A la vicepresidenta del Gobierno no le ha hecho falta un micrófono traidor como a Federico Trillo y su “manda huevos”, como a José Luis Rodríguez Zapatero y aquel “nos conviene la tensión” o, más recientemente a Esperanza Aguirre en el Comité Ejecutivo del PP: “Esto es un coñazo”. Soraya Sáenz de Santamaría sólo ha necesitado el habitual corrillo de periodistas en los pasillos del Congreso tras una sesión de control y un enfado mayúsculo para afirmar: “En mi puta vida he cobrado un sobre”. La portavoz socialista del mismo nombre la había acusado de embolsarse hasta 600.000 euros en sobresueldos. Y a la “gente honrada” que “trabaja muchísimo” ese tipo de acusaciones no les hace “ninguna gracia”.
No es frecuente ver a la mujer más poderosa de la política española actual perder los nervios. A veces, en el debate parlamentario, hace como se enfada y se indigna, pero es puro teatro. Lo tiene bien ensayado. Sin embargo, este martes estaba fuera de sí. A la ofensa de Soraya Rodríguez se suma el tsunami que cada cierto tiempo le monta el PP de Madrid a Génova 13 desde que Mariano Rajoy ocupa el despacho principal. El matrimonio Aznar, con la ayuda inestimable de Esperanza Aguirre y la maquinaria electoral del PP mal engrasada le han hecho un roto a Miguel Arias Cañete que ya quisiera haber diseñado Elena Valenciano.
Aznar es un referente para las bases del PP como muy bien sabe Alejo Vidal-Quadras, que ha tardado poquísimo en reivindicar al ex presidente e invitarle a la campaña de VOX. Esta pequeña y nueva formación constituye una amenaza mucho mayor para el PP que la abstención. Lo saben y empiezan a decírselo a sus simpatizantes. El silencio ya no cuela y Arias Cañete ha avisado de que votar a partidos pequeños no sirve más que para que sus cabezas de lista cobren más dietas. Porque la abstención, al final, a la hora del recuento, modifica el número de votos, pero no los porcentajes ni la distribución de escaños: es un daño ‘moral’ sin consecuencias en lo que de verdad duele a los políticos, la merma de poder. En cambio, el voto a otras formaciones sí resta porcentaje y escaños a los grandes.
A la vista de las encuestas de cara a las elecciones europeas, apenas dos o tres escaños separan al PP del PSOE. Por eso Soraya Sáenz de Santamaría está de los nervios y por eso el descarte de Aznar -sea como haya sido la cocina del tú no me has llamado o yo no he querido ir- es un error.