Podemos está tratando de articular un proyecto de sociedad y un programa político del que ahora carece porque le empieza a resultar necesario ante las expectativas de voto que ha generado.
Hasta el momento, era suficiente con soflamas revolucionarias para encender el entusiasmo de los ciudadanos que, desencantados con la crisis económica, la corrupción política y la falta de soluciones de nuestros gobernantes, se sumaban con facilidad a cualquier populismo demagógico que prometiera combatir a la “casta” existente.
Pero el humo de las consignas revolucionarias y anti-sistema ya no es suficiente y los activistas de Podemos, liderados por Pablo Iglesias, conscientes de tal necesidad, han empezado a buscar la solidez que ahora no tienen, pidiendo consejo y asesoramiento entre personajes de solvencia económica y política.
El pasado 5 de noviembre, “El Gato al Agua” de Intereconomía Televisión informó en primicia de esta nueva estrategia del partido. Uno de los analistas habituales del programa, Mario Conde, compartió con el resto de los contertulios sus informaciones acerca de que conspicuos personajes del mundo de la economía y el constitucionalismo estaban siendo requeridos por Podemos como asesores para elaborar el nuevo programa electoral. El 17 de noviembre, de nuevo ante las cámaras de Intereconomía, Mario Conde insistía en este hecho, advirtiendo de que la formación de Pablo Iglesias está tratando por todos los medios de hacerse con herramientas que le permitan ofrecer un proyecto político viable. Un día más tarde, “El País” ha venido a corroborar la información ofrecida por “El Gato al Agua” con un artículo titulado “Podemos pone en marcha un programa que parte de cero: La formación trabaja en propuestas concretas y viables sobre economía y cuestión territorial”.
La formación de Pablo Iglesias quiere olvidar su pasado revolucionario: su alineamiento con la Venezuela chavista, sus promesas de impago de la deuda, su falta de coherencia en materia de política territorial, sus peligrosos escarceos con el mundo del radicalismo abertzale, sus imprudentes referencias a la violencia y sus trasnochados modelos bolcheviques de sociedad.
Conscientes de que las elecciones del próximo año pueden convertirles en una fuerza indiscutible en el Congreso de los Diputados, ya no hablan de no pagar la deuda, sino de la necesidad de reestructurarla, algo en lo que los más destacados economistas les darán la razón. Y eso no es más que el principio. Algunas de las más brillantes mentes con las que han contactado, aunque no comparten su ideario comunista, van a tratar de aconsejarles con las recetas más sensatas que requiere nuestra sociedad. Que después tengan la honestidad de hacer política en favor de los ciudadanos dependerá de ellos. Quizás únicamente están artillándose para conquistar el poder y utilizarlo después para sus propios intereses. Sea para lo que sea, Pablo Iglesias se ha dado cuenta de que “Podemos” no “podía”, y que para “poder” hacía falta sensatez, la que ahora están buscando, aunque sólo sea por hacerse con el “poder”. Quién “pudiera” adivinar lo que realmente esconde “Podemos”.
