«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Panorámica del gasto de Defensa en España

25 de mayo de 2016

Por Francisco Pérez Muinelo 

Antes de considerar la situación y problemática actual del gasto de defensa en España, puede resultar interesante examinar cuál ha sido su evolución en las últimas décadas y compararla con la variación experimentada por las otras grandes variables macroeconómicas como el PIB, el Presupuesto del Estado y el PIB per cápita.

Nos retrotraemos hasta el año 1946, por estimar que las cifras de años anteriores están muy distorsionadas por las graves secuelas de la Guerra Civil y por el elevado nivel de movilización mantenido durante la Segunda Guerra Mundial. Para facilitar su comparación, las cifras anuales han sido actualizadas en valor euros de 2015, de acuerdo con los deflactores del PIB publicados por el Instituto Nacional de Estadística.

El Gasto de Defensa de cada año, se obtiene sumando las cifras de los tres ministerios militares y depurándolas de los organismos ajenos a defensa, como  la Marina Mercante incluida en el Ministerio de Marina y la Aviación Civil que aparecía en el Ministerio del Aire.  Se añaden los créditos asignados al Alto Estado Mayor que figuraban en Presidencia del Gobierno. La cifra que corresponde a 1946, en valor euros 2015, es 2.684 millones de euros.  

El importe del Presupuesto de Defensa fue incrementándose hasta llegar en 1975, cuando comienza el reinado de Juan Carlos I y se inicia la democracia, a unos 7.791 millones. Continuó aumentando hasta los 11.788 millones de 1989, para luego ir descendiendo progresivamente a los 5.768 millones de 2015.

En estas siete décadas, en valor real, el PIB de España se ha multiplicado por 10, el Presupuesto del Estado por 32, pero el Presupuesto de Defensa solo lo hizo por 2. Resulta evidente que el sector defensa no ha participado en el progreso generalizado del país.

En 1946 España estaba inmersa en el intento de recuperarse del destrozo de la Guerra Civil. Se estima que hasta el año 1950 no se alcanzó el nivel del PIB del año 1935. El proceso de reconstrucción se vio dificultado por la Segunda Guerra Mundial. Además, España no fue incluida en el plan Marshall que tanto ayudó a la recuperación europea. En esos años las Fuerzas Armadas contaban con unos 390.000 efectivos.

Con la ayuda militar americana, que comenzó a recibirse tras la firma del primer acuerdo de cooperación en 1953, se emprendió la modernización de las Fuerzas Armadas. Se recibieron modernos carros de combate, artillería autopropulsada, los primeros aviones a reacción, misiles, helicópteros, así como destructores, submarinos, dragaminas, etc. A finales de los años sesenta se fue reduciendo la entrega gratuita de material de ayuda, que fue sustituida por la compra al Pentágono de material por el sistema FMS (foreign military sales) financiado en parte con créditos concedidos por Estados Unidos. Posteriormente se comenzó a adquirir material a otros países, especialmente a Francia, comprando aviones Mirage, helicópteros y carros MX30.

En las tres décadas que transcurrieron entre 1946 y 1975, el PIB en valor real se multiplico por 4,8, el Presupuesto del Estado por 6,2, la Renta per Cápita por 3,7 y el Presupuesto de Defensa lo hizo por 2,9.

Gracias a la ayuda económica americana, a la liberación de la economía,  y al impulso del turismo, el PIB creció a un ritmo anual del 7 % durante las décadas de los años sesenta y setenta. El progreso fue espectacular, España comenzó a dejar de ser un atrasado país agrícola, para convertirse gradualmente en un país industrializado y de servicios. El gran incremento del turismo y la apertura al exterior promovió un importante cambio cultural y social. El aumento de la renta per cápita facilitó la creación de una clase media que proporcionó una mayor estabilidad.

El 22 de noviembre de 1975 se inició el reinado de Juan Carlos I. En 1978 por primera vez aparece el presupuesto del nuevo Ministerio de Defensa.

Entre los años 1975 y 2015, en valor real, el PIB se multiplico por 2, el Presupuesto del Estado lo hizo por 4, la Renta per Cápita aumentó  el 50 %, pero el Presupuesto de Defensa se redujo el 38 %. Las Fuerzas Armadas se fueron reduciendo hasta un nivel de unos 122.000 efectivos.

En la evolución del Presupuesto de Defensa en estos años tenemos que distinguir dos periodos. El primero entre 1978 y 1989, en que se incrementó un 26 %, pasando de 9.344 millones en 1978 a 11.788 en 1989. Los años de la década de los años 80, en que gobernó Felipe González con Narcis Serra como Ministro de Defensa, han sido los únicos en los que el Presupuesto de Defensa superó el 2 % del PIB, que preconiza la OTAN, lo que no ha vuelto a repetirse. Con el soporte de la ley de Dotaciones 44/1982 se desarrolló un amplio programa de modernización, que se materializó en la adquisición en Estados Unidos de los aviones F18 y Harrier, los helicópteros Chinook, los equipos del portahelicópteros Príncipe de Asturias y de las fragatas Santa María, etc., por un importe de unos 9.000 millones de dólares. Las importantes contraprestaciones que se obtuvieron  por la compra de los F18 promovieron una importante transferencia de tecnología que impulsó notablemente el desarrollo de la industria aeronáutica y electrónica nacional, tanto civil como militar. Especial relevancia tuvo el poder comenzar a fabricar estructuras aeronáuticas en fibra de carbono.

En 1978 se inició la participación de las FAS españolas en operaciones de paz de la ONU. La primera fue la de verificar la retirada de las tropas cubanas de Angola, a la que siguieron otras muchas en muy distintos escenarios.

A partir de 1997, cuando el Presupuesto de Defensa desciende por debajo del 1 % del PIB, conscientes tanto los gobiernos socialistas como populares de la insuficiencia de los recursos presupuestarios, procedieron a conceder otros créditos adicionales por los conceptos de operaciones de paz, por venta de terrenos e inmuebles, o bien mediante créditos sin interés del Ministerio de Industria para financiar los nuevos programas de modernización.

Hecho a destacar es la suspensión del servicio militar obligatorio, en 2001, por el gobierno de Aznar, así como el aprobar la incorporación de la mujer y de extranjeros como militares profesionales.

Entre los años 2008 y 2015 como consecuencia de la crisis, el Presupuesto de Defensa ha disminuido un 36 %, el del Estado aumentó el 33 %, y el PIB se ha reducido el 5 %.

Mención especial merecen los programas especiales de modernización, que además de reactivar la industria de defensa, pretenden mejorar el equipamiento de las FAS para poder cumplir los compromisos asumidos con la OTAN, ONU y UE. Conviene puntualizar que los motivos que han guiado a los gobiernos para decidir estas adquisiciones fueron fundamentalmente políticos, sociales y económicos que primaron sobre los militares. En la compra del Eurofighter había otras alternativas, pero suponía darle la espalda a Europa, ya que este programa permitió a la industria aeronáutica modernizarse y hacer posible el posterior éxito de los aviones Airbus, así como facilitar la creación de industrias nacionales de motores, electrónica y software. Sin participar y comprar 27 aviones A400M, no hubiera sido posible situar en Sevilla uno de los polos de la industria aeronáutica europea. El helicóptero Tigre se le impuso al Ejercito de Tierra que prefería el Apache, pero sin él y sin el NH90 no se habría instalado en Albacete una planta de Eurocopter. La fabricación en España del carro Leopard resultaba necesaria para la supervivencia de Santa Bárbara. La construcción de las fragatas F100 y de los submarinos S80 fueron impulsados por los sindicatos para mitigar la crisis de la construcción naval.

El que inicialmente se firmaran los contratos financiándolos con créditos del Ministerio de Industria, con lo que se evitaba su repercusión en déficit, así como el prolongado periodo de maduración de los contratos internacionales, propició que los dirigentes políticos firmasen nuevos contratos, dejando para futuros gobiernos el atender a su pago. Así de los tres contratos iniciales avión Eurofighter, fragatas F100 y carro Leopard, por un importe de 14.000 millones de euros, se pasó a 19 contratos con  un presupuesto de unos 27.000 millones.

Por tratarse de programas internacionales suscritos entre gobiernos, administrados por agencias independientes y sujetos a fuertes penalizaciones, resultan de obligado cumplimiento, de aquí que desde el año 2012 haya sido necesario arbitrar créditos extraordinarios para atender a su pago.

Resulta necesario finalmente analizar cual es la posición de España en el contexto internacional. España, por su PIB se encuentra situada en el puesto 13 del ranking mundial, en el año 2008 había ocupado la octava posición, luego ha sido superada por Rusia, Italia, Canadá, India y Australia. En gasto en defensa ha retrocedido del puesto 15, que había ocupado muchos años, al 18 , situándose detrás de Emiratos Árabes, Turquía e Israel. Si nos referimos al gasto en defensa en relación con el PIB, ratio que pone de manifiesto lo que se gasta en defensa en relación con su capacidad económica, se retrocede al puesto 112 del mundo.  

Si consideramos las estadísticas que publica la OTAN, que ponen de relieve cual es la posición de los distintos países en los parámetros que se analizan, tanto económicos como militares, tenemos que España, en PIB per cápita se sitúa en el 97 % de la media europea; en gasto en defensa respecto al PIB, solo alcanzamos al 53 % de la media; en gasto en defensa per cápita, el ciudadano español aporta el 51 % de lo que contribuye el europeo medio; el gasto en defensa por soldado resulta el 65 % de la media europea.

Al analizar el posicionamiento de España en el ámbito internacional resulta evidente que en tanto en los parámetros económicos su posicionamiento es bueno o aceptable, en el campo militar resulta muy desfavorable.

La realidad es que los continuados recortes presupuestarios de los últimos años han situado a las Fuerzas Armadas bajo mínimos. Salvo aquellas unidades que están implicadas en operaciones de paz, que reciben una atención especial para asegurar su operatividad, el resto de las unidades militares no cuentan con  unas dotaciones que les permitan mantenerse operativas. 

Repetidas encuestas de opinión han reflejado la contradicción de que en tanto la población valora muy bien a las Fuerzas Armadas, el gasto en defensa se considera como una de las últimas prioridades. Cuando un país viene disfrutando de un largo periodo de paz, la población piensa que esta situación es la normal y que no resulta necesario disponer de un ejército para salvaguardarla. Se extiende el sentir que las guerras y conflictos, que se siguen produciendo, ocurren lejos y no nos van a afectar.     

Es un hecho reconocido pero no remediado, que en España tanto la ciudadanía como la clase política carece de una adecuada formación en temas de defensa. Somos conscientes de que esto no ocurre en otros países como Francia, Inglaterra, Alemania, etc. El gobierno, en esos países, no tiene que mentalizar a la opinión publica ni justificar el gasto en defensa, los ciudadanos saben que su prosperidad económica depende de su posicionamiento internacional que precisa de un adecuado respaldo militar. En los años sesenta Francia tuvo que realizar un tremendo esfuerzo económico para poder disponer de capacidad atómica, pero eran conscientes de que si no entraban en el reducido club nuclear no recuperarían una posición destacada en el mundo, finalmente consiguieron disponer de bombas atómicas y medios para lanzarlas, cohetes, aviones y submarinos nucleares.

En los últimos años los Estados Unidos están insistiendo en que los países europeos de la OTAN tomen conciencia de que no tienen más remedio que responsabilizarse y financiar en mayor medida la defensa común. Los ciudadanos americanos no están dispuestos a que los europeos sigan siendo unos “free riders” en la OTAN. Con esta expresión designan al que viaja sin pagar billete. A su vez dentro de la Alianza, en Europa, España es uno de los países que menos aportan a la defensa común, por lo que es de esperar que se produzca una mayor presión internacional para que se corrija esta situación.   

La actividad económica requiere de una garantía de seguridad para poder mantenerse y prosperar. Actividades fundamentales para la economía española, como el turismo y la construcción en la costa, precisan que los turistas puedan venir con plena tranquilidad. Precisamente, estos últimos años, la inestabilidad y las revueltas que se han producido en los países del norte de África nos han, ciertamente, favorecido.

Es lamentable que cuando en el parlamento se promueve algún debate sobre la situación del país, ningún político alude al tema de la defensa, cosa que se produce con normalidad en las demás naciones. Como si todo estuviese bien o, aun peor, por que a nadie le interesa. Claro que, en general, nuestro políticos son cortoplacistas. Todo lo que se sale de lo inmediato, las próximas elecciones, es ignorado. Así nunca se alude a la amenaza que supone el que la deuda pública alcance el 100 % del PIB y siga creciendo, o bien que la población esté envejeciendo rápidamente, por haber pasado en unas décadas de ser un país con una de las tasas de natalidad más altas de Europa a tener la más baja, y se ignoren las funestas consecuencias que esto va a tener para asegurar en el futuro el pago de pensiones, o bien el  poder atender al creciente incremento del gasto sanitario.  Como reflexión final podemos enunciar que si bien la defensa es una responsabilidad del gobierno requiere la colaboración y participación de todos los ciudadanos. 

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