«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

‘En mi puta vida’

30 de abril de 2014

A la vicepresidenta del Gobierno no le ha hecho falta un micrófono traidor como a Federico Trillo y su “manda huevos”, como a José Luis Rodríguez Zapatero y aquel “nos conviene la tensión” o, más recientemente a Esperanza Aguirre en el Comité Ejecutivo del PP: “Esto es un coñazo”. Soraya Sáenz de Santamaría sólo ha necesitado el habitual corrillo de periodistas en los pasillos del Congreso tras una sesión de control y un enfado mayúsculo para afirmar: “En mi puta vida he cobrado un sobre”. La portavoz socialista del mismo nombre la había acusado de embolsarse hasta 600.000 euros en sobresueldos. Y a la “gente honrada” que “trabaja muchísimo” ese tipo de acusaciones no les hace “ninguna gracia”.

No es frecuente ver a la mujer más poderosa de la política española actual perder los nervios. A veces, en el debate parlamentario, hace como se enfada y se indigna, pero es puro teatro. Lo tiene bien ensayado. Sin embargo, este martes estaba fuera de sí. A la ofensa de Soraya Rodríguez se suma el tsunami que cada cierto tiempo le monta el PP de Madrid a Génova 13 desde que Mariano Rajoy ocupa el despacho principal. El matrimonio Aznar, con la ayuda inestimable de Esperanza Aguirre y la maquinaria electoral del PP mal engrasada le han hecho un roto a Miguel Arias Cañete que ya quisiera haber diseñado Elena Valenciano.

Aznar es un referente para las bases del PP como muy bien sabe Alejo Vidal-Quadras, que ha tardado poquísimo en reivindicar al ex presidente e invitarle a la campaña de VOX. Esta pequeña y nueva formación constituye una amenaza mucho mayor para el PP que la abstención. Lo saben y empiezan a decírselo a sus simpatizantes. El silencio ya no cuela y Arias Cañete ha avisado de que votar a partidos pequeños no sirve más que para que sus cabezas de lista cobren más dietas. Porque la abstención, al final, a la hora del recuento, modifica el número de votos, pero no los porcentajes ni la distribución de escaños: es un daño ‘moral’ sin consecuencias en lo que de verdad duele a los políticos, la merma de poder. En cambio, el voto a otras formaciones sí resta porcentaje y escaños a los grandes.

A la vista de las encuestas de cara a las elecciones europeas, apenas dos o tres escaños separan al PP del PSOE. Por eso Soraya Sáenz de Santamaría está de los nervios y por eso el descarte de Aznar -sea como haya sido la cocina del tú no me has llamado o yo no he querido ir- es un error.

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