«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El Rey, camino de Yuste

2 de junio de 2014

El Rey emprende el camino de Yuste para tratar de impedir que España se acueste monárquica y se levante republicana, fiando en su heredero que la diana del 14 de abril, que ya suena en la calle y en las instituciones en las que vivaquean la izquierda y los separatistas, no cante más alto que la retórica y  la nostalgia de la tricolor.

El Rey ha abdicado porque la pérdida de prestigio de la Corona tiene los mismos grados de inclinación que la rampa que conduce a los Juzgados de Palma, en los que late el sumario de la corrupción íntima y doméstica que nació de la voluntad de convertir un vínculo familiar regio en un negocio cuyos beneficios han arrojado una pátina de mugre, sospecha y duda sobre los oropeles de la Corona y de la ya malherida y cojitranca  independencia del poder Judicial. Hoy, sobre un paisaje colonizado por la pobreza y el paro, la evocación  de la memoria colectiva de los españoles sobre la monarquía se nombra con un apellido: Urdangarín, que como una guirnalda de lodo ensucia, para los españoles a los que la Transición y el 23-F les suenan tan lejanas como la lista de los reyes godos, el prersente y el futuro de la Institución que ha vertebrado España desde Covadonga a la Zarzuela.

El Rey abdica porque la amenaza separatista ha salido de los sótanos y de los zulos de la historia y ha sentado plaza parlamentaria para acabar con la Nación que es la única razón de ser de la Corona. Las urnas de noviembre esperan en la Rambla de Barcelona sin más respuesta que los balances económicos, el debe y el haber que reduce a la usura y al rencor el debate sobre el futuro de España. El Rey emprende el camino de Yuste antes de que la izquierda y los separatistas le asfalten la carretera de Cartagena para tratar de impedir, abdicando en el Píncipe de Asturias, que España recorra el camino de los Balcanes, osario de la última nación europea que dejó de serlo.       

 

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