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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Rubalcaba. The End

15 de julio de 2014

La tozuda realidad ha conseguido que Alfredo Pérez Rubalcaba, el hombre que miente con más sinceridad de España, tenga que marcharse. No es una opinión, es diagnóstico. Su capacidad de mentir no debería tomarse como una crítica sino como una alabanza. Ser el mejor en algo siempre tiene mérito. Y mentir en política empieza a ser condición necesaria para poder formar parte del elenco de los elegidos.

Me llaman la atención tantas alabanzas al personaje que, por su vanidad y ambición, ha destrozado al PSOE. Rubalcaba ha hecho un inmenso daño a España. Un hombre que era mucho mejor número dos que uno. Un líder sin liderazgo. Un hombre carismático sin carisma. El hombre capaz de intentar enterrar los GAL. El que hizo del SITEL un instrumento de poder. Rubalcaba, el hombre que miente con más sinceridad de España, se jactaba de escuchar y saber todo lo que hacían y decían sus rivales. Ética democrática. Siempre será el responsable político del Faisán. El hombre que hizo política con el terrorismo y no contra el terrorismo. El ministro del interior que usó y abuso de los medios del Estado.

Tarde y mal se ve obligado a abandonar el PSOE. No le importó obtener los peores resultados de la historia y seguir. Para su palmarés ha logrado el récord de conseguir empeorar los resultados que obtenía, elección tras elección. Rubalcaba es el enterrador enterrado.

Con la marcha de Rubalcaba, el hombre que miente con más sinceridad de España, gana la política y gana la verdad. Y pierde Rajoy. El presidente echará de menos al cómplice necesario para los silencios mutuos. Yo no te miro el Faisán y tú no me sacas las cosas de la Gürtel.

Rubalcaba vuelve a la universidad. ¿De qué se acordará y qué podrá enseñar en la universidad decenas de años más tarde? Pobre universidad y pobres universitarios. Quizás más que química podría enseñar alquimia. Pero sus fórmulas y pócimas están caducadas y hace años que dejaron de hacer efecto.

El abandono de Juan Carlos I y su sustitución por Felipe VI, la marcha de Rubalcaba y su sustitución por Pedro Sánchez y la de Cayo Lara por Garzón convierten a Rajoy en una figura rancia, antigua, un pegote en blanco y negro dentro de la nueva realidad política de España. Hasta Rubalcaba que parecía incombustible se tiene que ir. The End. ¿Quién es el siguiente?

 

 

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