«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El peor ciego es el que no quiere ver

9 de abril de 2015

    Resulta lógico el interés que despiertan las encuestas en los diversos partidos políticos y su repercusión en los medios de comunicación. La técnica del sondeo de la opinión pública no es ninguna novedad pero desde luego a la hora de establecer unas bases para el gobierno de una nación no deben constituir el imán o brújula que condicione la actuación de los gobernantes como único determinante a la hora de tomar decisiones trascendentales que afecten a los diversos grupos de ciudadanos. Los votantes son personas con sus diferentes ideologías, filias  y fobias particulares. Me asombra que el PP siga dándole vueltas a la pregunta de por qué a perdido una gran parte de su electorado, cuando la contestación a esa pregunta es muy sencilla, no hacen falta más encuestas ni reuniones extraordinarias para diagnosticar el mal que les aqueja: El votante del PP tradicional es un colectivo que tiene una ideología determinada, con evidentes variantes y matices, pero claramente lo que siempre se ha identificado como de  “derechas”, es decir conservador, en gran medida liberal, y espera que el partido que lo represente mantenga esa ideología en su actuación política. Aunque para ello deba enfrentarse con grupos de ideología contraria.

  Todo partido político debe ser fiel a sus principios y mantenerlos en la práctica no en charlas de salón, y cuando un partido ha llevado a cabo una política totalmente contraria a su ideología base: fracasa, porque se encuentra sin votantes. Lo incomprensible es que el partido no se hubiera dividido en el congreso de Valencia cuando Rajoy pontificó que en el PP no cabían los conservadores y liberales… ¡No se qué partido pensaba liderar! Fue un fallo clarísimo de la oposición interna el no haberse ausentado inmediatamente,sospecho que estaban pensando en aquel momento más en sus cargos y puestos dentro de la institución que en su vocación política. 

   Es muy fácil en la época de la informática el hacer una encuesta, no a todo el mundo,sino  entre ex votantes del PP y preguntarles por qué ya no se sienten inclinados a votarlos  o únicamente piensan hacerlo tapándose la nariz para huir de extremismos marxistas o socializantes. Si no se hace, algo que debió tenerse en cuenta hace tiempo, ahora ya es tarde porque ya pocos se fían de su palabra, es porque en el fondo los actuales dirigentes conocen perfectamente la contestación, no es ningún misterio y seniegan con cerril insistencia a no variar su rumbo. El barco lo van a llevar a las piedras a ciencia y conciencia, puede que Madrid, sobre todo por Esperanza Aguirre, y alguna que otra región, Galicia o Valencia, por ejemplo, se salven en parte, por terror a la izquierda y su desastrosa gestión. Pero el país devendrá en una situación de ingobernabilidad. Los votantes de derechas se han quedado sin un partido con capacidad de gobierno al que votar y eso es muy grave, puesto que si la izquierda para gobernar acude a la figura de un frente popular y lanza un programa “progre”, cualquier intento de convencer a los inversores de que España no pueda llegar a convertirse de nuevo en un serio problema para el conjunto de la UE, con ese panorama, va a resultar prácticamente imposible salir de una depresión crónica en España en cuanto a empleo y desarrollo.

La pregunta clave es ¿está el PP sobre todo su Presidente, a tiempo de cambiar y volver al carril ideológico de los votantes de su propio partido?

 

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