«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Es licenciado en periodismo; doctor en Economía Aplicada y BA (Hons) en la Universidad de Essex (Reino Unido). Dedicado durante décadas al periodismo económico y de investigación trabajó para El País, Le Monde, Diario 16, Cambio 16, Le Soir, Avui, Radio Nacional de España y El Noticiero Universal. Fue el primer director de Intereconomía Televisión y también director editorial de Grupo Intereconomía. Entre otros premios obtuvo la Antena de Oro de la Televisión por Más se perdió en Cuba.
Es licenciado en periodismo; doctor en Economía Aplicada y BA (Hons) en la Universidad de Essex (Reino Unido). Dedicado durante décadas al periodismo económico y de investigación trabajó para El País, Le Monde, Diario 16, Cambio 16, Le Soir, Avui, Radio Nacional de España y El Noticiero Universal. Fue el primer director de Intereconomía Televisión y también director editorial de Grupo Intereconomía. Entre otros premios obtuvo la Antena de Oro de la Televisión por Más se perdió en Cuba.

La mano por el lomo

27 de noviembre de 2013

El noble pueblo español está convencido de que doña Leticia ha tenido un gran gesto con esa mujer que la increpó, haciéndole partícipe de su desgracia en tiempos de crisis. Yo también le agradezco el gesto, aunque debiera servir para que reflexionemos, tanto ella, como nosotros. Es verdad que aguantó el chaparrón y que la señora quedó más calmada por el tiempo que le dedicó la futura Reina de España. Yo no tanto, porque creo que esa complacencia con la desgracia ajena está bien, pero es insuficiente. No se puede decir a esa señora “Tenga usted paciencia” y luego subirse al Mercedacos y “hasta luego, Lucas”. Eso es pasar la maroma. Cuando alguien lleva un bolso de 6.000 euros y unos zapatos de otros tantos y un vestido de tres veces eso, está obligado a ser más sensible con el noble pueblo español si es que te paga el sueldo.

Ya sé que podía haber hecho como si la señora no estuviera allí. Es probable que otra, en su caso, le hubiera dedicado una sonrisa y ni siquiera la hubiera escuchado. Pero es que, doña Leticia, la crisis ha destrozado seis millones de biografías. Es que hay muchas familias que mandan a sus hijos a la escuela sin desayunar. Hay familias que viven de la pensión de la yaya. Y ahí es donde hubiéramos querido tener otro ejemplo de la familia Real. No voy a reprocharles el gasto, ni sus asignaciones decididas por los representantes políticos. Pero sí determinadas actitudes incalificables de su entorno.

Mire, esa señora de Valencia que la increpó, tal vez, podría estar atendida por los servicios sociales de la Comunidad Valenciana, si su señor cuñado –el duque Empalmado, Iñaki Urdangarín– no se hubiera llevado la pasta de todos en contratos al Instituto Nóos, para lavarla (presuntamente, claro) a través de Aizoon, con el concurso más o menos intencionado de su señora cuñada la infanta Cristina de Borbón. Ya sé que usted, doña Leticia no hace muy buenas migas con sus cuñadas. Se que alguna vez ha dicho por ahí que sólo hablan de pañales. Además familia tenemos todos. Pero lo que importa es que, mientras su suegro estaba de safari en Botswana, sin que nunca se aclarase quién pagaba; y su señor cuñado empalmado, mangando la pasta de los españoles, a un servidor se le hace patético que a Usted se le despierte la conciencia social y se ponga a escuchar desdichas y desdichadas a la puerta de los actos que tan dignamente protagoniza. De colega a ex colega, Leticia: ponte en mi lugar y seguro que me darás la razón. A unos la vida les sonríe –tu caso– y a otros no –digamos que el mío–. Pero es la vida, lo entiendo, aunque a los españoles que no llegamos a final de mes nos jode que, encima, nos pasen la mano por el lomo. Dicho sea con todo el respeto y cariño.

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