«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Rafael L. Bardají (Badajoz, 1959) es especialista en política internacional, seguridad y defensa. Asesor de tres ministros de Defensa y la OTAN, en la actualidad es director de la consultora World Wide Strategy.
Rafael L. Bardají (Badajoz, 1959) es especialista en política internacional, seguridad y defensa. Asesor de tres ministros de Defensa y la OTAN, en la actualidad es director de la consultora World Wide Strategy.

Ucrania: ¿El final del principio?

24 de noviembre de 2022

Se cuenta que Winston Churchill, tras la ola de optimismo que desencadenó la victoria de Montgomery, «Monty», sobre las tropas del Africa Korps de Rommel, «el zorro del desierto», en la batalla de El Alamein, dijo con estoica sabiduría: «Esto no es el final. Ni siquiera el principio del final. Si acaso el final del principio». Algo parecido está ocurriendo con la guerra de Ucrania. Tras la retirada de las tropas rusas de la ciudad de Jersón, se ha desatado una nueva ola de optimismo como si el final de la guerra y la liberación de Ucrania estuvieran a la vuelta de la esquina. Y aunque esa verdad que la liberación de Jersón es una buena noticia para Kiev y un nuevo varapalo para Putin, esto no es el final de la guerra, sino, como mucho, el final del principio de la guerra.

Más importante que la caída de Jersón y sus consecuencias tácticas sobre el terreno, a mí me parece que si estamos en el final del principio no es debido a las ganancias militares ucranianas, sino a la primera ruptura en la narrativa que se ha producido entre Zelenski y los aliados desde el comienzo de la invasión rusa con motivo del misil caído en suelo polaco. Kiev, rápidamente, acusó a los rusos seguramente por la esperanza de que eso fuese tomado como un ataque deliberado contra Polonia, un país miembro de la OTAN y que eso iniciase la activación del artículo 5 de la carta de la Alianza, movilizando la defensa colectiva y escalando el conflicto contra Rusia. 

Biden y los europeos parecen más dispuestos a iniciar conversaciones para llegar a algún tipo de acuerdo que detenga el conflicto

Hasta este momento y en todos estos meses de conflicto, lo que decía Zelenski era la verdad absoluta. Pero eso parece haberse acabado. Apenas iniciadas las investigaciones sobre los restos del misil, Biden ya negaba que fuese disparado por los rusos, sino que se trataba de un misil de defensa antiaérea ucraniano. La OTAN reaccionó con angustia y obvio temor a que si era ruso, como defendía Kiev, Polonia reclamase la activación de la cláusula de defensa colectiva: ¿Se iba a materializar lo que tanto había estado evitando la Alianza, la guerra abierta contra Rusia? Porque se diga lo que se diga, la Alianza no ha estado disuadiendo a Putin de no atacar a la OTAN, algo que muy probablemente nunca haya estado en los planes del Kremlin, sino evitar llegar a un choque directo con Moscú. Si Polonia hubiese solicitado la ayuda militar que el artículo 5 establece, hubiéramos visto con toda seguridad una OTAN dividida y renuente a cumplir con sus propios compromisos. Y como nadie quiere ir a una Tercera Guerra Mundial por Kiev, lo mejor es que el misil fuese un accidente de la defensa ucraniana. Los polacos que tampoco son tontos, ya anunciaron que como mucho se acogerían al artículo 4 del tratado de Washington, esto es, consultas políticas para ver cómo se podría ayudar a Polonia, pero nada más. Si yo estuviera mirando desde el Kremlin, hubiera visto una OTAN autodisuadida y acobardada, no una organización dispuesta a luchar por los valores que dice defender, una visión que afectará al conflicto en el largo plazo.

Por tanto lo que tenemos sobre el terreno es una mayor dificultad para avanzar por parte del Ejército ucraniano más allá del rio Dniéper. Y, por otro, una disonancia abierta entre lo que dice Zelenski y lo que dicen los aliados. Y posiblemente esto último sea más relevante para el futuro de la guerra. En lugar de estar dispuestos a escalar, Biden y los europeos parecen más dispuestos a iniciar conversaciones para llegar a algún tipo de acuerdo que detenga el conflicto. Algo que va en contra de los intereses de Zelenski y los objetivos declarados por Ucrania. 

Queda mucho por avanzar sobre el terreno y queda mucho también por modificar en el tablero político

Obviamente, todo dependerá de cuales sean los objetivos que Estados Unidos lleva a la negociación con Putin, si la vuelta a las fronteras anteriores a febrero de este año o a las anteriores a 2014, tras la toma del Dombás y Crimea por Rusia. En mi opinión, si se compra la visión de Kiev, la retirada total hasta recuperar toda Ucrania, incluida Crimea, la continuidad de una larga guerra de desgaste está garantizada, porque Putin jamás lo aceptaría. Sería más fácil doblarle el brazo a Zelenski, quien depende vitalmente de la ayuda militar, política y financiera de América. Un Congreso dominado por los republicanos le va a hacer la visa más complicada.

Sea como fuere, la caída de Jersón, como digo, quizá sea menos relevante que la división generada en torno al misil caído en Polonia. Y en cualquier caso ni militarmente ni políticamente estamos al final de la guerra. Queda mucho por avanzar sobre el terreno y queda mucho también por modificar en el tablero político. No estamos en el principio del final, sino en el final del comienzo.

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