«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Oriente Medio sangriento

17 de mayo de 2016

La especie humana es mucho más violenta que las otras. Los hombres no solo se matan entre sí para defenderse (a ellos mismos, a su familia, a su territorio) o para poder comer, al igual que algunos otros mamíferos. El rasgo humano característico es matar a los congéneres para sobresalir o tener razón en las disputas insolubles. Es una consecuencia de la libertad. Los conflictos más sanguinarios tienen lugar entre pueblos o grupos cercanos o emparentados. 

Lo curioso es que, siendo un rasgo tan general, no se distribuye por igual en todos los pueblos y latitudes. Hay puntos en el mapa, ciudades, en los que han proliferado las batallas, los asesinatos, los genocidios. Por ejemplo, el mal llamado Oriente Medio (para los europeos) ha sido durante siglos un continuo escenario de matanzas sin cuento. Llama la atención el número de atentados que se han concentrado en Jerusalén, Bagdad, Damasco, Estambul y otras ciudades de la misma región. En sus cimientos reposan muchísimas calaveras con muestras de violencia de todas las épocas. En esa zona se descubrió en su día la rueda, el alfabeto, la astronomía, la agricultura, la alfarería, las ciudades. Es decir, en esas tierras, siempre sangrientas, se gestó nuestra civilización. No vino de las selvas sino de los desiertos. 

Como es lógico, nos impresionan hoy las noticias que llenan los medios sobre atentados, masacres, secuestros y otras barbaridades. Sin embargo, para ser justos, debemos concluir que la nuestra es una de las épocas más pacíficas de la Historia. Aun así, destaca la recurrencia de que las escenas violentas menudeen en esa zona que llamamos Oriente Medio. 

La yihad es de temer hoy como hace cientos de años, solo que ahora no existe el equivalente de las cruzadas por parte del mundo occidental. Eso es lo asombroso, que la violencia asesina en Oriente Medio se ejerza también entre facciones del islamismo. Resultan tan lejanas para nosotros como las de los arrianos contra los cristianos, los güelfos contra los gibelinos, o los católicos contra los protestantes en el siglo XVII. Porque esta es la cuestión: la violencia extrema entre los humanos se ha practicado casi siempre por razones ideológicas, de creencias y de símbolos. Aunque pueda parecer increíble, todavía quedan fanáticos que se alzan matando al grito de “¡Alá es grande!”. Oh, ya sé que no todos los musulmanes son terroristas, pero casi todos los terroristas son musulmanes.

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