El pasado viernes la feroz zarpa del terrorismo volvió a agredir a Europa. Ocho terroristas de DAESH causaron 129 muertos y cientos de heridos. Armados con fusiles de asalto y explosivos, los asesinos del Estado IslÔmico nos volvieron a recordar que Europa ha dejado de ser un territorio libre de los sufrimientos de la guerra.
Durante todo el sĆ”bado pudimos escuchar diferentes declaraciones sobre el tema. En general, la sensatez y la empatĆa se impusieron a la estupidez y la maldad. Digo en general, porque unos pocos volvieron a dar la nota discordante. Pablo Iglesias apareció en escena para decir que Podemos no se va adherir al pacto anti yihadista, pues, segĆŗn Ć©l, Ā no es momento para la venganza. Pedro SĆ”nchez y Albert Rivera le contestaron casi al unĆsono: no se trata de venganza, sino de Justicia. Una vez mĆ”s, el lĆder de la franquicia bolivariana volvĆa a quedar en evidencia.
El pacto anti yihadismo firmado por PP y PSOE, al que ahora se adhiere Ciudadanos, es un calco del acuerdo de Ajuria Enea. Al igual que entonces, el objetivo es sacar el terrorismo de la disputa partidista y comprometer a las fuerzas polĆticas a dar una respuesta policial y judicial al terrorismo. Sin duda es un buen comienzo. Pero estĆ” lejos de dar respuesta a la amenaza que el terrorismo islĆ”mico supone para EspaƱa.
En primer lugar, esta vez no nos enfrentamos a un problema policial sino a una guerra. Una guerra de nuestro tiempo, un conflicto de cuarta generación que convierte a nuestras ciudades en campo de batalla y a nuestra población civil en el principal objetivo del enemigo. Esta situación se agrava especialmente por la existencia de un amplio territorio controlado por los terroristas que sirve de base de adiestramiento y proporciona a los asesinos recursos materiales y financieros para perpetrar sus acciones. No soy yo el que califico la situación de guerra. El propio presidente Hollande, a las pocas horas de cometerse el atentado, calificó el ataque de acto de guerra y anunció que Francia no se iba a quedar con los brazos cruzados.
AsĆ que estamos ante una guerra. Y una guerra que no podemos evitar, pues somos miembros de la OTAN. Francia puede invocar el artĆculo 5 del tratado de Washington. Ā Si lo hace, el ataque terrorista se considerarĆ” realizado a todos los paĆses de la Alianza y los espaƱoles tendremos la obligación de asistir a nuestro aliado utilizando todas las medidas que consideremos necesarias, incluyendo el empleo de la fuerza armada. No tenemos otra opción, si Francia asĆ lo solicita, estamos obligados a alinearnos con ellos. No podemos ser neutrales. ĀæSon conscientes nuestros polĆticos de las obligaciones que tenemos con nuestros aliados?
Hay quiĆ©n puede decir, con razón, que el art.5 del tratado no nos obliga emplear la fuerza armada. Que, como otras veces, bastarĆ” una declaración polĆtica y ofrecer apoyo logĆstico a los aliados. Pero parece claro que si no nos comprometemos con nuestros socios, ellos tampoco se comprometerĆ”n con nosotros. Y es muy probable que lo necesitemos en el medio plazo. EspaƱa es el Ćŗnico paĆs de Europa que tiene frontera con paĆses Ć”rabes. En el norte de Ćfrica, Marruecos, considerado un aliado fiel de Occidente, se encuentra presionado por el Yihadismo no sólo desde el Este, por el Estado IslĆ”mico,Ā sino tambiĆ©n desde el Sur, por Al Queda en el norte de Ćfrica. Un Marruecos en manos de los yihadistas serĆa un foco de terrorismo continuo en suelo patrio. En ese caso Francia, potencia lĆder en el norte de Ćfrica, serĆa nuestro principal apoyo. ĀæCómo podremos conseguir su colaboración si escurrimos el bulto cuando ellos son los que necesitan nuestra ayuda?
Durante aƱos nuestros polĆticos han maltratado a nuestras Fuerzas Armadas. Somos el paĆs de la OTAN que realiza un menor esfuerzo de defensa. Menos del 0,5% del PIB. Desde el aƱo 2008 a la actualidad el presupuesto de defensa se ha reducido en un 30%. Mientras la clase polĆtica ha mantenido intactos sus privilegios y ha continuado con el derroche del estado autonómico, los recortes presupuestarios nos han obligado a deshacernos de armamento que se encontraba dentro de su vida Ćŗtil y ha limitado el adiestramiento de nuestras unidades, reduciendo la operatividad de nuestros EjĆ©rcitos.
Esto es lo que ha hecho Zapatero y Ā Rajoy con nuestras Fuerzas Armadas. PodrĆa haber sido peor: Pedro SĆ”nchez, en un caso inĆ©dito de irresponsabilidad en la socialdemocracia europea, ha manifestado su deseo de suprimir el Ministerio de Defensa. Ni una palabra hemos escuchado hasta la fecha de Albert Rivera sobre el tema. Sólo la falta de preparación en materia de Seguridad y Defensa de nuestros polĆticos puede explicar su comportamiento en la materia.
El verdadero pacto anti yihadista que EspaƱa necesita no sólo debe hacer referencia a temas policiales y judiciales. Debe reconocer que nos encontramos en Guerra y debe comprometer a los partidos polĆticos en aumentar nuestro esfuerzo de Defensa a la media de los paĆses de la Alianza AtlĆ”ntica. Debe identificar claramente cuĆ”les son nuestros intereses nacionales y convertir nuestra polĆtica de Exterior y de Seguridad en una polĆtica de Estado que quede fuera del juego partidista.
Si, como desgraciadamente pasó en 2004, año de nuestra atropellada retirada de Irak, volvemos a comportarnos como un socio poco fiable, nadie nos ayudarÔ cuando los problemas los tengamos nosotros.
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Nuestra posición geogrÔfica no nos permite seguir siendo irresponsables en materia de Seguridad.