«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El Tic-Tac

5 de febrero de 2015

Es evidente que “Podemos” es hoy un partido consolidado y ambicioso. A los más de  9.000 seguidores que reunió en la Fonteta de Valencia se unen los más de 100.000 que llenaron la plaza del Sol de Madrid. Terrible reto republicano y marxista para el PSOE y el P.P que no hubiera logrado ni siquiera el Cordobés en Las Ventas.

El hecho de que muchos de esos miles de ciudadanos llegasen en más de 600 autobuses demuestra un grado de organización considerable, porque no es tarea fácil convencer, embarcar, reunir y hacer participar a cientos de miles de personas venidos desde Andalucía hasta Galicia en una manifestación que no era de protesta, sino de reivindicación de un cambio político que pudiera llegar a producirse. Se da además la circunstancia de que muchos de sus futuros votantes no provienen de los manifestantes habituales del puño en alto y la bandera morada, sino de ciudadanos desencantados del Gobierno y que se lanzan hoy en otros brazos tras tantos años de sufrir a los políticos de la pos-transición.

La ceguera del PP se hace, por tanto evidente. Su estrategia del “todo va bien” y el de “son unos venezolanos sin ideas” no están dando resultado. En la calle, los autobuses o los bares donde desayunamos las gentes de a pie se escuchan muchas quejas, problemas y deficiencias que desvelan tensiones constantes contra “la casta” a la que no dejan de malquerer. Y el problema de Venezuela es, precisamente, que allí no tienen por ahora un presidente suficientemente “maduro”, mientras que Pablo Iglesias sabe muy bien lo que dice y a quién se lo debe decir. 

El combate político parece  de dos presuntos rivales pero que serían el Partido Popular y Podemos, dejando en un tercer lugar al PSOE y obligando a pactos post-electorales a los perdedores del binomio constituido por “la casta”.

Lo que llama la atención, sin embargo, es la insistencia en las declaraciones del “miedo” y las manifestaciones del ”éxito económico” entre nuestros gobernantes. Es aburrido oír que ministros, presidentes autonómicos o  personalidades relevantes del Gobierno carezcan de otra actitud que denunciar a sus jóvenes rivales por su aparición en las televisiones y los medios de comunicación, como si todos los periodistas no tuvieran otra tarea que escribir sobre los discursos de Rajoy o entrevistar a ardientes partidarios del mantenimiento en un poder hierático y sin imaginación.

Cualquier cosa excepto el reconocimiento de que la imagen de los líderes populares se ha desgastado por un conjunto de personajes engreídos, pretenciosos, dictatoriales e incluso amenazantes, como si España fuese enteramente suya y no hubiera espacio para ningún cambio, ya que es “cosa nostra”. 

Si algo queda de democracia en este país son las urnas. No se deja opinar de otra manera a la ciudadanía, que apenas interviene en la vida pública excepto con su apoyo a quienes más merezcan su confianza. Pues bien, incluso las encuestas resultan tan desagradables para nuestros actuales representantes políticos que se desviven por no dar crédito a lo que ven.

En su ceguera el Partido Popular se ve como ganador y sería muy bueno que, ya que no tienen vista, afinen bien el oído porque el “ tic-tac” de Pablo Iglesias se hace sentir en muchos electores desengañados de lo que está tan visto. Es improbable que “Podemos” llegue a ganar las elecciones por mayoría absoluta, pero lo que sí es cierto es que bastantes estirados parlamentarios y señorías prepotentes  muy bien  pagados, por no hacer otra cosa que aplaudir, tengan que abandonar sus bien calentados culos de sus asientos y no vuelvan a gozar de una cafetería donde disfrutan del “gin-tonic” más barato de Europa. Se lo tendrán muy merecido por el enorme daño que han causado a la opinión pública con  su indiferencia por el dolor ajeno.

Un “Podemos” ya organizado y arrollador empieza a ser una presencia inexcusable en el ámbito político y con capacidad para acumular los votos de otros partidos menos favorecidos por el empuje del cambio. Una sociedad no sólo empobrecida, sino harta de mandamases, puede dar un vuelco electoral califragilísticoespialidoso reuniendo a todos los anti-casta bajo sus paraguas.

Esperemos que los dormidos despierten, los sordos oigan y los mudos hablen. De otra manera no será únicamente la  bandera estelada catalana la que brille en los balcones de Septiembre, sino la republicana tricolor de Noviembre la que aparezca en el balcón del Parlamento.

 

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