No sé si el presidente del gobierno terminó la ronda de sus encuentros con los líderes de los partidos políticos que ha considerado recibirles en Moncloa para lograr un pacto por la unidad de España o aún piensa entrevistarse con alguno más. Alguno o algunos que tengan representación en el Congreso u otros que, como Ciudadanos y Podemos, aún no la tienen. Lo cierto fue que sus entrevistas con los representantes de IU, la Unión de Durán y Lleida y UPyD fueron tan esclarecedoras como las realizadas unos días antes.
Su reunión con el joven líder comunista de IU tuvo un resultado parecidísimo al que obtuvo cuando se reunió con el otro comunista de Podemos. Es lo normal; lo que puede esperarse de quienes se aferran a la utopía, a la demagogia, al populismo y al más rancio marxismo. De modo que, por parte de ese joven Garzón, ni Rajoy ni los españoles deben esperar nada sensato, coherente y de conformidad con el marco constitucional con el que se pretende defender la primera, básica y fundamental de todas las ideas: la unidad de la nación española. De los demás preceptos recogidos en la Constitución puede que haya algunos con los que esté de acuerdo IU. Pero, en este punto, en el de enfrentarse al cerril separatismo de los separatistas catalanes haciendo causa común y sin firmas ni peros con el PP y otras fuerzas políticas, IU tiene también la idea que el PCE defendió siempre: el derecho de autodeterminación de los pueblos, incluidos los llamados “pueblos ibéricos”. De ahí su defensa de realizar un referéndum (sólo en Cataluña sin contar con el resto de los españoles) aun en contra de lo que los españoles, en referéndum, aprobaron en la Constitución.
Respecto de la postura adoptada por ese incombustible político catalán hasta ayer compañero inseparable de los nacionalseparatistas de Convergencia, llamado José Antonio Durán y Lleida, es casi preferible no molestarse demasiado en analizar y escribir acerca de su postura sobre la idea de frenar en seco a Arturo Mas y sus huestes. Su prédica ha consistido en posponer cualquier medida frente al separatismo hasta pasado el 20 de diciembre, pasadas las elecciones generales, porque todo lo que se haga hoy o mañana frente a la rapidez del proceso separatista puede ser tomado en clave electoralista. Y, después de eso, diálogo, mucho diálogo. Semejante estulticia sólo puede caber en personas débiles, de poco seso o meapilas, con las cuales es preferible no contar para defender por todos los medios posibles la integridad territorial de España. Ni tampoco para, con los impuestos de todos nosotros, que personajes de esta catadura vivan en un hotel como el Palace de Madrid durante los días que semanalmente permanecía en la capital mientras que el resto de la semana lo pasaba junto a Arturo Mas en Cataluña haciéndole la corte, defendiendo la deriva secesionista de estos separatistas hasta que se percató de que, con ella, podía perder mucho más de lo que pudiera seguir obteniendo en el Congreso de los Diputados y al frente de Unión Democrática de Cataluña.
Por último, el nuevo representante de UPyD –formación política de centroizquierda que se ha empeñado en destruirse a sí misma- fue quien, con claridad y sin peros pidió a Rajoy enfrentarse con dureza a los separatistas. El señor Herzog y sus seguidores parecen tenerlo claro. Lástima que las encuestas les den tan poco protagonismo en las próximas elecciones generales. Pero hoy siguen siendo una fuerza política con la que el gobierno puede contar en ese “Pacto por España”. Si UPyD siempre se ha distinguido por algo desde su creación ha sido por su enfrentamiento con el nacionalseparatismo. Antes contra el vasco; ahora contra el catalán; y siempre contra los dos y cualquier otro.
De modo que el resumen, por ahora, de los encuentros del señor Rajoy para mostrar al separatismo catalán el respaldo que necesita de otras fuerzas políticas para tomar con plena legitimidad y legalidad todas las medidas precisas de acuerdo con la Ley para oponerse al segundo golpe de Estado de los nacionalseparatistas catalanes es, en mi opinión, el siguiente:
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Este esquemático cuadro nos puede revelar a muchos dónde se sitúa cada partido político español en la defensa de la integridad territorial española y el respeto por la Constitución, por la única que hoy tenemos. Hoy. Que PP y PSOE, si hubieran querido, podrían haber modificado hace lustros. Pero no podemos, en una situación como la actual en la que los separatistas tratan de acelerar todo lo posible su premeditado proceso de secesión, ya pensar, antes de solucionar el problema fundamental con las armas con que contamos, en remediar al problema, el gravísimo y urgente problema, con otra Ley u otras fórmulas utópicas para, por intereses exclusivamente partidistas y electorales, no ponernos del lado del gobierno para, como una gran nación, como una piña, ganar la batalla y vencer al enemigo común.
Las dudas, las medias tintas, el sí pero…, y otras fórmulas similares esgrimidas por quienes no quieren aparecer con absoluta claridad ante sus afiliados, seguidores o fanatizados simpatizantes, del lado de un gobierno que lo que parece tener claro, por lo menos, es la defensa de la unidad de España –aunque sea tomando las medidas necesarias con la lentitud que le caracteriza-, dice muy poco de la lealtad hacia la nación española de esos grupos políticos y de sus líderes. Mejor dicho, lo dice todo. Por eso, en algún artículo anterior, ya dije que estas reuniones de Rajoy iban a ser muy esclarecedoras para todos los españoles. Al menos para quienes defienden la idea de una España unida y no descuartizada.
Pero, ¿con sólo estos grupos recibidos por Rajoy y los que pueden respaldar su postura de defender la unidad nacional española? ¿Por qué, si ha recibido a los líderes de Ciudadanos y Podemos (centroizquierda y extrema izquierda) sin estar aún representados en el Parlamento español, no ha recibido a otros representantes de la derecha en España? ¿Acaso VOX, que estuvo a punto de obtener algún resultado positivo después de ser votado por miles de españoles en las últimas elecciones y es un partido de derechas, no podía haber sido consultado para sumar efectivos frente al separatismo? ¿Por qué descartar ese apoyo del centroderecha español? Un apoyo también seguro. ¿Porque es una escisión que para el PP de Rajoy resulta insoportable? Es realmente incomprensible que, estando VOX presente en Concejalías de bastantes ayuntamientos, no haya sido llamado a Moncloa para, como parece querer el gobierno, sumar fuerzas frente al golpe de Estado de los separatistas catalanes. Único partido, además, que representa como nadie al centroderecha. Al menos desde hace cuatro años.
Decía al principio que no sé si la ronda de encuentros con los líderes políticos de los partidos que, según las encuestas, pueden estar representado sin el próximo Parlamento español, ha finalizado o no. Pero lo importante, lo esencial en este dificilísimo momento que vivimos todos los españoles en virtud de la rebelión de unos pocos frente al ordenamiento constitucional –vuelvo a repetir, al único que hoy tenemos porque así se quiso por quienes así lo quisieron-, tendría que ser demostrar a los separatistas, como lo hacen las grandes naciones en las crisis que atraviesan, una unidad sin peros ni matizaciones estúpidas, agrupándose en torno al gobierno de la nación, no porque haya que defender a ese gobierno sino porque la misión de todos, la obligación de todos, la responsabilidad de todos, es defender a la nación y, de paso, defenderse a sí mismos. También ante la opinión pública española.
¿Será el PSOE de Sánchez capaz de comprender tan elementales razones para terminar de una vez de esgrimir su cansina idea de pensar ahora, precisamente en estos críticos momentos, en su famosa revisión de la Constitución para reformar la estructura del Estado como fórmula mágica para acabar con el problema, con el golpe de Estado del separatismo catalán?