«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Ser okupa tiene premio

6 de junio de 2016

Pocos meses después de que George Orwell publicara su celebérrima obra “1984”, Aldous Huxley le escribió una carta halagando su virtuosa prosa literaria. No obstante, compartiendo el fondo de la descripción orwelliana, discrepó en los medios que usaría el Estado totalitario para ejercer su control. Escribía: “Pienso que, en la próxima generación, los amos del mundo descubrirán que el condicionamiento infantil y la narco-hipnosis son más eficaces como instrumentos de gobierno que las cachiporras y las cárceles”. La promesa de un paraíso terrenal , una happylandia generalizada, ha sido la idiotez más eficaz para los jóvenes, creando generaciones enteras de individuos carentes de ambición y de espíritu crítico.

El buenismo zapateril nos hace daño y su prolongación en la CUPvergencia aún más. Valores como esfuerzo, mérito y responsabilidad producen alergia hoy en día a más de uno. No puede ser de otra manera cuando desde los albores de nuestra escolarización se nos ha prometido un contrato sin contraprestación: una libertad sin responsabilidad. Haz lo que quieras, cuando quieras y como quieras. No te preocupes, si tienes un problema, nosotros (el Estado), te lo resolveremos. Dista mucho esto de la realidad, donde todos los actos tienen sus consecuencias.  Por ejemplo, si un estudiante sabe que suspendiendo 3 asignaturas promocionará, no adquirirá el espíritu de sacrificio y cuando tenga que afrontar la realidad se encontrará que carecerá del mismo. Esto es lo que ha pasado con la Generación LOGSE, que desde pequeños han visto como normal esta mentalidad y ahora que son jóvenes veinteañeros se dan cuenta de que la realidad no es tan fácil como se la habían pintado durante años. El problema no es que se lamenten de la educación que recibieron, sino que se quejan porque quieren seguir siendo tratados de esta manera.

A pesar de su aspecto asilvestrado y sus tics revolucionarios, los okupas de Gracia son el producto de este sistema. Detrás de sus consignas marxistas-leninistas no se esconde otra cosa que la voluntad de vivir del Estado. ¡Qué revolucionario es pretender vivir del Estado que tanto denuestan y emular los elefantes del Congreso que tanto repudian! Y en medio del buenrollismo y la llamada “revolució dels somriures”, nos encontramos con batallas campales en medio de la ciudad, lanzamiento de objetos contra la policía, etc. Ya hace tiempo que Barcelona dejó de ser un destino idóneo para el turista de bien.

Ante estos graves hechos, la respuesta ha sido el silencio cómplice de los dirigentes municipales. Barcelona En Comú que apela al buenrollismo y a la charlatanería con los antisistema. El  afable Avi Trias  que daba a los okupas como premio el bote, nada despreciable, de 5000€. Ya saben, es que hacer la revolución es muy duro, y no hay mejor forma de hacerla que alojarse en una vivienda cuyo alquiler paga el Ayuntamiento. Aún peor que el silencio, ha sido la sonrisa, concretamente la de la CUP. No han faltado por su parte intentos de criminalizar a la policía… y sino que le pregunten a Garganté, que en esto es experto.

Lo peor de esta situación es que se llega a una lamentable conclusión: ser okupa tiene premio. Premio porque mientras la mayoría de universitarios estudian y trabajan a la vez para pagarse el piso (éstos son los verdaderos revolucionarios), se ha creado el precedente de que mientras te dejes rastas, ocupes un inmueble y quemes contenedores el Ayuntamiento te paga. Y que no nos engañen: el revolucionario de verdad es aquel que se levanta a las 6 de la mañana para progresar en la vida y decidir él su destino, no el que espera el subsidio estatal.

Escribía Aldous Huxley, en Un mundo feliz, que “quizá la única lección que nos enseña la historia es que los seres humanos no aprendemos nada de las lecciones de la historia”. Esperemos que los hechos de Gracia no queden como algo anecdótico sino que podamos hacer una lectura más profunda: la carencia de una serie de valores nos han hecho construir una gran casa (nuestra sociedad) sin los fundamentos necesarios y el auge de la extrema izquierda está a la vuelta de la esquina y todavía no nos hemos dado cuenta.

 

 

 

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