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Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

Ouvrir le melon

12 de marzo de 2024

Se ha hablado, y con razón, de la constitucionalización francesa del aborto, pero nada o muy poco de un proyecto de reforma que para España puede tener alguna trascendencia.

Macron ha ofrecido a la región de Córcega un estatuto autónomo que pasaría por recoger en la Constitución francesa sus «especificidades lingüísticas, culturales e insulares», dando así a los corsos un lugar único en su texto constitucional.

Nos interesa porque el procedimiento que se vislumbra podría ser algo que se utilizase interesadamente en España. El ministro de interior francés se reúne con los cargos electos corsos para alcanzar un consenso (consensus, nos suena)  que se llevaría a un comité y luego, con impulso del presidente de la república, pasaría a las cámaras y sería aprobado con tres quintas partes del Congreso. Se dice que el nuevo estatuto sería votado por los corsos en una consulta.

En España, esto podría llegar a utilizarse como un argumento a favor de la consulta en Cataluña aunque estemos ante cosas de magnitud muy distinta. A Córcega se le estaría reconociendo una potestad reglamentaria y legislativa que ya tienen hace mucho las autonomías españolas y se haría dentro de unos estrictos límites tasados por una ley orgánica y con el control del Consejo Constitucional, que ya prohibió, por cierto, el uso del término «pueblo corso». En materia lingüística, por ejemplo, la propuesta de Macron no reconoce cooficialidad alguna al corso, aunque sí le daría mayor proyección.

El proceso que siguiera Córcega —por el momento, una posibilidad— podría usarse aquí como justificación y modelo para una situación de alcance muy distinto.

Aunque Córcega está muy lejos o lejísimos de los niveles de autonomía de España, en Francia hay voces críticas y hasta alarmistas. Entienden que se juegan algo serio. Sienten que es ouvrir le melon. No solo se estaría cediendo a cierta presión violenta, es que al reconocer la especificidad concreta de los corsos se abriría el camino para que luego fueran los bretones, los vascos o la región de Alsacia y, sobre todo, otras singularidades culturales que tienen una peligrosa proyección separatista en Francia, como el islamismo. ¿Cómo reconocer lo rara y distinta que es Córcega y no todo lo demás? La invocación a la igualdad haría el resto. Café pour tout le monde! Sería, se dice, una concesión al comunitarismo y una traición al republicanismo universalista abstracto francés. Se rompería también la unidad del legislador, algo que solo se permitió con las colonias.

En su artículo 32, la Constitución francesa reconoce como colectividades territoriales la comuna (lo municipal), los departamentos, las regiones, las comunidades de estatuto especial y las de ultramar. Córcega, con estatuto especial, pasaría a tener un estatuto más cercano a las últimas.

Si esto prospera, advierten algunos, será el principio del fin del republicanismo francés según lo conocemos. Allí donde hemos acudido a buscarla, allí donde se fabrica, la orgullosa idea unitaria podría entrar en crisis. Aun más en crisis de lo que ya está. Pero antes que eso, y sin ir al fondo del asunto, es muy probable que el proceso de constitucionalización de la singularidad corsa, compuesto previsiblemente de consenso, consulta en la isla y mayoría en el Congreso pueda ser usado como ejemplo a imitar o falso modelo en el trágala confederal que se nos avecina. La corsa sería una vía homologable por la propaganda, aunque lleve a una autonomía superadísima en España.

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