Hay gente torpe. Hay gente mala. Y también hay gente tonta. Tontísima. Tonta de solemnidad. Gilipollas, incluso. Hace mucho que los españoles dejamos de tener la sensación de que en política estaban los mejores. Están, probablemente, los peores. Y entre ellos, destaca especialmente, por lo malo, una estrella emergente: el flamante descubrimiento del peor diputado de la pasada legislatura, Alberto Casero. La líder del PP en Extremadura, María Guardiola, amenaza con sustituir a Irene Montero como objetivo de la prensa y los tuiteros. Ella es una mujer de principios. De principios como los de Groucho Marx: si no les gustan esos, tiene otros.
La falta de luces de la señora llega al punto de que ayer decidió revolverse en público contra su jefe: Alberto Núñez Feijoo, que un rato antes la había desautorizado llamándola «poco racional» en una entrevista en relación a los insultos que les dedicó hace unos días a los socios que la van a investir. Guardiola puso su cara de creerse inteligente que tanto ha ensayado estos días, y dijo que sus principios «están intactos» tras el pacto con Vox. Claro que sí. Porque nunca tuvo ninguno. Una no sabe después de ver a esta mujer en acción si su asesor dimitido que iba a dedicar su vida entera a destruir a Santiago Abascal era un digno trabajador de la elementa, o la elementa era una digna jefa del asesor. Probablemente ambas hipótesis son correctas.
A mi me dan pena los extremeños, que van a pasar de estar gobernados por Vara, a estar gobernados por una que va a hacer bueno a Vara. Van a seguir viniendo a Madrid en autobuses sin aire acondicionado tras la avería diaria de su tren, pero van a tener una presidenta que lleva al lobby LGTBI en su corazón. Si el PP llega al gobierno, sabiendo como sabemos de su afición por no deshacer un sólo desaguisado socialista, Guardiola debería ser ministra de Igualdad. Podría mantener a Pam de número dos, porque piensan igual. Que se coloque a una esclava-chófer o a una asesora-niñera no es necesario pero seguramente ayude mucho para darnos la turra con campañas sobre ir a la playa estando gorda, el sexo en la vejez o el rosa opresor con más tranquilidad.
Hay cosas que cuando uno las conoce no hacen más que empeorar su vida. Por ejemplo, la existencia de El Yunque o la de María Guardiola. De verdad que después de saber de esta líder feminista he empezado a empatizar con los que piden la eutanasia por sufrimiento psicológico insoportable. Claro que Ayuso, Mañueco y Mazón, también. La cara de la presidenta madrileña en la foto con Guardiola el día de su investidura, representaba más a los votantes de Vox que a los del PP. Cómo será la cosa, que ella misma ha podido darse cuenta de que en una repetición electoral no le arreglaba las cuentas ni Michavila.
Una vez más, Vox ha demostrado en cada comunidad que tiene un sentido de la responsabilidad superior al del resto de partidos. Esperemos que ahora las cosas se puedan encauzar en Murcia. Y que el apoyo ciudadano que se ve a Abascal en cada acto por toda la geografía española se traduzca en un apoyo fuerte en las urnas el 23J. El número de escaños ni siquiera será importante con tal de que Vox pueda entrar en el gobierno y aportar sentido común a las Marías Guardiolas de turno. Los próximos cuatro años España debe empezar a cambiar radicalmente si quiere volver a la senda de crecimiento que nos llevó a superar a Italia hace no tanto y a hablar de tú a tú a Francia. Y eso no se consigue con un PP fuerte, sino con un Vox determinante.