«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Luis López Guerra

24 de octubre de 2013

Lo más fácil para comenzar esta columna sería un “me cago en su puta madre”. Pero como mi madre, por mi actividad en los medios, ha sufrido muchas veces insultos parecidos y conozco la injusticia de lo fácil, dedico mi columna a él, a Luis López Guerra, y no a su madre. A lo que ha hecho y a lo que es. Luis López Guerra es el nombre de la indignidad. El ser vil que trabaja al servicio de sus intereses, de quien le nombró y no del Estado por el que tiene su puesto. Es alguien que, aunque le pase lo peor que pueda sucederle, jamás padecerá el sufrimiento que ha provocado. Siempre ocupará un lugar en el recuerdo de las víctimas. Para mal. Para el dolor. Para la ira. Para su vergüenza. Su decisión es el inicio de una realidad peor. Y por ello, muy peligrosa. Porque en analogía con lo que él juzga y sobre lo que opina, López Guerra es el nombre del jefe del comando Togas. Ese grupo de jueces que, al servicio de la política, están reventando los pilares de la democracia, volando la confianza en la justicia como si de la T-4 se tratara. López Guerra marca el ritmo de todos los cobardes que, con urgencia, se han reunido para excarcelar a Inés del Río. Esos que tardan años en dilucidar cualquier asunto pero que, cagaditos, lo dejan todo para liberar a la asesina múltiple. ¿Por qué tanta prisa? Porque para ellos la justicia es el instrumento de poder al servicio de los políticos que los nombran.

Luis López Guerra ha provocado, con su conducta y su voto, que en España haya desaparecido la justicia en materia de graves delitos. Su trabajo es menos sanguinario que el coche bomba del cuartel de Zaragoza pero mucho más doloroso. Ha exterminado la esperanza. Ha aniquilado la inocencia y la confianza de las víctimas en el bálsamo tranquilizador –que no reparador– de la justicia. ¿Si no hay justicia qué queda? ¿La venganza? Inés del Río no es la culpable de su excarcelación. López Guerra, con Zapatero, son los culpables de ésa y de todas las que vengan. No solos sino en compañía de otros. De los Gobiernos de González que, en vez de cambiar el código penal, montaron los GAL. Del Gobierno que deja en sus puestos a los esbirros de ZP y que no sabe moverse en los ámbitos internacionales con la solvencia que se merecen los españoles. ¿Acaso Rajoy deseaba que López Guerra le hiciera este favor para así cumplir con la hoja de ruta de ZP y seguir, como si no tuviera nada que ver, con cara de pasmao? Rajoy, para escarnio de todos, preguntado al respecto sólo supo decir “llueve mucho”. Se puede ser cobarde, pero no traidor y mezquino. De lo que pueda pasar los responsables tienen nombres y apellidos. Por acción Luis López Guerra y Zapatero. Por omisión González, Rajoy y otros

.
Fondo newsletter