«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

No vayamos a fraccionar

18 de mayo de 2025

En una reciente entrevista, Esperanza Aguirre volvió a recordar el momento de fraccionamiento del PP, cuando Rajoy invitó a buscarse un partido a liberales y conservadores. Años después, recordaba Aguirre, a un lado del PP estaba C’s y al otro Vox. «Aznar sí mantuvo unido al partido». Aznar es la gran nostalgia del PP, y el punto al que retornar.

La palabra fraccionamiento apareció en la entrevista de El País a Iván Espinosa de los Monteros: «Lo que no hay que hacer es contribuir al fraccionamiento de todo lo que no es izquierda y separatismo». Si eso pasa por fraccionar el espacio de Vox, al parecer no hay problema.

Presentó su libro con Cayetana Álvarez de Toledo. En adelante, EdlM y AdT, para acortar. Horas antes habían posado juntos en Colón. En una sola foto, siete apellidos unidos por guiones, «y» y «de». También comparten un inglés envidiable, otro gran marcador de estatus para el español, que se arrodilla feudalmente ante quien no suena a jau du yu du.

El hasta hace nada fascista EdlM fue entrevistado, que sepa este plumilla, en el 24 Horas de TVE, en El Confidencial y en El País. Don Iván insistió en el entenderse (el gran mensaje institucional desde Juan Carlos I), y en el Trump no, pero alguna cosa sí. Salirse un poco del total antitrumpismo es la actualización de la derecha madrileña.

Lo funcionalidad de EdlM se parece a la de los extremos de Cruyff: tú vete allí, a ese espacio, ocúpalo, estate allí. Ya te llegará la pelota. Su plataforma es una latencia liberal y él, con su sola presencia, refuerza la idea de cisma, de un Vox distinto, de otro Vox. Pero, sobre todo, con el discurso de la concordia iguala a Vox (el realmente existente) con el PP, lo que refuerza implícitamente el mensaje del «voto útil» y contribuye a ocultar que a quien se parece el PP es al PSOE.

Hace ya tiempo que EdlM tiene la credencial otorgada, pero lo de Fortes, El País y El Confidencial es definitivo. La pregunta que cualquiera podría hacerse, aunque no todos lo hagan, es cómo le abren ahora las páginas de  El País, ¿por qué le «desfascistizan»? No es el qué, ni siquiera es el quién. Es más bien el para qué. La creación de prestigios es una gran máquina del sostenimiento de PSOE y PP (lo bueno es que para destruirla no se necesita violencia ni revolución).

El PSOE de Madrid remató la promoción dedicándole un tuit, un poco como Sánchez con Alvise en campaña.

Después del vermú protesta de Colón y este lanzamiento del Sputnik liberal de EdlM, vendrá el congreso del PP y conviene regresar a las palabras de Esperanza Aguirre, a su añoranza de Aznar, de la unidad pepera, del Gran PP. Un anhelo imposible con Feijoo.

El núcleo es Génova, dueño de la clientela y la fontanería. Ese PP de los autómatas y las baronías será puesto a punto en el Congreso, con el aparato mediático a su servicio. Subirán un par de graves al DJ, un par de centímetros el pantalón tobillero de Borja Sémper y listos.

Pero ¿y los que se fueron, los «liberales y conservadores»?

Aquellos «liberales» son los de cintura para abajo, ex C’s, y los de cintura para arriba, económicos y hasta libertarios, en su mayoría integrados en el mundo pingüe del ayusismo y en las latencias madrileñas. Suenan críticos, pero es el versolibrismo de Cayetana.

Ese mundo, como se ve, lo están trabajando. Las grúas operan por allí hace tiempo.

Habría otro sector liberal, más juvenil, canino y peliduro, de Internet, ágrafo y cryptobro, en el que pescó Alvise; ese discurso de los contrabasadetes con lenguaje trader que estupidiza la menguada alt right hispana y del que no están muy lejos, pese a las ínfulas, los economistas centristas, doblemente insoportables. Cuando un liberal descubre la inmigración como problema hemos de parar la rotativas. En realidad, siempre han hablado de lo mismo: flujos humanos.

Pero falta la derecha, los «conservadores» en el esquema de Esperanza Aguirre, Vox, a los que ella al menos reconoce «dar la batalla cultural». Una derecha cercada y metida en una reserva india que drene un voto popular, patriota y no pijo y monde lo woke para que nos brille de nuevo el liberalismo. Eso es la «batalla cultural», que otra batalla no cabe: limpiar, como quien lustra unos elegantes zapatos, el inmaculado liberalismo de suciedades comunistas… Terminado, el limpiabotas se puede ir. El público volverá a votar Madrid Central.

Lo fraccionado con Rajoy podría unirse, en realidad no han dejado de pensarlo. Sienten que ese espacio es suyo, como un viejo imperio siente que le pertenece una región limítrofe desgajada. Aunque saben que el hijo pródigo no volverá, bastaría con que se resignara a ser solo «conservador», que «cooperase» y se dejara de comportamientos «fratricidas».

Aunque España y el mundo hayan cambiado, o precisamente porque han cambiado, se agarran a su marco: el liberalismo como palabra mágica con la que, por ejemplo, decirse herederos de la Tercera España (no nos salvó Franco, nos salvó Churchill); la glorificación del 78, que no tiene la culpa de que Sánchez y ZP sean malas personas, la entronización de Aznar y González como nuevos Cánovas y Sagasta

Todos los mensajes empujan en la misma dirección. Mejor invitación no hay para hacer lo contrario.

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