hacer felices a las mujeres, sería normal que dictase normas para protegerlas de los hombres… Para disgusto de la mayor parte de las mujeres que, afortunadamente para los hombres y para la conservación de la especie humana, no piensan como ella.  

Cada ser humano es responsable de la búsqueda de su propia felicidad. Los políticos deberían centrar sus esfuerzos en fomentar la libertad y la igualdad de oportunidades y en administrar los servicios públicos con eficiencia. En vez de obsesionarse en resolver los problemas de los ciudadanos, deberían proponerse no crearnos otros nuevos. Espero que, al menos, las molestias que los ciudadanos gobernados localmente por Podemos vamos a padecer, sirvan para alejar la posibilidad de que Pablo Iglesias sea el próximo presidente del Gobierno. 

Eso es algo que me haría inmensamente feliz.

 

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