«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.

Patriotismo europeo

20 de marzo de 2022

Suave, quedo, regalando los piadosos oídos socialdemócratas a los que se dirige, el Presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, reivindicó esta semana el «patriotismo europeo» frente a la invasión rusa de un país, Ucrania, que, así lo afirmó textualmente el doctor, «reivindica su soberanía» y «su integridad territorial». Las palabras de Sánchez vinieron precedidas por otras, pronunciadas en el Congreso de los Diputados, en las que el madrileño replicaba a la intervención de Santiago Abascal, anunciándole que «Europa prevalecerá; Le Pen, Salvini, usted y Putin no se saldrán con la suya».

Ajustado a la máxima orteguiana o, a la parte final de la misma, para Sánchez, «la solución» es Europa y, más concretamente, el patriotismo vinculado a un continente tan viejo como de imprecisos perfiles, pues ¿quién puede determinar dónde comienza o termina Europa? La pregunta nos conduce a otra paráfrasis orteguiana, esa que se preguntaría: «Dios mío, ¿qué es Europa?». Un Dios que, por cierto, excedería los límites que parece conocer Sánchez, pues en la Rusia de Putin ha crecido enormemente la iglesia cristiana ortodoxa cuyos popes reaparecieron, con sus barbas bien pobladas, cuando la URSS se hundió, hace más de cuatro décadas.

Lanzada Rusia a un más allá no democrático, cabe preguntarse por la Europa que resulta de semejante eliminación

Como todo el mundo sabe, patria, en su sentido más literal, es la tierra donde descansan nuestros padres, nuestros antepasados. Sin embargo, muchos de los que reposan en el subsuelo europeo lo hacen después de caer abatidos por las pugnas y guerras que han caracterizado a lo que Bueno definió en su día como una biocenosis. Una lucha por la vida en la que participaron diversas naciones europeas con intereses enfrentados que perdieron peso en el tablero mundial a mediados del siglo XX, haciendo buena la translatio imperii que desplaza el poder hacia poniente hasta conducirlo a oriente, es decir, a la China que cada vez asume un mayor protagonismo en el conflicto ruso-ucraniano.

Acaso escritas por sus asesores, las manifestaciones de Sánchez poseen, sépalo o no el doctor, una enorme profundidad. En cuanto a las primeras, no hay novedad alguna. La habitual unión del nombre de Abascal con los de la antiglobalista terna aludida, ofrece al oportunista la posibilidad de ligar al de Amurrio con la invasión de Ucrania. Las segundas tienen, a mi juicio, más enjundia. El inexistente patriotismo europeo reivindicado por Sánchez expelería a Rusia del continente, desplazándola hacia un Oriente en el que China es una potencia hasta tal punto inmarcesible que, tras la censura de los medios de comunicación rusos, ofrece la única alternativa informativa a lo que está ocurriendo en una nación, Ucrania, en la que en los últimos años han ocurrido cosas difícilmente asumibles para las democracias occidentales. Lanzada Rusia a un más allá no democrático, cabe preguntarse por la Europa que resulta de semejante eliminación. Por de pronto, habría que reparar en el papel que puede jugar el Reino Unido, que decidió salir del club al que tanto apela Sánchez, pero también por el que pueden desempeñar naciones hasta ahora denostadas por los administradores de la Unión Europea. Naciones como Polonia o Hungría, que hasta hace muy poco sufrían las embestidas unionistas, que exigen la asunción del credo woke, han visto disipadas objeciones después de ver cómo las fronteras que estuvieron bloqueadas para aquellos que podrían subvertir sus valores morales y religiosos, hoy se abren para los refugiados de guerra. 

Con una errática (…) política exterior, España sigue en manos de un Sánchez que, al tiempo que reclama un patriotismo europeo, mantiene en su gobierno a filoetarras y secesionistas

Televisada desde un único punto de vista, nada sabemos todavía de los efectos geoestratégicos que puede acarrear el conflicto. Mientras tanto, con una errática, por no decir inexistente, política exterior, España sigue en manos de un Sánchez que, al tiempo que reclama un patriotismo europeo, mantiene en su gobierno a filoetarras y secesionistas, es decir, a aquellos que, a diferencia de lo que ensalza en el caso de Ucrania, la defensa de su integridad territorial, trabajan denodadamente para todo lograr todo contrario.

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