«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Nació en Madrid en 1975. Es Doctor en Periodismo por la Universidad San Pablo CEU. Ha dedicado casi toda su vida profesional a la radio. Ha publicado los libros "España no se vota" y "Defender la Verdad", "Sin miedo a nada ni a nadie" y "Autopsia al periodismo".
Nació en Madrid en 1975. Es Doctor en Periodismo por la Universidad San Pablo CEU. Ha dedicado casi toda su vida profesional a la radio. Ha publicado los libros "España no se vota" y "Defender la Verdad", "Sin miedo a nada ni a nadie" y "Autopsia al periodismo".

Un circo denigrante

22 de junio de 2025

Se viene el aquelarre sodomita, como todos los años por estas fechas, y por si fuese poca la «pornografía» que nos depara a diario la corrupción del PSOE, ahora nos esperan dos semanas de estampas vergonzantes; dos semanas en las que ir con tus hijos por la calle se puede convertir en un verdadero infierno para que sus tiernas pupilas no se vean violentadas por semejante espectáculo.

Este año además, se ve que para dar ejemplo de gestión del dinero público ante la debacle socialista, la lideresa madrileña del PP ha decidido gastar 220.000 euros de todos los madrileños en comprar casi 4 millones de preservativos y 700.000 lubricantes para que los celebrantes puedan acabar mejor «su fiesta». Esto es lo que se llama «priorizar lo más importante» en el uso del dinero de los impuestos de los esquilmados contribuyentes, y éste, el PP de Ayuso y de Feijoo, es el que quiere mejorar a Pedro Sánchez.

Mientras en Madrid haya un solo niño con discapacidad sin la plaza que se merece en un colegio especial, o haya una sola persona mayor sin poder comer porque no tiene dinero para ponerse unos implantes dentales o una dentadura postiza, es indecente dedicar un solo euro de dinero público a comprar condones para la mafia lgtbi. Porque no es «para los homosexuales» (la mayoría de los cuáles probablemente aborrezca este esperpento de carrozas y de drag queens), sino para un colectivo politizado y perfectamente organizado con el objetivo de recibir subvenciones aprovechando su peculiaridad sexual. Y, de paso, abochornar al resto de la humanidad.

El espectáculo callejero del desfile del «orgullo gay» seguramente será considerado en el futuro como una de las pruebas más contundentes del desplome moral de Occidente. La ordinariez supina, la chabacanería más absoluta, la más infame falta de pudor, el desprecio constante a la inocencia de los niños que, todos los años, con dinero público, tienen que exponer sus miradas a esta astracanada sodomita, sin que las personas normales y corrientes (al margen de con quien se acueste cada cual, que es un dato que carece de interés general) lo podamos esquivar, ni mucho menos impedir.

El bipartidismo de facto que vemos claramente en Bruselas, donde el PP y el PSOE votan juntos en nueve de cada diez propuestas legislativas, debemos saber verlo también cuando llega el aquelarre sodomita y doña Ayuso financia parte del vicio de estos sinvergüenzas con el dinero que nos saca del bolsillo una administración pública insaciable. El dinero que necesitamos para intentar dar a nuestras familias una existencia digna nos lo quitan para pagar esta bazofia repugnante que nadie en sus cabales puede disfrutar. Un síntoma de hasta qué punto hemos tocado fondo como civilización.

Probablemente la humanidad enderece su rumbo algún día, y el aborto (que hoy se practica libremente, financiado también con dinero público) sea declarado como lo que es: el crimen más vil y cobarde que se puede cometer. Y seguramente la eutanasia, ese logro progre para que los hijos caraduras puedan heredar en cuanto sus padres se ponen malos, sea declarado como lo que es, un crimen execrable cometido, como el aborto, contra quienes no se pueden defender. Ese día, que Dios quiera que llegue pronto, estará prohibido desfilar en pelotas por las calles y haciendo gorrinadas. Y por supuesto, no se podrá destinar ni un céntimo a ese circo denigrante. 

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