«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

Sad

18 de junio de 2025

Mientras estas líneas son perpetradas, se desconoce si Estados Unidos entrará en guerra con Irán. Pero, suceda o no, algo ya ha cambiado. Trump ha publicado mensajes en los que se le considera (lo hace el embajador en Israel) ungido por Dios para tomar la decisión crucial, y ha animado a la población de Teherán a abandonar la ciudad en unos términos que ya utilizó con la población de Gaza, reducida a contingente poblacional desplazable.

El humorístico sentido común del individuo de Queens se echa de menos.

Considerando que Trump sepa cosas que nadie más sabe y que en Irán pueda estar en juego el ajedrez complejísimo y secreto del mundo (por decir algo: petróleo para China), este comportamiento no es el que prometió. Trump iba a acabar, en primer lugar y de modo inmediato, con la guerra de Ucrania, e iba a evitar nuevas forever wars en Oriente Medio, aunque –y también es verdad– siempre manifestó su oposición a que Irán tuviera armamento nuclear.  

Pero este juego suyo de estar y no estar, de saber y no saber, ni cuela ya en Ucrania ni cuela en Irán. O Trump conoce lo que ocurre, y participa, o las cosas suceden sobre él, y las dos situaciones son lo suficientemente graves para que Steve Bannon y Tucker Carlson, dos personas con indiscutible autoridad, se hayan dirigido a él para manifestar un respetuoso y hasta cariñoso no era esto, presidente, no era esto.

No son conversos de última hora, recién llegados al MAGA. Los dos colaboraron de manera inestimable en sus triunfos electorales, el último de los cuales, 2024, configuró una coalición de una magnitud no vista desde Roosevelt que pivotaba sobre tres aspectos: fronteras y deportación, renegociación comercial y reindustrialización y, en política exterior, el fin de las guerras de intervención. Es evidente que esto tampoco puede suceder de un día para otro, que no se abandona un continente (ni una costumbre) como si tal cosa…

Pero alarmados por el cariz que toman los acontecimientos, Bannon y Carlson, héroes del Make America Great Again, se han hecho sendas entrevistas para pedir a Trump, con poco optimismo, que no se implique más en Irán.

Consideran que la guerra americana no está en Irán sino en el interior; en la frontera y contra el Estado Profundo que decide sobre seguridad nacional como una guardia pretoriana independiente.

Bannon y Carlson no opinan de Israel, admiten la realidad del mundo tal cual es, la «especial relación» y creen en la sinceridad de Trump cuando habla de paz, pero no aceptan las mentiras y temen que se esté poniendo en riesgo su presidencia por tres motivos: hacer lo contrario de lo dicho, separarse de la prioridad nacional (las deportaciones) y por las consecuencias impredecibles de la guerra.

Para Bannon, esto es grave porque «en 200 días Estados Unidos se juega su futuro». O se ultiman medidas, que solo Trump puede acometer, o el combate está perdido. Por eso, entiende, no puede fallar.

No se trata ya (que también) de un asunto de política exterior o de conciencia o del dudoso doble rasero que se permite Occidente. Ellos se quedan en una cuestión estrictamente nacional y anterior: ¿por qué la gente no obtiene lo que ha votado?

¿Por qué se tiene la sensación de que otros, muy pocos, deciden?

Vuelven al tema recurrente, matriz del MAGA: recuperar la soberanía.

Trump era la extravagante figura para darle la voz al pueblo y se explicaba, entre otras cosas, por los efectos de la Guerra de Irak. Trump era la consecuencia de esa colosal mentira, quizás la mayor de la historia.

También era la posibilidad de revertir el país a la situación anterior al golpe de Estado que supuso el asesinato de Kennedy. De ahí la importancia de unas revelaciones que quedaron a medias. El ajuste de cuentas con la verdad no llega. La generalización del modo opinativo de las redes ha creado un continuo entre el análisis y la conspiración, entre los hechos y el secreto…

En los momentos más optimistas, Trump pudo ser visto como un ariete contra el Estado Profundo, pero se enreda o le enredan en Irán. Otra vez Oriente Medio, otra vez con razones cambiantes y poco convincentes que le llevan, por ejemplo, a contradecir a Tulsi Gabbard, la directora de inteligencia.

Tucker carga en su conciencia haber promovido la guerra de Irak. La hija de Bannon sirvió allí. No son dudosos. Tampoco de antipatía por Israel y, sin embargo, les han llamado apaciguadores, pacifistas o antisemitas. Tampoco extraña. ¿Puede haber democracia en estado de guerra? ¿puede haber pluralidad? El que no quiere la guerra es asimilado al enemigo. Acusan a Carlson de cobrar de Putin, de Catar…

Quizás la política exterior del imperio sea demasiado importante para dejársela a los votantes, pero a falta de un último malabarismo, la sensación es que Trump puede caer en una especie de revival neocon, la conocida hibris aderezada con el caos trumpiano, lo neo-neocon, como aquello de La Nueva Ola de la Nueva Ola. Estados Unidos, de nuevo, configurando plásticamente una región lejana. Una muy concreta. Quizás con otro cambio de régimen. Se dice pronto: intervenir en un enorme y milenario trozo del planeta, país a país, como un proyecto de transformación histórica.

Alguien lo escribió: existe una ley en EE.UU en virtud de la cual se vote lo que se vote siempre se acaba teniendo un John McCain.

Y hace justo diez años, el día en que descendió sonriente por la escalera mecánica dorada, Trump inició su carrera política precisamente contra eso.

Fondo newsletter