La última visita del presidente de Argentina a España ha sido un jarro de agua fría encima de Sánchez y todo lo que representa. El cariño que le ha demostrado el pueblo madrileño de manera espontánea contrasta con un presidente del Gobierno silbado e insultado allí dónde se desplace dentro del territorio nacional. Sánchez será muy querido, muy votado y muy todo lo que diga, pero lo comprobable es que no puede ir a ningún lugar, ni siquiera a votar, sin encontrarse con la silba de turno y los gritos indignados de los españoles. Milei —como Ayuso o Abascal— son políticos que la gente aprecia, y lo demuestra de manera humana, próxima y esto no es opinable. Basta con ver las imágenes para comprobarlo. Sánchez, Marlaska o cualquier otro figurón de su gobierno precisan que la fuerza pública los aísle en una burbuja de seguridad, alejando de ellos a metros y más metros de distancia al pueblo del que tanto se les llena la boca. Son rechazados, son insultados, son increpados.
Eso es lo que peor lleva Sánchez, tan habituado al halago servilón y persa, a la adulación sin límites ni vergüenza propia o ajena. Sánchez desearía pasearse por España como Quinto Arrio en la cinta Ben Hur, encima de una cuadriga y entre vítores de los romanos que alaban al militar que va a ser recibido con los brazos abiertos por el César. No creo que, al contrario de lo que muchos opinan, a Sánchez esto le dé igual. Que posee una carga de cinismo notable es más que posible. Pero, en el fondo, como buen narcisista que es, algo en el fondo de su interior le debe atormentar cuando se pregunta por qué no le quieren, por qué se comen a besos a Milei y a él no. La imagen de Milei abrazando de manera efusiva a Santiago Abascal, un abrazo que iba más allá del protocolo para entrar en el de la sólida amistad entre ambos dirigentes políticos, debió producirle una tremenda angustia y envidia al presidente español. A él no le abrazan tanto salvo alguno de sus socios hispanoamericanos, generalmente personajes de la calaña de Petro o Maduro.
¿Qué tiene Milei, que lo reciben en Alemania de manera cordialísima? ¿Cómo es posible que un individuo al que desde Ferraz se tilda de burro, ignorante y fascista, haya conseguido mejorar la economía de su país en un tiempo récord? Sánchez se mira en el espejo de Milei y se ve a si mismo en su insignificancia política y humana. Eso, lógicamente, por mucho complejo de superioridad que se tenga, hace mella. Abascal se abraza con Milei y con Giorgia Meloni, la estrella en alza en el ámbito europeo igual que el primero lo es en el iberoamericano. Abascal, ese facha terrible al que habría que prohibirle hablar en público, debe decirse el presidente. Y resulta que a instancias de su bestia negra nacional, la presidenta Ayuso, Milei viene y triunfa. Y triunfa Meloni en el G7. Y ahora parece que triunfará Le Pen en Francia. Son demasiados espejos para tan poco estadista. Además, Soros lo da por amortizado. Vaya.