«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Rafael L. Bardají (Badajoz, 1959) es especialista en política internacional, seguridad y defensa. Asesor de tres ministros de Defensa y la OTAN, en la actualidad es director de la consultora World Wide Strategy.
Rafael L. Bardají (Badajoz, 1959) es especialista en política internacional, seguridad y defensa. Asesor de tres ministros de Defensa y la OTAN, en la actualidad es director de la consultora World Wide Strategy.

¡Que vienen los suecos!

16 de septiembre de 2022

A mediados de los años 60, lo que hoy es la Playa de la Mata, densamente edificada y una prolongación natural de Torrevieja, era, en realidad, una playa desierta, apenas frecuentada. Desde Torrevieja era entonces una excursión dominical y se la conocía como “la playa de las suecas”, por ser el pedazo de costa preferido por aquella especie de valquirias de pies grandes, bikinis minúsculos y la altura de las Torres gemelas. Era la época en la que las nórdicas nos visitaban como turistas en busca del exotismo del atraso y, a la vez, naturalidad, de la España que comenzaba a salir de la postguerra. Paella, sangría, sol, arena y macho ibérico.

Cincuenta años más tarde, España sigue dependiendo en buena medida del turismo, como ha quedado patente durante las restricciones a la movilidad por las políticas anti-Covid. Pero británicos y alemanes han desbancado a las suecas. De hecho, si los suecos nos importan ahora mismo es por el resultado de sus elecciones del pasado domingo. Y aunque el escrutinio aún no está completado al cien por cien todo apunta a un vuelco a la derecha. Aún más significativo, en el bando de la derecha, el primer partido es el de los Demócratas Suecos que, por primera vez, da el sorpasso a los Moderados. Para que se entienda, los Demócratas Suecos son el Vox sueco y los Moderados, el PP. Por lo tanto, lo que se está cocinando es un gobierno de derechas en el que los Demócratas, hasta hace nada bajo un estricto cordón sanitario, va a ser determinantes en la composición del nuevo Ejecutivo y en sus políticas.

La realidad es que la criminalidad va a unida a los inmigrantes, los verdaderos racistas, machistas y violentos

Esta victoria es más importante aún si cabe, si se tiene en cuenta los tres ejes sobre los que se ha movido la campaña electoral: la inmigración y la inseguridad ciudadana; la inflación, el coste de la energía y la política fiscal; y, en menor medida, el papel de Suecia en el mundo una vez que se acaba de incorporar a la OTAN, perdiendo su tradicional neutralidad.

Suecia, la niña bonita y modelo de toda la socialdemocracia universal, incluido el PSOE de Felipe, ha visto que su experimento social de abrir sus fronteras a casi 200.000 inmigrantes y solicitantes de asilo al año, no ha culminado en la integración social de quienes eran acogidos generosamente, sino que se ha convertido en un auténtico infierno para las mujeres, con la tasa más alta de violaciones de toda Europa y con una criminalidad galopante. Lo que se ve en las series policiales buenistas, como la del Joven Wallander, sólo denuncia la corrupción de las elites blancas y el racismo social, pero la realidad es que la criminalidad va a unida a los inmigrantes, los verdaderos racistas, machistas y violentos. Los suecos han votado basta a un experimento social fracasado y que supone un coste en seguridad, libertad y recursos financieros. Y quienes más sufren esa fricción social, las capas bajas y la clase media, no los ricos que viven en su burbuja, son quienes más han votado a los Demócratas Suecos, los únicos que han denunciado desde sus orígenes los excesos y peligros de la inmigración actual. Como en el Ejido se votó a Vox, aunque El País lo interpretara por la ausencia de librerías en el pueblo, cosa que no es verdad, para más inri.

Supongo que la izquierda española dejará el ejemplo sueco como modelo a seguir

El segundo gran tema ha sido la respuesta del Gobierno socialista a la actual crisis económica y supuesta recesión que se nos viene encima. Mientras, al igual que ocurre en España, el estado hinchaba sus arcas con los impuestos, gracias a la inflación (22.000 millones más en nuestro caso), los ciudadanos eran los que tenían que apretarse el cinturón. Y en lugar de medidas populistas, carne de cañón de nuestros telediarios, como esa cesta de la compra de Yolanda Díaz, allí lo que se ha impuesto es una rebaja de impuestos para que el dinero se quede donde debe estar: en el bolsillo de quien lo gana con su trabajo.

Supongo que la izquierda española dejará el ejemplo sueco como el modelo a seguir. Y todos aquellos que han promovido el cordón sanitario contra Vox repudiarán ahora a Suecia y se rasgarán sus vestiduras al ver cómo “la extrema derecha”, “los fascistas”, “los soberanistas”, entran y conducen el gobierno. Los suecos son como los españoles, pero, afortunadamente para ellos, al revés. Como lo eran aquellas rubias de piernas infinitas frente a una sociedad de bajitos de aquel entonces. 

¿Puede suceder en España lo que parece que va a pasar en Suecia? No sé si puede, pero si estoy convencido de que debe. Nuestros Moderados y Demócratas, esto es: PP y Vox, deben prepararse para trabajar juntos para salvar a España de la ruina económica y moral en la que nos está hundiendo Pedro Sánchez. ¿Cómo lograrlo sin despedazarse en el intento antes de las elecciones generales? Eso se lo dejo al sentido común y el buen hacer de los dirigentes de ambos partidos. Es España, no es el llamado “efecto Feijóo” lo que está en juego y lo que nos tendría que preocupar.

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