«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.
Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.

Protocolo

6 de mayo de 2023

Las comunidades autónomas, el denominado modelo autonómico es el cáncer de nuestra querida España. Por muchas razones, y no vamos a entrar en profundizar a estas alturas, España es un país, una nación que ha tenido muchos problemas para vertebrarse, y las comunidades autónomas han sido una rémora constante para este desafío. 

Hoy no sólo hay nacionalismo vasco y catalán, también lo sufrimos en Galicia, Aragón, Andalucía o Canarias. Es simplemente insoportable, carísimo y en demasiadas ocasiones ridículo. Prueba de ellos es nuestra nuestra incapacidad actual para tener una acción colectiva común: una política para todos y solidaria en asuntos tan esenciales como el idioma, la educación, la sanidad, el agua, la vivienda, el empleo y demás etcéteras que claman por una política común o mejor, por una política nacional.

El último acontecimiento —que lo es, por muy artificioso o sobredimensionado que nos parezca a muchos— es el affaire Bolaños. Resumido, consiste en que a un ministro del Gobierno de España le negaron la entrada en un acto de una comunidad autónoma. En suma, la autoridad regional, la administración regional, le negó la entrada a un ministro del Gobierno nacional (artículo 97 y siguientes de la Constitución Española, aún en vigor, imagino) que estaba debidamente escoltado por la Policía Nacional, supongo. 

Muchos pensamos que la Presidencia de Pedro Sánchez está en las últimas, que no da más de sí. Incluso aceptamos como normal que el presidente y sus ministros no puedan pisar la calle sin que se produzca lo que hasta hace muy poco se denominaba un altercado de orden público. Nunca hemos tenido un presidente y un Gobierno tan impopular. La política es cruel y se puede entender que, en estos momentos, ensañarse con este Gobierno es lo que pide una gran parte, una gran mayoría del electorado, pero no podemos dejar de lado nuestros objetivos.

Alentar un autonomismo madrileño, un cuasi nacionalismo madrileño es un disparate. El estado autonómico es considerado por muchos españoles como un gran fracaso. El estado autonómico ha alentado el nacionalismo periférico, ha generado un gasto público desorbitado, un clientelismo económico endémico y no ha hecho nada para vertebrar España, al contrario. 

La política moderna tiene algunas peculiaridades; entre ellas, las escenas llamémoslas inmediatas. El mejor ejemplo es el de un jefe de Estado que pide perdón (y no sólo me refiero a España). La inmediatez de la escena de Ayuso y Bolaños no nos tiene que hacer olvidar que vivimos inmersos en un Estado absolutamente intervencionista que practica el sadismo fiscal (diputado Figaredo dixit), una deuda pública impagable, unas cotas de paro inasumibles y un estado simplemente, y decididamente, insostenible.

La derecha española no puede ser autonomista por mucho que nos pida el cuerpo zarandear a Sánchez y su Gobierno. No perdamos, como buenos marinos, el horizonte, Ayuso no está por encima de Bolaños. Ni las comunidades autónomas son la nación española.  Hay que elaborar una hoja de ruta para devolver a las comunidades autónomas a su papel constitucional, una administración simple y llanamente regional, ni más ni menos.  Una diputación regional, diría, sin tanta parafernalia, ni tanto bombo. Este es el gran desafío de los próximos años. Hagamos valer nuestra fuerza. 

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