«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Personas, ideales y correción política

15 de abril de 2016

Resulta tan evidente que produce hasta vergüenza el tener que señalar la influencia decisiva que tienen en España las ambiciones personales en el actual escenario político. Tan llamativo resulta que nadie parece atreverse a apuntarlo como la razón principal de que no sea posible llegar a acuerdos y diseñar un plan de futuro para el país que garantice la estabilidad institucional y el futuro de nuestros ciudadanos.

Las verdaderas razones de discrepancias entre ellos se ocultan bajo un grueso manto de declaraciones sobre la defensa de unos principios e ideales que presumiblemente son incompatibles entre sí, y unas dramáticas manifestaciones sobre honestidad,  sinceridad y vocación de servicio público. Si nos limitamos a analizar objetivamente dicha batería de alegaciones, descubriremos que el lenguaje empleado es muy similar, políticamente correcto, y que sus objetivos al menos sobre el papel, coinciden en la práctica más de lo que están dispuestos a admitir. Obviamente me estoy refiriendo a los partidos encuadrados dentro del llamado bloque constitucional, no los extremismos por supuesto.

Hoy en Europa, en el bloque occidental en general, podemos afirmar que la diferencia, y oposición en la práctica, entre la antigua derecha e izquierda clásica, de origen revolucionario, tiene menos sentido del que se le pretende atribuir, en lo que se refiere a los derechos y obligaciones de los ciudadanos, las estructuras de poder y los objetivos del gobierno a la hora de organizar la sociedad en beneficio del mayor número de ciudadanos.

Estamos hablando, si lo vemos sin pasión partidista, de cuestiones de matiz, no discrepancias insalvables, respecto a los bienes a proteger y los medios para conseguirlos, considerando las limitaciones de todo tipo que nos imponen las circunstancias nacionales e internacionales. De poco servirían programas ambiciosos si materialmente son imposibles de llevar a cabo.  Defender lo contrario no deja de ser una estrategia demagógica  para confundir  al electorado.

Hoy puede afirmase, que   entre los partidos denominados de derecha, centro derecha, como los de  centro izquierda,  prevalece un concepto  aceptado sobre la sanidad, la educación universal, la propiedad privada, la libertad personal y de conciencia, los derechos laborales, ciertas coberturas sociales claves para mantener el orden social y un sistema impositivo. En este último capítulo es donde se manifiestan las mayores diferencias, pues obedecen a diferentes formas de concebir la creación y distribución de riqueza entre los miembros de una comunidad, con objeto de lograr el mayor bienestar posible para la mayoría. La diferencia entre la filosofía liberal y la planificación estatal, pero en ningún caso esto, hoy, debe constituir un obstáculo insalvable ya que los acuerdos son perfectamente posibles.

Por tanto este ir y venir de diálogos sordos entre los miembros de la clase política española, el jaleo organizado por los medios de comunicación, que no me cabe la menor duda es interesante desde un punto de vista informativo,   resulta como mínimo grotesco y exige analizar las verdaderas causas por las que tres partidos que se declaran “demócratas y constitucionalistas” ante una amenaza seria de disrupción estructural del país, económica y territorialmente, son incapaces de llegar a un acuerdo teniendo la mayoría, más que absoluta entre los tres, en el parlamento,  en el senado, en las autonomías y los municipios.

Habrá que preguntarse el porqué y a quién beneficia este desconcierto. Es evidente que a nadie más que a los extremistas y separatistas. Aquellos que ejercen la responsabilidad de sus puestos respectivos, deben dejar de hablar sobre si son “galgos o podencos” y dejarse de puritanismos, ¡todos se han financiado ilegalmente, pues el sistema lo propicia, y desde el principio de la transición se desmontaron los mecanismos de intervención y control independientes a todos los niveles, y eso lo acordaron entre todos! Los que recién se incorporan al baile político, podrán alegar que no han participado, tienen razón, porque simplemente no han tenido necesidad, pues no existían.

Si no se modifica el sistema y se establecen controles, no hay solución, los españoles no son ni más ni menos corruptos que el resto de la humanidad, no hay que rasgarse las vestiduras como plañideras ¡a ver si a estas alturas vamos a pensar que somos seres angélicos! Reconocer los fallos estructurales del sistema, ponerse de acuerdo y olvidarse de esta competencia personal, pues es escandalosa, y empezar a gobernar que es administración y gestión no solo lucha por el poder.

Fondo newsletter