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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Torrente, Blas de Lezo y Pocoyó

5 de abril de 2016

Manco, cojo y tuerto, al fulano solamente le faltaba ser del Atleti para que le llamasen “el sufridor de los océanos” (aunque hoy en día sufrimos más los del Madrid). Le pusieron otro apodo, que en cualquier pueblo de nuestra querida España sería un cachondeo, pero que en esa época era mencionarlo y el acojone entraba de popa a proa, “mediohombre” le llamaban.

Si este vasco de Pasajes hubiera sido británico o francés, tendríamos ya dos o tres super producciones de Hollywood contando sus aventuras. Pero el tipo era español, y cuando eres español toca ajo y agua en la historia, porque aquí somos más de tonadilleras o de futbolistas. La cosa, en cualquier bar de la península, vendría a ser así “¡Paco! ¿sabías que hubo un tío que con seis navíos de guerra derrotó en 1741 a 195 barcos ingleses?” y Paco, con gesto de extrañeza respondería “¿barco?…¡pero tú has visto el penalti que le han hecho a Cristiano ayer!, ¿pero a ti te parece normal?”. Y así quedaría despachado en la historia, en medio minuto, el mediohombre.

Recientemente hemos oído hablar de este gran español porque el mayor foro de internet en España (forocoches) ha “troleado” una iniciativa para poner el nombre de un barco de investigaciones submarinas de la Armada británica mediante votaciones online. El “Blas de Lezo” estaba en segundo lugar cuando los ingleses han decidido retirar su nombre de las votaciones y bloquear cualquier otro intento. Pero lo realmente gracioso del tema es la explicación que daban en el foro para votar el nombre de nuestro gran personaje, «fue uno de los mejores marinos en el mundo e hizo grandes contribuciones a la investigación submarina británica” (porque les hundió la flota).

¿Y por qué se hizo tan famoso Blas de Lezo? pues porque se pasó por la piedra a la mayor flota de barcos ingleses de la historia (con permiso del desembarco de Normandía) y además…aquí viene la gracia, lo hizo con 6 naves: San Felipe, San Carlos, África, Dragón, Conquistador y Galicia (la que capitaneaba). Por el lado español había 3.000 soldados, 600 arqueros indios y las 6 naves que he mencionado. Y por el lado inglés sumaban 28.000 soldados ingleses y jamaicanos, 4.000 voluntarios de Virginia y 195 naves, ¡ojo! que 51 de ellas eran buques de guerra.

El resumen de los guantazos que allí se dieron sería el siguiente: España perdió 800 soldados y las 6 naves, además tuvo 1.200 heridos. Y los ingleses sufrieron 9.500 bajas y 7.500 heridos, perdieron 50 naves y 1.500 cañones. ¡Ahí es nada!. El bofetón al orgullo inglés fue tan grande que al Almirante Vernon le jubilaron y no le sacaron mucho a pasear, no sea que la historia lo recordase año tras año (pobres ingleses, no sabían que aquí en España pasamos de nuestros héroes). Para no faltar a la tradición, tan nuestra, de putear a nuestros genios, Blas murió pobre y olvidado, en una asquerosa fosa común de Cartagena de Indias.

He utilizado los ganchos de Torrente y Pocoyó porque seguramente el 99% de los niños españoles sepan quienes son estos dos personajes. Cualquiera que leyese el título de este artículo sabría quiénes son el policía grasiento y el muñeco cabezón, pero seguramente no llegaría a un 1% de chavales los que conociesen a Blas de Lezo. Con este tipo de educación buenista y amoldada a los gustos nacionalistas, es normal que ningún niño haya jugado en el patio a “hacer de Blas de Lezo”, pero sí imitando a Robin Hood o a Indiana Jones.

Querido Blas, tiene narices que te hayas dejado medio cuerpo defendiendo a España y humillando a la flota inglesa, para que cualquier mamarracho tenga más cuota de pantalla que tú. Por si alguien quiere invertir en hacer una película, yo aconsejo que en el trailer de presentación aparezcan las cartas que se cruzaron Blas y Vernon tras la batalla, en las que se decían lo siguiente: “Hemos decidido retirarnos, pero para volver pronto a esta plaza, tras reforzarnos en Jamaica”. Y Blas le respondió “para venir a Cartagena, es necesario que el Rey de Inglaterra construya otra escuadra mayor, porque esta solo ha quedado para conducir carbón de Irlanda a Londres”.

Espero, por el bien de todos nosotros, que las nuevas generaciones podamos cambiar esa manía de recordar tanto lo malo y olvidar lo bueno, empezando por hablar más de la victoria en la batalla de Cartagena de Indias y menos de la derrota en Trafalgar.

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