Rafael Correa, presidente de Ecuador, izquierdista y co-líder del llamado eje bolivariano ha amenazado con presentar su dimisión si se despenaliza el aborto en su país: eso es tener principios. No hay político en España que no apele a los “principios y valores” en su compromiso ideológico, aunque a la hora de la verdad su comportamiento se resume más bien, salvo honradas excepciones, en dime de qué presumes y te diré de qué careces.
Tener principios es jugarse el puesto por algo que uno considera de conciencia –cuando están en juego vidas humanas todo es de conciencia–, como ha hecho Correa. Tener principios es lo que llevó a Balduino a abdicar de la Corona belga y tuvieron que inventar una fórmula para restituirle en el cargo dado que él no estaba dispuesto a mantener su reinado si debía firmar la aprobación del aborto y los belgas no estaban dispuestos a perderle como Rey. Tener principios es vetar una ley del aborto como hizo, jugándose el cargo y enfrentándose a su propio partido, otro mandatario izquierdoso, el presidente Tabaré Vázquez, en Uruguay. Otros comportamientos –no hace falta que concrete ni hechos ni personas– implican no tener principios o, mejor, evidencian que el personaje tiene uno solo: mantenerse en el poder, haciendo suya la frase “ande yo caliente y ríase la gente”.
Carlos Salvador, diputado en el Congreso de Unión del Pueblo Navarro, fiado –santa inocencia– por las habituales declaraciones de los parlamentarios españoles adalides del aborto, de que “nadie quiere el aborto y que hay que estar con la madre y su dolor”, propuso añadir a la vigente ley –supongo que desesperado por la inexcusable tardanza de la Ley Gallardón– que las mujeres que optaran por abortar en las primeras 14 semanas de gestación, recibieran en un sobre cerrado, y junto a información de interés, una ecografía del nasciturus. ¡La que se ha armado!
Los llamados partidos de la izquierda, UPyD incluido, le llamaron de todo. El PSOE tacha la idea de “absolutamente rechazable”, Rosa Díez de UpyD habla de “absoluta barbaridad” y “completo despropósito”. Como se puede ver todo un glosario de sesudos argumentos en pro de la información a la mujer que según ellos se ve “abocada a lo que nadie desea”.
¿Por qué les molesta tanto la reflexión de la gestante? ¿Qué miedo les da que vea lo que lleva en su placenta? Esta actitud me recuerda al fenómeno estudiado por la sociobiología que evidencia lo difícil que es para un humano evolucionado matar a otro a sangre fría y lo fácil que resulta apretar una pantalla –modelo juego de marcianitos– y endiñarle un misil a un blanco sin ver ni las caras ni el sufrimiento de los que con nuestra acción eliminamos. Por cierto el PP, como es habitual, miró hacia otro lado. ¿Eso es tener principios o más bien no tener vergüenza?