«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Itxu Díaz (La Coruña, 1981) es periodista y escritor. En España ha trabajado en prensa, radio y televisión. Inició su andadura periodística fundando la revista Popes80 y la agencia de noticias Dicax Press. Más tarde fue director adjunto de La Gaceta y director de The Objective y Neupic. En Estados Unidos es autor en la legendaria revista conservadora National Review, firma semalmente una columna satírica en The American Spectator, The Western Journal y en Diario Las Américas, y es colaborador habitual de The Daily Beast, The Washington Times, The Federalist, The Daily Caller, o The American Conservative. Licenciado en Sociología, ha sido también asesor del Ministro de Cultura Íñigo Méndez de Vigo, y ha publicado anteriormente nueve libros: desde obras de humor como Yo maté a un gurú de Internet o Aprende a cocinar lo suficientemente mal como para que otro lo haga por ti, hasta antologías de columnas como El siglo no ha empezado aún, la crónica de almas Dios siempre llama mil veces, o la historia sentimental del pop español Nos vimos en los bares. Todo iba bien, un ensayo sobre la tristeza, la nostalgia y la felicidad, es su nuevo libro.
Itxu Díaz (La Coruña, 1981) es periodista y escritor. En España ha trabajado en prensa, radio y televisión. Inició su andadura periodística fundando la revista Popes80 y la agencia de noticias Dicax Press. Más tarde fue director adjunto de La Gaceta y director de The Objective y Neupic. En Estados Unidos es autor en la legendaria revista conservadora National Review, firma semalmente una columna satírica en The American Spectator, The Western Journal y en Diario Las Américas, y es colaborador habitual de The Daily Beast, The Washington Times, The Federalist, The Daily Caller, o The American Conservative. Licenciado en Sociología, ha sido también asesor del Ministro de Cultura Íñigo Méndez de Vigo, y ha publicado anteriormente nueve libros: desde obras de humor como Yo maté a un gurú de Internet o Aprende a cocinar lo suficientemente mal como para que otro lo haga por ti, hasta antologías de columnas como El siglo no ha empezado aún, la crónica de almas Dios siempre llama mil veces, o la historia sentimental del pop español Nos vimos en los bares. Todo iba bien, un ensayo sobre la tristeza, la nostalgia y la felicidad, es su nuevo libro.

Molestar al Gobierno

11 de noviembre de 2022

En este Gobierno solo hay algo peor que lo que hacen y lo que dicen: lo que piensan. Isabel Rodríguez ha pedido que la prensa reserve unas páginas de propaganda al Gobierno, igual que se reserva un espacio a la información meteorológica. Lo normal. “Hoy los cielos estarán despejados en toda la Península y qué bueno es el Gobierno que acaba de aprobar otra paguita para ninís, en el noroeste podría caer algún chubasco por la tarde y qué guapo es Pedro Sánchez, nuestro amado líder, y el viento soplará del norte en toda la cornisa cantábrica, mientras el Gobierno ha dado luz verde hoy el anteproyecto para acabar con las puertas giratorias de los demás”. 

Ha sido tal el revuelo causado que el propio ministerio ha sacado una nota después para matizar que se trataba de una reflexión informal y no de una propuesta oficial. Ahí está el problema. Que la ministra se encontraba a gusto en un coloquio sobre portavocía junto a Rosa Conde, Pío Cabanillas, y Fernando Ónega, y entonces se le ha escapado lo que realmente piensa: que los periódicos, ya de por sí sesgados a la izquierda, deben reservar unas páginas de servicio pública —qué graciosa, Isa— a la acción del Consejo de Ministros, como quien informa de los resultados de la Quiniela. En realidad, todo esto ya está inventado, señora: se llama el Pravda

Casi la totalidad de la prensa de papel compra al Gobierno el noventa por ciento de las locuras de su batalla cultural

Tal vez puedas pensar que se trata solo de un lapsus o una enajenación mental transitoria de la portavoz, y yo podría estar de acuerdo, si no fuera porque Sánchez ha decidido hace meses pisar el acelerador para desintegrar a la oposición mediática antes de las elecciones generales. Hace tiempo que aprovecha sus intervenciones en el Parlamento para culpar a la prensa de todo cuanto acontece en España, y es algo de pésimo gusto hacerlo en un lugar donde los periodistas ni siquiera te pueden responder. 

Esta misma semana aseguró en el Congreso que una tertulia de la ultraderecha, en alusión a la de Federico Jiménez Losantos, moldea cada día la opinión de Feijóo, y ojalá fuera cierto, que al líder del PP le iría bastante mejor. 

Desde el antenicidio, España acoge cada ocho años un nuevo escándalo contra la libertad, protagonizado por algún Gobierno dispuesto a mangonear las propiedades y las deudas de algún grupo de comunicación. Y esa es otra de las características del momento que vivimos: Sánchez no solo ataca a los periodistas, sino que está preparando la enésima cacicada socialista para hacerse con el poder de un gran grupo y convertirlo en su servicio oficial de propaganda.

Los medios aún están pagando los favores de los días de la pandemia, cuando fueron untados cual bañista alemán en playa mediterránea

No alcanzo a comprender qué tipo de problema tiene el Gobierno con los medios de comunicación españoles. Casi la totalidad de la prensa de papel compra al Gobierno el noventa por ciento de las locuras de su batalla cultural: desde la ley de violencia de género hasta cualquier mamonada climática. Los telediarios son capaces de dar seis veces al día la imagen de los osos fake de Al Gore intentando subir a un trozo de hielo, o un primer plano de un cuarto de hora de un charco de sangre de un accidente de tráfico, con tal de no sacar las colas del hambre que ha provocado este incompetente Ejecutivo, o con tal de no abordar la ruina a la que nos lleva la locura verde de Sánchez, o con tal de no contar que el socio preferente del Gobierno son los herederos de la banda terrorista ETA. ¿Y aún quieren que los medios y periódicos les sean más propicios? Lo siguiente ya sería abrir con una oda pindárica de exaltación de las bondades de Su Persona.

Habrá que estar atentos a la deriva totalitaria de Pedro Sánchez. La mayoría de los medios de comunicación no se pueden permitir más que un ligero umbral de críticas al Gobierno porque aún están pagando los favores de los días de la pandemia, cuando fueron untados cual bañista alemán en playa mediterránea. De modo que habrá que redoblar los esfuerzos por la libertad y la verdad, especialmente aquella que moleste mucho al Gobierno.

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