«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Biografía

El ministro Wert y sus cosas

6 de noviembre de 2013

Vaya por delante que a mí no me cae mal este ministro, pero hay que reconocer que después de Montoro es el que más papeletas tiene –y no le faltan méritos propios– para ser el ministro más complicado o conflictivo del Gobierno Rajoy. Tiene en su descargo que tratar de poner orden en el panorama educativo español es una tarea titánica, porque está tan mal el sistema, hay tantas malas costumbres hiperarraigadas que cualquiera que se proponga racionalizar la cosa, tropieza con el inmovilismo de los que viven muy a modo con el sistema. Sin embargo, habremos de convenir en que el Sr. Wert no tiene precisamente el don de la oportunidad en sus intervenciones públicas, ni un dechado de virtudes a la hora de provocar simpatías. Él mismo confiesa encontrarse cómodo en esa faceta pseudo-provocadora que asume: la última es el recorte hecho entre gallos y medianoche sobre las becas Erasmus. Yo no quiero decir que eso sea intocable, pero lo que sí está fuera de cualquier duda, a mi entender, es que el ministro se ha saltado el más elemental principio de seguridad jurídica al tratar de poner en marcha esos recortes a media jornada de esfuerzo en el curso académico. Si desea introducir el debate sobre el uso que se hace del dinero en esta materia por parte de nuestros jóvenes estudiantes, que avise y que lo haga, incluso que anticipe su voluntad en el sentido que quiera, pero que ejecute una medida restrictiva cuando la gente ha hecho ya sus cálculos sobre la existencia de unas becas, parece muy desproporcionado. España, con la crisis que Zapatero no quiso ver ni supo remediar, se desangra en jóvenes vidas que se van de su patria porque ésta no es capaz de proporcionarles una salida laboral o profesional acorde con sus necesidades; pero los estudiantes, que tratan de prolongar sus estudios en el extranjero no sólo porque no tienen un escenario laboral inmediato que llevarse a las manos sino –y sobre todo– porque quieren curtirse un poco en otros países, no merecen que el ministro Wert venga a introducirles un elemento más de zozobra o de restricción.

Para una persona joven que tiene que defenderse en Bruselas, en Londres, en París o donde sea con escasos recursos, 120 euros son algo más que un trocito de renta; y el ministro Wert, al querer liquidarlo en la forma en que lo ha hecho, no sólo comete una injusticia por atentar contra el principio de seguridad sino que vuelve a darle a la progresía –siempre ojo avizor– un elemento más –no pequeño– de erosión y de impopularidad al Gobierno del Partido Popular. Provocar debates, sí, es sano, pero provocar problemas es absurdo y siempre contraproducente. Me alegro, por tanto, de su rectificación, pero aprenda a no tener ni siquiera que rectificar y lo puede hacer si la cartera ministerial que tiene entre manos, además de gestionarla con valentía y sentido de la innovación, lo hace con mesura, ponderación y capacidad de diálogo. Haga lo posible, Sr. Wert.

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