«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Peligrosas exhibiciones de poder

23 de mayo de 2015

 Cuando faltan argumentos o razones, tanto hombres como animales, recurren para amedrentar al contrario a una exhibición de fuerza. Evidentemente según sea esa potencia se conseguirán o no los objetivos deseados. El “desfile de la victoria” escenificado por Vladimir Putin este año, es un alarde de poderío militar con objeto de mandar un aviso al resto de países del mundo sobre la voluntad de Rusia de afirmar su presencia en el contexto internacional como una potencia de primer orden. El haber hecho tal despliegue en presencia del Premier chino es un aviso a navegantes.

      En realidad nadie le disputa a Rusia una preeminencia en el campo militar, sigue estando, sin la más ligera duda, entre las grandes potencias militares del mundo, no es ninguna novedad, pero nada más, económicamente es un desastre, ¡se ha convertido casi como un país del tercer mundo en un exportador de materias primas! políticamente es un estado policial, demográficamente se está extinguiendo, sobre todo en  Asia central, espacio de conflicto con una China emergente, socialmente su salud física y psíquica deja mucho que desear, el alcoholismo es más que un problema particular,  la evasión de inteligencia y la emigración es más que significativa, si creen que ese protagonismo militar les hace acreedores a un puesto de primer orden en el concierto mundial se equivocan.  Pero precisamente eso es lo que resulta muy preocupante ya que su incapacidad de asumir un protagonismo les puede llevar en su orgullo herido a asumir posturas agresivas que nos lleven a un conflicto muy serio.

     Frente a ese afán de protagonismo acrecentado precisamente por su impotencia en el resto de los campos, la afirmación de fuerza es un síntoma en realidad de debilidad, y esa debilidad precisamente es la que los convierte en peligrosos. Pues una agresión sobre Europa Occidental provocaría un retroceso y un desastre sin paliativos en todo lo conseguido a lo largo de esto últimos años en dichos países, sin considerar la respuesta desesperada de dichos países frente a esa invasión, no creo que ninguno estuviera dispuesto a volver a admitir una tutela rusa, independientemente de la mayor debilidad o agresividad que pudiera marcar el resto de Europa. Polonia por ejemplo antes de caer de nuevo en manos rusas como en el 39, recurriría sin duda a cualquier medio de defensa factible para su desarrollo tecnológico ¡hoy en día no hay enemigo pequeño! Ucrania es un piedra de toque, lo mejor que puede ocurrir ahora es que de una vez procedan a la división de la región, e insisto en el concepto área o zona, pues es lo que es, la nación que surgió tras la disolución de la URSS tampoco era un estado lógico ni étnica ni históricamente.

    Lo que preocupa por lo que tiene de espíritu infantil  y caprichoso son esas manifestaciones de fuerza militar, recordando y fabulando románticamente un hecho efectivamente trascendente en su historia reciente, pero fabulando sobre victorias, cuando realmente el único gran héroe de aquella masacre fue el pueblo llano que fue sacrificado inmisericordemente por una dirección militar y política mayoritariamente funesta e incompetente.

      El hecho que tales manifestaciones y aquelarres nacionalistas ponen de manifiesto es que probablemente estemos ante la mayor amenaza inminente al contexto europeo si sus dirigentes perdiesen el equilibrio emocional y les entrara el “santo nacionalista”. Eran más fiables los comunistas soviéticos, estaban más seguros de sí mismos y no tenían a una Iglesia mesiánica detrás.

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