«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Rajoy, Pirro de Pontevedra

27 de mayo de 2015

Pirro de Epiro no era «un señor de Pontevedra» como se autodefine su clon electoral, Mariano Rajoy, que cosecha las mismas victorias en las urnas que Pirro en el campo de batalla. Pirro no era gallego. No. Era heleno, no de la misma Atenas como Varufakis, pero tan griego como él. Pirro nació en 318 a.C y murió, víctima de una teja municipal que cayó sobre su cabeza, en 272 a.C. Fue rey de Epiro y, durante dos periodos tan breves como los del PP en la Moncloa, también fue monarca de Macedonia. Además de en sus victorias, Rajoy se parece a Pirro en su manera de morir, porque al «señor de Pontevedra» se le acaba de caer en la cabeza un montón de tejas municipales de los terrotorios en los que gobierna.

Gracias a la inteligencia estratégica de Pirro de Epiro, que debía tener generales tan brillantes como Arriola, Floriano y compañía, ha pasado al acervo cultural universal la célebre definición «victoria Pírrica», que es exactamente lo que le acaba de pasar al PP en las elecciones autonómicas y municipales ¿Qué es una victoria pírrica? Es aquella que se consigue con tal número de bajas, muertos y pérdidas para el vencedor que, aunque tácticamente haya triunfado, la victoria se torna desfavorable para el que la ha alcanzado. Pirro del Epiro se enfrentó a los romanos en Tarento. Venció, pero al contemplar el campo de batalla y pasar lista entre los supervivientes de sus tropas no pudo más que exclamar: «Otra victoria como esta y me vuelvo solo a casa». Si Rajoy hubiera hecho ese análisis sobre los resultados electorales del PP en las autonómicas y municipales, hubiese quedado como un rey. Porque, ciertamente Mariano, otra victoria como esta y te vuelves solo a Pontevedra. Has vencido, sí, Mariano, pero cuando vayas a pasar lista de los alcaldes y presidentes autonómicos que van a gobernar en tus territorios ya no será un coro de voces contestanto ¡presente! Quizá te responda una voz solista suavecita, ahogada y aflautada porque Ciudadanos, o cualquier otro, le tenga cogido por donde solemos agarrar al dentista para que no nos haga daño.  

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