«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Sevilla, 1986. Periodista. Ahora en el Congreso.
Sevilla, 1986. Periodista. Ahora en el Congreso.

Salir del armario

12 de abril de 2024

Llegará el día —y es probable que mucho antes de lo que creemos porque la degradación es rapidísima y la censura cada vez más grosera— en que el debate deje de estar secuestrado porque sus rehenes hayan renunciado a los cálculos que les impiden decir en público lo que sueltan en privado. Cuando la espiral del silencio impuesta en tantos gremios y sectores —qué decir del periodismo, siempre tan estupendo en manifiestos y raquítico en obras— desaparezca, sólo entonces hablar en libertad dejará de ser visto como un acto heroico, callar ya no valga la pena y hasta los más cobardes suelten amarras sólo por decoro.

Semejante cambio de paradigma sólo parece al alcance de rostros conocidos ajenos al mundo de la política. Al menos, mientras la censura y el silenciamiento que padecen quienes se enfrentan al establishment dentro de las instituciones siga vigente y los grandes medios de comunicación —el duopolio televisivo, Prisa y TVE— sean la extensión del bipartidismo. Romper el cerco mediático no es cualquier cosa, pero cabe preguntarse qué ocurriría si tres o cuatro voces de la repercusión de Bisbal, Nadal, Fernando Alonso, un actor de moda o una de estas jóvenes creadoras de contenido con millones de seguidores en redes echara la pata adelante.

De momento, sólo hemos visto tímidas escaramuzas que, sin embargo, ya tienen su valor: a Rafa Nadal desmontar la demagogia feminista, a Pitingo atacar al Gobierno por sus pactos con la ETA (la SER le llamó «nazi»), a Calamaro defender la tauromaquia y al actor Jaime Lorente arremeter contra Sánchez, Rufián y Yolanda. Habrá más como ellos, pero hay miedo a desaparecer del escenario y, qué narices, lo que se premia por encima de todo a precio de euromillones es la lealtad perruna al poder, que se lo digan a Broncano al que TVE pagará 28 millones de euros por dos temporadas. Sanidad, Kultura y Broncano.

Claro que si el broncanazo resulta posible es porque la izquierda ha entendido —Gramsci mediante— que la única manera de ostentar la hegemonía pasa por la cultura. Mientras unos transforman y moldean la cultura a su antojo para llegar al poder otros llegan al poder para adaptarse al discurso dominante. No cabe mayor desprecio a la cultura. Y esto provoca que la izquierda siga gobernando incluso en la oposición, como explicó Errejón aquella vez que le pillaron diciendo que hay que dejar sembradas instituciones populares para refugiarse cuando gobierne el adversario.

No abundan, por supuesto, los voluntarios con vocación de mártir dispuestos al linchamiento sistémico por oponerse al avance del rodillo ideológico progre, pero hay felices excepciones. La escritora más importante de Inglaterra, J.K. Rowling, sostiene que preferiría ir dos años a la cárcel que llamar mujer a un hombre, pues decir la verdad hoy es delito de odio, aportación fundamental de toda la legislación LGTBI, el gran carcelero del pensamiento de nuestra época.

Habrá quien diga que la autora de Harry Potter ya ha vendido millones de libros y puede permitirse el lujo de refutar los dogmas de su tiempo. No siempre es así, pues aquí tenemos a Reverte (perejil de todas las salsas) diciendo que España se equivocó de Dios en Trento y que casi toda nuestra historia es oscuridad y guerracivilismo, en la mejor tradición negrolegendaria. Decir eso cuando los musulmanes toman nuestras catedrales y cierran nuestras escuelas para celebrar el fin del ramadán es como ponerse a discutir del sexo de los ángeles cuando los bárbaros asedian Constantinopla.

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