Dice Mariano Rajoy y que no sabe de dónde sale el debate sobre si el Estado español va a cubrir o no los gastos de traslado y tratamiento del religioso español infectado con el virus del ébola. Pues señor Presidente, hay que estar más atento. El debate arranca tras las declaraciones de su directora general de Salud Pública, Calidad e Innovación, Mercedes Vinuesa Sebastián, quien dijo que veremos lo que tiene que cubrir la órden religiosa de Miguel Pajares, San Juan de Dios. Así que el origen de este debate mezquino está en el propio Gobierno del PP. Creo, Presidente, que la titular de ese ministerio es su amiga, Ana Mato (la que no vio el Jaguar en garaje propio).
El debate es sumamente decepcionante. La izquierda se ha apuntado a la insolidaridad -probablemente por tratarse de un sacerdote. La derecha política está contagiada del virus del complejo permanente. Bastaría con recordar que en España la saniad es universal y gratuita para todos. A Mato nadie la ha visto, debe andar de vacaciones o buscando el Jaguar. Nadie va a tener cuajo para recordar que la solidaridad no puede limitarse o es para todo y para todos o somos un país de insolidarios y mezquinos.
Por si al PP le pilló en la inopia, cuando mandaba Zapatero España pagó el rescate de un voluntario de una ONG, apellidado Vilalta, que nos hizo sufrir mucho a todos y que -felizmente- recuperó su libertad. Sano y salvo nadie cuestionó la solidaridad con el barcelonés secuestrado por Al Queda en Mauritania, cuando llevaba un camión con alimentos a la región subsahariana. Nadie lo criticó, era una decisión dudosa aunque que prevaleciera la liberación de un compatriota cautivo lo justificaba. Como era de una ONG nadie le dijo que metió la pata poniendo en riesgo su vida, simplemente nos alegramos y punto. Sin recibos.
Tiene mucha guasa que los que pretenden que la sanidad pública pague los abortos, o los que imponen que paguemos todos los cambios de sexo (como ocurre en Andalucía) exijan que el sacerdote que dedicó toda su vida a los necesitados de África, pague su estancia en el Hospital público.
El país con listas de espera que vacía salas de ingresos para atender a un asesino etarra, quiere que pague el pobre Miguel Pajares. En fin, yo no quiero vivir en un país tan miserable, tan sectario y tan poco consecuente. Miguel Pajares entró en el Hospital Carlos III de Madrid con trompetas y tambores, desalojando parte del mismo, es decir con mucho ruido y moviización general, de todos, menos de la ministra Mato. Queremos eficacia sanitaria, no movidas, ni shows mediáticos.
