«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
(Santander, 1968). Jefe de Opinión y Editoriales de La Gaceta de la Iberosfera. Ex director de La Gaceta de los Negocios, de la Revista Chesterton y de Medios Digitales en el Grupo Intereconomía. Ex jefe de Reportajes en La Razón. Formado en la Escuela del ABC. Colaborador de El Toro TV y de Trece Tv. Voluntario de la Orden de Malta. Socio del Atleti. Michigan es su segunda patria. Twitter: @joseafuster

Biografía

(Santander, 1968). Jefe de Opinión y Editoriales de La Gaceta de la Iberosfera. Ex director de La Gaceta de los Negocios, de la Revista Chesterton y de Medios Digitales en el Grupo Intereconomía. Ex jefe de Reportajes en La Razón. Formado en la Escuela del ABC. Colaborador de El Toro TV y de Trece Tv. Voluntario de la Orden de Malta. Socio del Atleti. Michigan es su segunda patria. Twitter: @joseafuster

El milagro de toda una vida

17 de noviembre de 2013

Una noche de viernes de finales del siglo pasado, la abuela Marcelina entró a pasitos cortos en el salón donde su hija, su yerno y los tres niños, Paloma, Javier y Patricia, pulsaban botones del mando del televisor arriba y abajo, sin detenerse en nada. La anciana pasó por delante de la pantalla, se puso frente al reproductor de vídeo, metió una cinta que llevaba en la mano, se dio la vuelta y anunció que hoy tendrían una sesión de cine-fórum. “¿Qué es eso, abu?” –preguntó Patricia, la pequeña. Su yerno alzó una ceja. La doñita levantó una cuarta su nariz impertinente y dijo: “Vemos una película y luego la comentamos”. Su hija sonrió. Un minuto después, en la pantalla del televisor de tubo se vio a Julie Andrews girando como una peonza en la cima de una colina verde. Tres horas después, los niños habían aprendido varias hermosas lecciones: a las cabreras les gustan los cabreros, Austria no tiene mar pero sí Armada y los nazis son malvados, insensibles e idiotas. La semana siguiente, después de un encendido debate, los chiquillos aceptaron al fin que la relación entre el conejo Tambor y la mofeta Flor estaba condenada al fracaso.

 

Catorce años después, la abuela Marcelina le alargó al niño Javier una cajita cuadrada negra. Javier, 18 años y la sensación idiota de tener 24, sacó un disco metálico y lo puso en el reproductor de dvd que la abuela no sabía manejar. “¿Qué es, abu?”. Doña Marcelina sonrió y dijo que un documental de la BBC. Los nietos protestaron. Ella los apaciguó con un gesto de la mano: “Dura muy poco, menos de una hora”. Dos minutos después, la niña Patricia, 17 años, se levantó, pretextó un bostezo, dijo que estaba agotada y se encerró en su habitación.

 

A las cuatro de la mañana, la anciana se despertó sabiendo que algo pasaba. La mujer se levantó y recorrió el pasillo a pasitos cada vez más cortos hasta que oyó con su agudísimo oído de abuela un rumor en el cuarto de la niña Patricia. Doña Marcelina bajó la manilla, abrió la puerta apenas un pie y escuchó el llanto de la niña Patricia contra la almohada. Doña Marcelina cerró la puerta, desanduvo el camino, se sentó en su cama y también se puso a llorar, en silencio y durante el resto de su vida, rozando la amargura por haber dejado pasar tantos viernes sin ponerles a sus nietos un documental sobre el milagro de la vida.

 

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