«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Pensar lo impensable

20 de julio de 2015

La sociedad española está inmersa en un sueño de “progreso” (ecológico y sostenible) de aspiraciones ilimitadas, una realidad teórica en la que nada debería alterar el bienestar alcanzado en estos últimos 60 años, obviando lógicamente según la ideología dominante que ese progreso comenzó en los años 50 del siglo pasado durante la infausta dictadura. Es impensable y de personas negativas o retrogradas el creer que se puede retroceder en las “conquistas sociales” y el nivel de vida alcanzado,  y que quienes estén al frente del país gestionando la “cosa pública” parece que no importan a la hora de pronosticar el triunfo de una consolidada democracia. ¡No puede ser –dirán – eso en España no es posible!

La primera sorpresa ha sido la dura crisis de los últimos años en los cuales una buena parte de la sociedad ha visto mermadas sus posibilidades de avance social y que ha puesto de manifiesto las debilidades del sistema. Pero más allá de las necesidades y carencias evidentes para la mayoría,  el ciudadano medio no se ha  percatado de la seriedad de los problemas estructurales del actual sistema. El problema demográfico por ejemplo, o la pérdida de productividad debido al  inadaptado modelo de educación al sistema productivo o la hipertrofia del aparato administrativo, por solo mencionar tres aspectos vitales del problema.

Lo más grave de esa inconsciencia colectiva es cómo una importante parte de la ciudadanía, tras una aparente cortina de puritanismo han decidido darle un escarmiento electoral a los partidos principales, aquellos  que nos han gobernado mejor o peor hasta ahora, y para ello han votado con rabia a opciones políticas inviables. La corrupción ha existido, existe y existirá a nivel individual y colectivo en tanto subsista la naturaleza humana y los grupos políticos dependan para sobrevivir de contribuciones dinerarias de terceros, sinceramente no seamos hipócritas. Esa irracionalidad, al obviar la lógica de los propios intereses y dejarse llevar por una pasión justiciera, que demuestra una gran inmadurez democrática,  nos puede destruir económica y socialmente. Sobre todo porque hoy más que nunca necesitamos buenos gestores al frente de las instituciones, gente competente en el sentido literal del término, hoy más que nunca con la crisis que se avecina necesitamos buenos profesionales y no visionarios, mesías utópicos  que al final acaban en dictaduras de miserias colectivas.  Resulta igualmente desconcertante que el PSOE, partido de gobierno, haya hecho causa común con semejantes grupos, lo que indica que desgraciadamente subsiste en un sector de la izquierda española, resucitada a raíz del funesto Zapatero, esa animadversión que en su día nos llevó a una guerra civil. No nos engañemos si algo parecido a lo que vimos en las municipales y autonómicas se reprodujera a nivel nacional,  coincidiendo con un empuje separatista en país Vasco y Cataluña, volveríamos a caer como pueblo, todos incluidos, progresivamente, en una situación de subdesarrollo y pérdida de la mayoría de los beneficios hasta ahora alcanzados, no por decisión política sino por el peso irrebatible de la realidad. ¡Sí hay marcha atrás quien diga lo contrario miente!

Para quien tenga dudas que mire a Grecia, por mal que estuviera, lo que les espera es necesidad canina, porque de donde no hay, nada se saca, y para que haya algo es necesario producirlo y capitalizarlo,  le pese a quien le pese, “los sueños, sueños son..” Los populismos, marxismos trasnochados encubiertos, regímenes pseudo anarquistas, mucho corazón y poca cabeza, promesas vanas que solo conducen a la dictadura y la miseria como en Venezuela, o como eran los países del Este de Europa antes de la caída del muro, sistemas que no funcionan. Si nuestros electores y el PSOE no votan responsable y racionalmente esta vez, y semejantes grupos alcanzan el poder,  nos veremos en el medio plazo en una situación tan desastrosa que nos hará soñar con la última crisis como si hubiera sido un período de bienestar inalcanzable.

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