José Luis Escrivá, impulsor del pajaporte y Ministro de Transformación Digital y Función Pública, ha sido nombrado, sin que en su persona concurran los méritos técnicos exigibles, sin el habitual consenso «democrático» con el partido alternante, gobernador del Banco de España. No han faltado voces que han recordado que el único precedente de este trasvase ministerio-bancario, se dio en pleno franquismo, argumento que, al contrario de lo que se hacía con Fraga, al que continuamente se le recordaba la cartera que recibió del general gallego, se ha desactivado de forma súbita. La nueva colocación otorgada por Sánchez se suma a una larga lista en la que figuran, el Tribunal Constitucional, la Fiscalía General del Estado, la Abogacía del Estado, el Consejo de Estado, la CNMV, la Agencia EFE, RTVE, el CNI, el INE, etc. Si hasta la fecha el partido hegemónico del régimen de libertades «que los españoles nos hemos dado» había sido capaz de tejer una red clientelar funcionarial promovida y nunca desactivada por el PP, Sánchez ha dado un paso más, copando los principales puestos de la inmensa mayoría de las instituciones políticas, mediáticas y de control del Gobierno. En este caso, hay que señalar que al nombramiento de Escrivá se ha sumado la cuota secesionista, pues al ex ministro le acompañará, como consejero, el republicano catalanista, Jordi Pons, uno de los ideólogos del «España nos roba». Todo ello ocurre en el contexto de la entrega de «la llave de la caja», es decir, de la concesión del cupo catalán a las facciones a las que el madrileño debe su mantenimiento en el poder.
A pesar de las maniobras de confusión y ocultación, como muchas voces han denunciado, la puesta en marcha del cupo catalán supone la mayor agresión a la idea de igualdad, ya erosionada por los efectos del Estado autonómico, entre españoles. No es de extrañar, por lo tanto, que en el seno de la empresa con sede en Ferraz haya surgido la oposición, retórica, de momento, de un par de barones socialistas que ven muy complicado cantar las bondades de este atropello ante sus votantes.La empresa y sus numerosos satélites, sin embargo, deben su mantenimiento en el poder a la entrega de lo común a los muy singulares secesionistas catalanes. Se trata de que, al estilo de aquella locomotora que los hermanos Marx alimentaban con la madera de los vagones, la cosa avance, que progrese… hacia una confederación regida por caciques coordinados desde Ferraz Para ello, es necesario esquivar ciertos escollos. Algunos de ellos, inesperados, como la queja elevada por Isabel Perelló, presidenta del Tribunal Supremo y del CGPJ, que ha afirmado que «ningún poder puede dar indicaciones a los jueces», argumento al que ha replicado Sánchez con estas palabras: «vamos a seguir avanzando con firmeza, con o sin el respaldo de la oposición, con o sin la colaboración de un poder legislativo que, necesariamente, debe ser más constructivo y menos limitador».
El siguiente paso será la purga de los disidentes en un próximo congreso federal que organizarán sus fieles Cerdán, experto en negociaciones con golpistas, y María Jesús Montero, epígono de José Luis Ozores. Después llegarán las reuniones con barones populares a los que ofrecerá financiación para sus respectivas singularidades, esas mismas que los de Génova, que nunca cuestionaron el cupo vasco, se han encargado de construir mientras, decían, gestionaban. Más dinero, más competencias. Un impulso definitivo hacia la confederación.