Yo no sé ustedes, pero sigo muy entretenido con el ciclo «no lo conozco de nada, lo juro por mi madre», seguido del «cariño esto no es lo que parece» en el que está atrapado este gobierno adúltero. La ex ministra Maroto, alias navajita plateá, y Armengol, la presidenta del cubata, acaban de quedar como unas redomadas mentirosas. Unen sus nombres a los de tantos otros. Bolaños, Marisú, Ábalos, Koldo, aquellos que ridiculizaban a Aldama cuando dijo que tenía contactos con la CIA o los que negaron categóricamente que un personaje así pudiera tener acceso a la sede de Ferraz.
Prueben ustedes a contactar con estos ministros o sus jefes de gabinete como hacían los golfos con total normalidad. Llamen al telefonillo del PSOE para asistir a mítines o reuniones. Intenten comprar un coche de setenta mil euros, que su sueldo no permite, y paguen al contado más de cuarenta mil. Coloquen a su amiguita, si la tienen, en una empresa pública por encima de casi mil aspirantes, consigan que la empresa le permita acompañarle a sus viajes por todo el mundo con un sobre sueldo sufragado con mordidas o dinero público. Busquen financiación pública para el alquiler del apartamento de la chica. Repartan billetes de quinientos euros para pagar un hotel y los extras de masajes y champagne. O, ya de paso, intenten que todo un presidente del Gobierno les proteja manteniéndoles en una lista electoral y así seguir aforados mientras le investigan bajo tropecientos indicios de corrupción. Socialismo puro. Son una lamentable panda de golfos.
Los que legislan contra los bulos no paran de mentir. Los que quieren eliminar el efectivo pagan más de la mitad de un coche de lujo al contado. Debería existir alguna incompatibilidad. Sin embargo, ver a Sánchez disculpar al Fiscal General del Estado, que borró pruebas de que cometió un delito, es el sumun. Hay algo enfermizo en este personaje capaz de tanto. Pero también en quienes se dejan engañar por él una y otra vez.
Esta semana he escuchado otra comparación grandiosa. Para justificar la injustificable cátedra de Begoña Gómez hablaban de Mark Zuckerberg. «Porque hay que abrir las universidades al talento que viene de fuera esté o no licenciado». Menudo ejemplo de apertura, las universidades públicas españolas, sí. Qué talento el de la primera dama. Ya hubo una diputada sociata que comparó a Begoña con Freedie Mercury cuando, en realidad, se parece más a Imelda Marcos o la señora Ceaucescu. Lo contrario a lo que debería aspirar una feminista, pues debe todos sus logros al cargo del marido.
Esto se parece cada vez más a un derrumbe. Pero sucede de forma tan lenta que desespera. Llega la Navidad. Quisiera transmitirles algún mensaje de esperanza. Pero soy pesimista. Porque, con todo, la izquierda aguanta. El apoyo de la derecha nacionalista y unos fieles capaces de tragar con lo que sea dificultan el cambio. Estamos condenados a seguir en esta situación por bastante tiempo. Por ahora, los zurdos hacen bien el mal y los fachas hacemos mal el bien.