«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.
Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.

Totalitarios y totalitarias (y totalitaries)

11 de diciembre de 2022

Vivimos semanas vertiginosas donde los disparates del gobierno se amontonan: Montero y su ley, la derogación del delito de sedición, la reconversión de la malversación en donación, unos presupuestos que inciden (aún más) en el sadismo fiscal… hay ambiente de traca final de una legislatura muy negra.

La ministra de Pedro Sánchez, repito, la ministra de Pedro Sánchez, Irene Montero, -y lo repito porque sospecho que nuestro presidente pretenderá próximamente y en año electoral desmarcarse de lo que queda de los “morados”- es la directa responsable del mayor ridículo legislativo que ha perpetrado nuestra no tan joven democracia.  Un ridículo que además tiene gravísimas consecuencias pues están saliendo a la calle muchos violadores.

En cualquier país del mundo, la ministra de Sánchez ya estaría fulminada. Pero esto no es lo más grave, lo peor es que su error garrafal pretende resolverlo exigiendo una interpretación ad hoc de su ley por los jueces. A los que califica a todos de machistas pese a que la judicatura esta en más de la mitad en manos de mujeres.

Uno de los pilares de nuestro sistema constitucional es el respeto al principio de legalidad, y la división de poderes. Por tanto, ante una ley no cabe más que su cumplimiento, no su interpretación para salvarle el pellejo a la señora Montero.  

No cabe una interpretación que incumpla un precepto tan básico de nuestro ordenamiento como es el de la aplicación de la ley penal más favorable. Hay que recordar que este principio se ha aplicado en ocasiones y de forma casi automática, cuando solo se había anunciado que se iba a reformar algún precepto penal.

No creo que una señora ministra del gobierno de España pueda alegar ignorancia ante una cuestión tan básica de nuestro ordenamiento

Y ahora voy al título de esta tribuna. Lo que hay que preguntarse es si esta huida hacia adelante exigiendo una interpretación restrictiva sobre la revisión de las penas de los violadores consecuencia de su bodrio de ley es ignorancia o totalitarismo. Parafraseando a su jefe, es ¿totalitarismo o ignorancia?

No creo que una señora ministra del gobierno de España pueda alegar ignorancia ante una cuestión tan básica de nuestro ordenamiento, aunque todo cabe entre los miembros de los gobiernos Sánchez. 

La sospecha de totalitarismo es más evidente. Las revoluciones de izquierdas soviéticas hasta la irrupción de los neocomunistas se iniciaban de forma violenta y abocaban casi siempre a una guerra civil. Rusia, China, Vietnam, Cuba, Nicaragua, algunos países de África son ejemplos claros. España en julio de 1936 es otro ejemplo, pues el levantamiento militar fue un contragolpe frente al asesinato por la propia policía de Calvo Sotelo y el asesinato frustrado del resto de los líderes de la oposición de derechas. Que en este contexto se hable de legalidad republicana no es más que un cuento chino: el golpe de izquierdas se paró con un contragolpe y una desgraciadísima guerra civil.

Aunque se suscitan algunas dudas, parece que los neocomunistas han abandonado la violencia para imponer su ideario. Ahora el objetivo inmediato son los jueces. Estos son los garantes del blindaje constitucional quienes, de forma técnica y fría, casi siempre, aunque lenta e inexorablemente se dedican a cumplir y hacer cumplir las leyes. Unas leyes que no sintonizan, lógicamente, con la ideología de nuestros nuevos guerrilleros. 

Estos nuevos totalitarios, aunque tienen nostalgia de la época del pistolón y la bomba son mucho más sinuosos en su plan de etapas para alcanzar el poder y no irse nunca

En consecuencia, si no hay mayorías para cambiar las leyes. Pues es evidente que el ideario neocomunista es minoritario en España, entonces lo que hace falta es reeducar a los jueces y también nombrar jueces que se olviden de tecnicismos e impulsen el ideario. Es decir, que los jueces dejen de hacer su trabajo: cumplir y hacer cumplir la ley, y se dediquen a la política. En este planteamiento, en España coinciden con los secesionistas catalanes y los filoetarras.

Pero no caigamos en la trampa de tratar al totalitarismo desde nuestra coherencia moral y política. Estos nuevos totalitarios, aunque tienen nostalgia de la época del pistolón y la bomba son mucho más sinuosos en su plan de etapas para alcanzar el poder y no irse nunca. No cabe concesión alguna con ellos, pues no tienen los esquemas mentales, ni respetan las mismas reglas del juego que el resto de las fuerzas democráticas. El sabio pueblo español progresivamente se va dando cuenta que “morados”, y los “indepes” vascos y catalanes son todos de la misma especie, todos de la misma casta totalitaria, y que el PSOE – de nuevo se repite la historia- es un mero títere en sus manos. 

Urge más que nunca, y esperemos que el próximo gobierno esté a la altura, blindar las instituciones empezando por consolidar el principio de la división de poderes, sin concesiones. También hace falta acabar con la elefantiasis legislativa para que jueces independientes puedan realizar su función sin contaminaciones políticas.

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