Van diciendo en X, qué barbaridad, qué gente, que Aldama dormirá pronto con los peces, por usar la críptica expresión de la mafia norteamericana, como si nuestros gobernantes fueran esa banda de ladrones en que se convierte el poder político cuando se desvincula de la justicia, en palabras de San Agustín.
Qué disparatado infundio: todo el mundo sabe que los gobiernos democráticos no hacen esas cosas y que a Kennedy le mató Lee Harvey Oswald en solitario porque le dio un aire.
Pero aun poniéndome en lo peor, aun partiendo de la absurda tesis conspiranoica de que nuestros gobernantes van al pan y que el que venga detrás, que arree; incluso aceptando como hipótesis de trabajo que son la mara Salvatrucha con tanques y BOE, tengo razones para pensar que Sánchez et al. no serán un obstáculo para que Aldama alcance una edad provecta.
Aldama ya ha cantado. Si sufriera un trágico accidente o un súbito infarto, incluso un suicido a lo Epstein, se le helaría la sangre hasta al votante más devoto del PSOE. No es que piense que ese fidelísimo votante fuera a llorar su paso de este mundo al Otro, entiéndanme, pero se les haría demasiado patente que seríamos rehenes de unos tipos muy, muy peligrosos, y que la democracia que nos hemos dado es una farsa.
No, es lo último que podrían desear. Antes bien, debería ir cada noche un propio del partido o la Administración (tanto monta) a taparle bien con la mantita, no se les vaya a resfriar y tengamos un disgusto.
Porque, desaparecido Aldama, ya nadie necesitaría pruebas. Vivo, en cambio, lo tiene más difícil. Aldama no sólo es un corrupto; es, también, un fabulador. Desmontar su credibilidad no tendría que ser difícil. Todo podría quedar, si tienen paciencia, en un «él dijo, ella dijo», su cuestionada palabra contra las de ellos, la oficialidad.
El famoso atracador de bancos de la época de la Gran Depresión Willie Sutton, cuando le preguntó por qué atracaba bancos respondió con una obviedad: porque es donde está el dinero. Sutton, evidentemente, era un principiante y un pardillo. En nuestro tiempo, donde está el dinero, el verdadero dinero, es en el Presupuesto. Si en el último ayuntamiento de España la concejalía más codiciada es la de Urbanismo no es por una vocación universal al desarrollo inmobiliario.
Uno repasa partidas y le entran mareos viendo las cifras, tan fáciles de distraer. Es como si estuvieran pidiendo a gritos un poquito de coimas por aquí y distracciones por allá. No hay emergencia que no suscite riadas de fondos de difícil control, contratos a dedo que se justifican por la necesidad de premura. Échenle un vistazo, con la mente más abierta e inocente posible, a los contratos durante la peste. Buceen un poco en las empresas favorecidas con esta macabra lotería de mascarillas, pruebas diagnósticas y vacunas. Se hace tan, tan cuesta arriba pensar bien.
Esto, por lo demás, no importa a nadie. A la mitad del país le aburre el baile de cifras inconcebibles, y la otra mitad está directamente enchufada al presupuesto, y piensa que algo le cae y que peor está en Biafra. La corrupción nunca ha movido la flecha de la intención de voto, siempre que no se saquen los pies del plato. El votante medio no tiene vocación de contable y los otros roban más, siempre.
Con un poco de paciencia, Putin tirará un buen petardo que atraiga todos los ojos, o el Cambio Climático volverá a hacer de las suyas, que son muchas y variadas, y hablaremos de otra cosa.
No es nada personal, son solo negocios.