«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.
Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.

¿Quién va a pedir disculpas?

22 de diciembre de 2024

Todavía no me he recuperado de la declaración pataleta de Sánchez increpando a tertulianos, periodistas, comunicadores, marineros, soldados, solteros, casados, amantes, andantes y a alguno que otro cura despistao para que pidamos perdón al Fiscal General del Estao. Estaba el presidente del Gobierno fuera de sí, desencajado. Estado que, no sé si es apreciación sólo mía, pero cada vez le domina más. Me da que tiene que pulirse las férulas para el bruxismo a par por semana. La pregunta del bruxista llamador al arrepentimiento es: “¿Quién va a pedir disculpas? ¿Quién lo va a hacer?”

Aprovecho este texto dominical para que usted haga llegar sus sentidas disculpas a Álvaro García Ortiz, el Fiscal…del Estao. Supongo que estarán instalando confesionarios laicos en las calles y en las casas del pueblo para que todos los que hemos pecado —no me importa incluirme— reparemos el daño rePUtacional —enfatizo el tono del presidente— causado al Fiscal…del Estao: “¿Quién va a pedir disculpas? ¿Quién lo va a hacer?”

Está muy bien que el presidente del Gobierno nos introduzca en el ámbito espiritual tan propio del tiempo navideño, puesto que para muchos de nosotros es muy importante. Todos hemos de pensar en el daño que hemos hecho, en las consecuencias de nuestras acciones y casi peor, de nuestras omisiones. E iba a decir que me sorprende esta ira desatada y extemporánea que apenas consigue reprimir Sánchez por el supuesto mal que se le ha hecho al Fiscal…del Estao si la comparamos con los hechos acaecidos en buena parte de Valencia, Letur y Mira. Pero no, no me sorprende. Ya nada me sorprende de él. Es un individuo de una pasta que desconozco, él y todo su entorno. Inmorales, mediocres, carroñeros, mentirosos hasta el ridículo más evidente, carentes de vergüenza, rastreros hasta la náusea ante el líder al que traicionarán en el momento en que sea seguro hacerlo. 

Tanto numerito de Sánchez de indignación, lo más seguro impostada o en el que ha depositado todas las frustraciones de los últimos tiempos en los que las cosas se le están poniendo en contra, por un chisgarabís que ha borrado unos mensajes, y tanta indolencia ante la gran tragedia que ha sufrido España este año. Más de 200 muertos —repítanlo despacio e imagínenlos en línea, verán la barbaridad que ha sido—, pueblos arrasados que todavía no han recuperado la normalidad ni por asomo, casas inhabitables unas, otras más o menos, pero de calefacción ni hablamos, campas y campas llenas de coches que nadie ha movido todavía, sótanos y garajes tal cual quedaron después de la noche del 29 de octubre, negocios arruinados, lo que significa familias sin ingresos, devastación y abandono. Y esto no son bulos. Son horas de vídeos, cientos de testimonios de vecinos desesperados cuya única que ayuda que recibieron durante días fue la de voluntarios. 

Sufrimos una inflación política más allá de lo soportable, estamos representados en el municipio, en la diputación, en lo autonómico y en lo estatal y jamás hemos funcionado tan mal. En el caso de la gota fría, estamos ante una cadena de errores de tales dimensiones que si se hace una comisión de investigación decente —que es necesario hacer por el bien de todos— no queda títere con cabeza en ningún sitio. Ante este drama, a dos días de Navidad, reproduzco las palabras del propio Sánchez: «¿Quién va a pedir disculpas? ¿Quién lo va a hacer?»

Él, desde luego, no lo va a hacer. Estamos ante un psicópata. Y por mucho que lo repitamos, la palabra no va a dejar de tener sentido ni importancia. Tenemos por presidente a un señor que se va por piernas de Paiporta porque le tiran barro y no vuelve ni al funeral por las víctimas. Su gran preocupación ahora mismo es salir ileso de la grandísima trama de corrupción que le cerca y puede hacer cualquier cosa. Lo más importante: ¡el Francomodín! Valencia, Letur y Mira le importan un soberano pimiento. Y sólo queda una cosa clara e irrefutable, entre la maldad y la incompetencia hay miles de personas sufriendo calamidades impropias de un país desarrollado.

Escribo esto con tristeza, con vergüenza, con desesperación, también sabiendo que miles de españoles han dado todo su tiempo, sus fuerzas y hasta lo que no tenían para paliar la desgracia que se vive en esta zona de España. 

Sé que nuestra ayuda seguirá llegando, pero es necesario que el Estado con todo su inmenso potencial llegue allí y levante de nuevo Valencia y todas las zonas afectadas. Me siento torpe e impotente escribiendo esto, como una gota en el océano, pero si hay algo que temo es el olvido. No podemos olvidar esta zona de España.

Deseo a todos los lectores de La Gaceta una muy Feliz Navidad y en especial a todos los afectados por la tragedia. Somos uno, somos España.

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