«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

Quedarse la motosierra

28 de enero de 2025

Decíamos ayer… y no hacía falta ser Nostradamus, ni Kissinger, que se venían cositas, como dirían en la parla de X…

El domingo, mientras González Pons pedía obispas, el diario El Mundo publicaba una entrevista de dos páginas a Espinosa de los Monteros (en adelante, EdlM). No hay como salir de Vox para salir en los medios y que traten a un Espinosa de los Monteros, por fin, como  a una Álvarez de Toledo…

Alguien dirá que se le abren las plataformas del PP, pero podríamos precisar que son más bien las del ayusismo, donde se cocina lento el cocidito madrileño de antisanchismo visceral, liberalismo de boquilla, ciudadanismo refugee, contundencias patrióticas de pulserita, la lucha por la civilización occidental y, ahora, pellizquitos de trumpismo sobrevenido. Así, los altavoces de Ayuso, de repente, los disfruta EdlM para ofrecer una forma de trumpismo suave (esto sí) y emitir un mensaje ya habitual, que ya suena, que ya nos va sonando: el «que se entiendan». Porque contra Sánchez y el sanchismo, «se tienen que entender».

Este mensaje es una reformulación del «voto útil». Otra forma que adopta. Ante Sánchez, que es el demonio absoluto, la encarnación de todos los males, Vox no puede andarse con pijaditas ideológicas y tendría que entregar la cuchara.

Mientras esto se dice, González Pons llama gorila a Trump y se erige, como un Macron de la Malvarrosa, en protector de la democracia. Pero Pons no es un cualquiera, Pons es el que firmó, no hace mucho, el pacto de la justicia con Bolaños.

El «que se entiendan», que iguala a unos y  otros, viene siempre, no es de extrañar, desde el mismo sitio. E igual que algunos nada trumpianos nos cuentan ahora que ellos han vencido al wokismo, los responsables de que la suma PP+Vox no saliese, quienes basaron la campaña en demonizar  a Vox, el posible apoyo, siguen en sus trece, incluso en sus Trece Tv. Lejos de hacer autocrítica, ese mensaje ha seguido vivo y ahora adopta una forma nueva en el discurso, quién lo iba a decir, de EdlM.

«Tenemos que aprender a convivir», nos dijo con ecos de Transición. EdlM suena (dicho sea esto con todos los respetos) a Alvise pijo, articulado y de consenso. Porque su mensaje no adopta el rencor casticida sino la forma aceptable de la moderación. No es contra la élite, sino desde la élite. Es el tenemos que entendernos, aparcar las diferencias, dejar de crispar…  Como cuando el Rey decía aquello de «hablando se entiende la gente», pero ¿hablar de qué ? ¿y con quiénes?

EdlM regresa como élite angélica que desciende entre Vox y el PP, entre lo público y lo privado, y trae con él un trumpismo que ahora sí se puede decir, una especie de trumpismo de centro.  Su discurso con piel de trumpismo para peperos que se han ido enterando de que va la vaina adopta las dos retóricas admisibles: la del moderantismo y la del liberalismo (añadiría incluso la del reformismo, pero eso ya otro día…).

Ese «entiéndanse» le pide al que tiene una barquita que no se defienda del portaviones, y a quienes han llevado la gestión del gobierno de Sánchez a los tribunales que bendigan con su silencio a quienes han firmado el reparto judicial (Pons) o institucionalizado el sanchismo (Feijoo).

Aparcar la diferencias no es electoralmente optimo, pues lo mejor sería que cada partido maximizara sus posiciones y luego sumaran, pero de lo que se trata no es de ganar, es de que Vox no pueda crecer, no pueda castigar electoralmente al PP.

Es un desesperado intento para que la corriente eléctrica política mundial no pase por España y sea, todo lo más, un eco lejano, una franquicia controlada y gestionada. MacTrumpismo. Ubertrump…

El «que se entiendan» significa «que se calle Vox». Cuando se pide mesura y convivencia está implícito que alguien está siendo estridente. Son frases consonantes con la narrativa del PP. La forma disfrazada y en apariencia cordial que adopta el discurso antivox.

TRUMP GANÓ CON CONFLICTO

Hay también una simplificación interesada de Trump. Los recortes de Milei y los que promete Trump junto a Musk (mucho hay que hablar de esto) llevan a pensar en un trumpismo libertario de repente aceptable, adaptable aquí, trasplantable aquí, un sentarse y firmar, algo a lo que sí se dignarían descender los liberales madrileños, pero eso es una versión reducida de lo sucedido. El momento firma de Trump se consigue llegando al poder y jugándose la vida sobre la base de un movimiento nacional. Contra todo. Hasta un punto en el que, por fin, parte de la élite cambia de bando y se produce una alteración significativo del poder. Eso se consigue sobre la discusión, la lucha, la oposición, la convicción y la profundidad política contra un sistema dentro de ese sistema. Para «echar a Biden» bastaba cualquiera del Partido Republicano que se aviniera a un «llevarse bien».

Las medidas que firma Trump y lo que puede llegar tampoco es mero reformismo económico. De fondo puede haber un conflicto con el Congreso y una revolución en el papel del Ejecutivo.

De nuevo, conflicto, transformación.

Trump y Musk no han llegado ahí callando y dándose un abrazo con el viejo Partido republicano. Han llegado barriéndolo. Cambiando la derecha norteamericana. Y es lo que tiene que hacer Vox.

Pedir a Vox que calle es, primero, un riesgo electoral que ya costó caro; un «pan para hoy», y un discurso para que Vox se contente con ser su caricatura: minoría de nostálgicos o extremistas incapaz de admirar la sensibilidad erótico-democrática de Pons o Sémper. (los más admirables del PP porque no engañan).

Cuando a EdlM le preguntan por los «guiños a Putin de su partido», una pregunta falsa y malintencionada, él calla. Calla a una de las insidias del discurso antivox cuando no viene de la izquierda: el ramal LSD losantiano del putinismo.

Si se fijan, la izquierda considera a Vox fascista. Pero el ataque a Vox desde la «derecha» es triple: el peperismo tipo Sémper o Pons, va por ese camino: populismo orbaniano iliberal; el losantismo lo considera putinista (criptocomunista); y el liberalismo de calcetín y pajarita, falangismo, o sea, una derecha económicamente iletrada, inadaptada ante el dinero, gente que no sabe crecer, algo así como socialistas a fuer de fachas.

O sea, que desde el PP (mundo pluriforme) a Vox le pegan por tierra mar y aire, por todos las rincones de la rosa de los vientos. Es un ataque paralizante.

Y por si no fuera poco, tocan también la fibra práctica: vuestra lucha es inútil, se dice, y nos joroba la aerodinámica contra Sánchez.

Mientras llueven chuzos de punta por todos estos sitios, calientan por la banda de Internet friquis ideológicos para entrar cuando se diga.

Pues con todos esos flancos atacando a Vox, llega EdlM, ex de Vox, a pedir que se entiendan para echar a Sánchez, para lo cual Vox no solo deberá callar sino ignorar todo aquello en lo que el PP contribuyó al sanchismo.

El discurso de EdlM y su esfera potencial de peperocuriosos, ex voxeros (recuerden que huían, y ahora se entiende todo, del terrible falangismo de Buxadé) y satélites ayusales conforman una  fuerza política, de cariz a veces regional, madrileño, que intenta callar a Vox y drenar a Vox o replicarlo con algo sucedáneo controlado.

UNA OPORTUNIDAD

Pero esto es interesante. Es muy interesante. Porque lo hacen bajo el pendón de lo liberal y una coyuntura concreta. Lo liberal les funciona como una barrera de entrada (entrar o no a un club privado por la actitud con el arancel) pero también como un lugar de llegada, posibilidad teórica de fusión para liberalios,  liberales egipcios, exvoxeros y exciudadanos… Es decir, sitio de tránsito, intercambiador, nuevo centro.

Esa zona ideológica-estética-narrativa es con lo que se ha querido frenar a Vox desde el principio. Pero también podría ser una gran oportunidad. Si Vox se impone allí, si Vox hace suya la motosierra de Milei, el dinamismo económico prometido por Trump, su idea de racionalización de la administración y rebaja fiscal, su futurismo, lo que tiene de promesa vibrante (y que EdlM ve bien, caza al vuelo bien) pudiera ser que se abriera un flanco definitivo allí.

Ahora que los Milei y Trump se normalizan, que sus nombres se pueden pronunciar en los restaurantes, puede ser el momento de Vox para vencer en el terreno narrativo del capitalismo y el futuro. Si Valencia demuestra la realidad de la gestión del PP, la motosierra de Milei le quita al «centro» la rebaja fiscal.

Si consigue identificar su viejo mensaje (que era el de EdlM) de «acabemos con duplicidades autonómicas y con los chiringuitos» como un DOGE a la española, una forma española de racionalización estatal de Milei o Musk, darle esa pátina de de actualidad y futuro, traer algo de eso;  si Vox capitaliza la vertiente libertaria del discurso nacional patriótico, entonces puede que la trampa o acechanza se convierta en una oportunidad. ¡Quitarle lo libertario a los liberalios! Ah, reto maravilloso…

Decirle a quienes solo quieren recortes fiscales: la motosierra ahora está en otro lado, y activarla exige otra cosa: el rocanrol de Milei, el baile YMCA de Trump…  

¡La motosierra ruge, vibra, enciende! La motosierra no puede estar en manos de cualquiera…

¡No se puede repeinar a Milei, consensuar a Trump!

Además del discurso de la inmigración, hay un discurso suelto, suyo, desregulatorio y fiscal, que otros consideran ‘capturable’. Si Vox se impone, puede acabar entrando por ahí en el último caladero de votos. En la Roma pepera. Esto podría desmoronar definitivamente la resistencia del PP. Aunque aquí, eso sí, no solo funcionan las ideas, sino algo estético. Una noción de seguridad asociada al estatus o las credenciales, para gente que solo entiende las cosas si se las dice alguien con apellidos, pulidas formas y un inglés exquisito.

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