Hace unos años compré un libro de título premonitorio: «Pedro Sánchez. La mentira». Tenía su morbo porque la autora era una catedrática jubilada de la Universidad de Málaga. De la Facultad de Ciencias de la Educación para ser más exactos. Especializada Didáctica y Organización Escolar. Nada que ver con el mundillo político-periodístico.
El volumen, sin embargo, se quedó en el estante de libros pendientes. Una zona de mi desordenada biblioteca en la que se acumulan más de los que querría. Hay que decir, en descargo mío, que la obra parecía casi clandestina. La editorial tampoco era conocida.
Tengo la sensación también de que la prensa de papel pasó de puntillas. O simplemente la ignoró. Estábamos aún bajo los efectos del covid. Físicos o psicológicos. Lo peor, la amnistía, estaba aún por venir.
El otro día, no obstante, se me encendió la luz. Estaba en la cama y me vino a la cabeza. Seguramente motivado también por los frecuentes «cambios de opinión» desde La Moncloa. Al fin y al cabo, uno de los principales asesores de Sánchez tiene una tesis doctoral con el título «La ética del engaño». ¡Nada menos que por Oxford! ¡Qué mal está la universidad inglesa! Porque si hay engaño, no hay ética.
Empecé a leerla con fruición. El jueves la entrevisté para mi canal de YouTube. Por supuesto, no me atreví a preguntar a la autora, Ángeles Gervilla, la edad. Lo único que no hay que preguntar nunca a una señora. Ni siquiera a una señora de edad madura. Pero se nota la procedencia académica. Cita siempre las fuentes. Y fundamenta todas sus opiniones con datos.
El libro es del 2021 y ahora, casualmente, ha sacado una segunda edición corregida y aumentada. Si el primero tenía 281 páginas, el segundo ya tiene 518. Por eso le pregunté el hecho de que casi dobla las páginas.
-¿El hecho de que el nuevo libro tenga más páginas significa que ha aumentado el número de mentiras?
-Sí, es que va en aumento
Citó incluso una cosa que le espetó Pedro Sánchez a Mariano Rajoy, por el caso Gürtel, cuando desde la oposición daba lecciones de moral. Está en la página 445 de la nueva edición. Iba preparada. Leyó la cita de arriba a abajo: «La trama de corrupción que afecta al partido del Gobierno —dijo entonces Sánchez— supone una mancha en la proyección internacional y el prestigio de nuestro país». «Desde el Partido Socialista, afirmamos que la ejemplaridad pública es innegociable y que el mayor enemigo de nuestro Estado es la corrupción», continuaba. Y concluía: «Un presidente del Gobierno debe ser un referente, sobre todo moral para el conjunto de la sociedad, ¿qué ejemplo está dando el actual presidente del Gobierno a nuestros hijos y a nuestras hijas?». Luego daba lecciones sobre «el alto precio reputacional» para las instituciones y le exigía que dimitiera.
En fin, ahí dando lecciones. Ahora los casos de presunta corrupción alrededor de La Moncloa o del PSOE se acumulan. Es cierto que no hay sentencia firme —puede demorarse años— pero se acumulan los indicios. E incluso se ha abierto ya juicio oral contra el hermano.
Empieza a haber tantos —algunos con ramificaciones— que yo ya me hago un lío: el Delcygate, el caso Ábalos, el caso Koldo, el caso Begoña Gómez, el de la Diputación de Badajoz, las mascarillas, el Tito Berni. Sin olvidar enchufes en empresas públicas o altos cargos que no saben dónde tiene su puesto de trabajo.
Y que conste que, desde luego, no defenderé al Partido Popular. Que se defienda solo. Un euro público es sagrado. Lo que pasa es que la sentencia del caso Gürtel eran 245.000 euros. El Supremo rechazó que fuera una caja B del PP. Es decir, se lucraron dirigentes del partido, pero no el partido. Sin embargo, le costó La Moncloa a Mariano Rajoy. En cambio el caso de los ERE de Andalucía, exculpados ahora por el TC, fueron… ¡680 millones!
Por eso, el libro tiene su morbo. Enumera en total 65 mentiras. En la conversación que mantuve con la autora, me llamó la atención cómo empezó a interesarse por Pedro Sánchez. Viniendo de un campo tan ajeno a la política como el mundo universitario. Pero me dijo que le recordaba a los adolescentes que mienten. «Que mienta y mienta tanto un presidente del Gobierno no es normal», afirmó. «Cuando vi todo eso, empecé ya a recopilar sus mentiras durante la pandemia». Hasta trazó un perfil psicológico de Pedro Sánchez. A su juicio, es «psicópata, narcisista y mitómano».
Aunque hay que decir, en honor a la verdad, que lo de «psicópata» no tiene que ser como en las películas americanas. A mí ya me lo dijo hace años Rosa Díez, probablemente la primera socialista que lo caló después de que se lo quisieran enchufar en el Parlamento Europeo. «La mitomanía es un tipo de mentira, que es justo la del presidente del Gobierno, un mitómano tiene un deseo de figurar, de hablar de él mismo, de sentirse por encima de los demás», continuó.
Cuando mientes, se producen una serie de alteraciones nerviosas. Depende de si es muy gorda: acelerar el pulso, tragar saliva, sudor frío. En el caso de Sánchez, no. Quizá por eso terminó con una llamada a los militantes a socialistas a rebelarse porque, en su opinión, no quedará nada del PSOE tras el paso de Pedro Sánchez por el poder. «Un socialista jamás puede ser sanchista», concluyó.