«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios
Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios

Salirse en una curva

17 de enero de 2024

Me he quedado de piedra cuando me he enterado que la actriz Itziar Ituño iba por ahí con un BMW que la marca le había concedido para que promocionase sus productos. Los del cine español, que lloran muchísimo más que los de la poesía española, no podrán quejarse. Un BMW de promoción. No conozco a un poeta o a un escritor al que nadie le haya prestado ni un patinete.

No me quejo. Quizá las emisiones del BMW interfieran de algún modo con el talento. La poesía española contemporánea tiene un nivel de creatividad excelente con lo que se demuestra que se puede ir más lejos a pie o a pulmón. De eso, pues, no vengo a hablar.

Pero sí del absoluto sesgo ideológico que impera en nuestro panorama cultural. Empresas cuyo objetivo natural es ganar una pasta gansa se permiten fichar como imagen de marca a una chica que ya sabía todo el mundo que apoyaba a ETA, nada menos, con su rastro de sangre y de dolor a víctimas inocentes. No había saltado ninguna alarma. Yo voy andando por la vida, siendo infinitamente menos famoso que Itziar y ciñéndose mi compromiso político a un conservadurismo-reaccionario que no ha matado una mosca, y oigo cómo van saltando las alarmas a mi paso. A Itziar, en cambio, se la rifan. Iberia también la tenía en nómina y vámonos que nos vamos.

No creo que haya que emprender una cacería de brujas (perdóname, Itziar, lo de bruja) pero sí pienso que urge desmontar el sesgo ideológico que impera en nuestra cultura y en nuestros medios. Sobre todo, porque se retroalimenta.

Los de izquierdas y radicales reciben la parte mollar de los premios, con lo que son más conocidos del gran público, con lo que reciben ofertas de publicidad y hasta de trabajo, con lo que son más conocidos y reciben nuevamente más y mejores premios que ponen la rueda a circular. Cuando llega el PP al Gobierno, premia otra vez a los mismos y sigue dando subvenciones para que nadie diga que hay persecución política, con lo que la rueda coge todavía más impulso, porque si hasta el PP les premia —deduce el inconsciente colectivo—– es que no habrá nadie más que premiar. El círculo vicioso adquiere velocidad de BMW. ¿Te gusta conducir?

Por supuesto, ninguna compañía en su sano juicio se buscaría como imagen a una actriz con simpatías hacia los asesinos de sus potenciales clientes, pero la confusión mediática es tal que hasta BMW puede salirse de una curva e Iberia caer a plomo con todo el equipo. No les imputo mala idea sino haberse dejado arrastrar por unas dinámicas sociales que no ven unas cosas (el apoyo a una banda terrorista o una dictadura marxista) y filtran perfectamente otras (las lecturas de Saavedra Fajardo o de Donoso Cortés). 

Confieso que a mi anticuada manera de pensar le gustaría más que los premios y la atención mediática se repartiera de una forma menos mediatizada ideológicamente que tener que señalar a nadie. Aunque me consuelo pensando que la única que se ha señalado ha sido Ituño agarrando la pancarta y la bandera de ETA, que más que señalar apuntaba. Es una cosa muy gorda. Si empezamos a darnos cuenta de que nuestra parcialidad ideológica cae de lleno en la inmoralidad, estamos avanzando o resistiendo, que, habida cuenta de lo que hemos hecho hasta ahora, también es un gran avance.

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