«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

BiografĆ­a

Unión, diversidad y particularismos interesados

9 de febrero de 2015

Hay libros que pasan por nuestra atención sin pena ni gloria, hay otros que nos dejan huella y otros que nos abren puertas a la comprensión de la realidad en que vivimos y nos ayudan a diagnosticar el origen profundo de los problemas que nos afectan. He terminado de leer uno de esos escasos libros que nos ponen en el camino para poder entender mejor los actuales problemas y nos sugieren nuevos horizontes de anÔlisis, mÔs allÔ del caso concreto,  para seguir ahondando en la verdadera problemÔtica política de nuestra época.

Preocupado por el transcurrir y las posibles consecuencias de la guerra civil que se estĆ” desarrollando en Ucrania, inquietante realidad que se estĆ” produciendo en la mismĆ­sima Europa, mientras la mayorĆ­a de los ciudadanos, aunque afortunadamente en este caso no sus dirigentes,Ā  parecen no querer enterarse bien de la trascendencia de dicho conflicto, he terminado de leer uno de esos libros que nos abren la mente al resaltar, sin cortinas de humo ni convencionalismos, la verdadera problemĆ”tica, origen y desarrollo del mismo y sus trĆ”gicas consecuencias. El autor es: Serhii Plocky, y la obra se titula ā€œThe last Empireā€, donde va describiendo y desarrollando sin idealismos voluntaristas, cómo y porquĆ© se produjo el colapso de la Unión SoviĆ©tica y sus consecuencias, al margen de las explicaciones convencionales que se han generalizado en Occidente. Es clave para entender el actual conflicto y abre la puerta a preguntas mucho mĆ”s profundas respecto al posible orden mundial. HabrĆ” que replantearse determinados dogmas hasta ahora considerados inalterables en Occidente. Primero, la Unión SoviĆ©tica no era un paĆ­s ni una nación, sino un Imperio, primero fue el zarista y a continuación su heredero la URSS, aglutinado por el ideal comunista. Una desintegraciónĀ  tĆ­pica de todo sistema polĆ­tico imperial. En cuanto se abre la puerta con Gorbachov a una liberalización y democratización, aĆŗn minĆŗscula, todo el aparato se derrumba. El Imperio no se hundió en 1989 con la caĆ­da del muro o la liberación de Europa del Este, la caĆ­da de verdad se produjo a lo largo del aƱo 1991, el golpe de estado fallido y finalmente se remata en la conferencia de los presidentes de Ucrania, Bielorrusia y Rusia. El resultado de esa descomposición se materializa por las fallas o costuras de realidades históricas anteriores, socio culturales y Ć©tnicas, que acaban por llevar primero a la independencia de las antiguas repĆŗblicas y posteriormente al inevitable conflicto de intereses históricos, económicos y romĆ”nticos que les llevan en Ćŗltima instancia a la guerra: la que ahora estamos viendo… De lo que se infiere que la estructura imperial es capaz de aglutinar naciones en su seno, proporcionado orden y seguridad al conjunto,Ā  restringiendo las individualidades nacionales, pero no puede incluir nacionalismos que a travĆ©s de un sistema electoral popular lleva a la ruptura por conflictos de intereses desatados entre ellos. El caso se puede igualmente apreciar en el Austro HĆŗngaro, (Serbia, Croacia, Bosnia, etc.) BritĆ”nico (India PakistĆ”n Bangladesh, etc.) o el Otomano,(Israel, Palestina, Irak, Siria…) Si se opta por un sufragio universal sin paliativos se acaba llegando irremisiblemente a una situación de conflicto pues al igual que los individuos luchan por obtener un ā€œmayor trozo del pastelā€ asĆ­ tambiĆ©n las naciones se enfrentan por conseguir mĆ”s beneficios que sus vecinos, espoleados generalmente por la ambición de determinados individuos dentro de su seno que por ambiciones personales quieren optar a mayores cuotas de poder de las que les hubieran correspondido en estructuras polĆ­ticas mayores. Ā”Hay mĆ”s competencia! De lo que se deduce que habiendo llegado a donde hemos llegado el conflicto de Ucrania solo puede detenerse mediante la cesión de Crimea y Ucrania oriental a Rusia. EstĆ” claro ahora que Rusia, que ha abandonado su revolución ā€œdemocrĆ”ticaā€ hace tiempo, ha resucitado el nacionalismo como bandera, con todas las bendiciones de la Iglesia Ortodoxa,Ā  y quiere ocupar el sitio del antiguo Imperio. Eso choca con todos sus vecinos: Europa vuelve a tener un problema en sus fronteras, ahora bien: respetemos que lo que es ruso lo sea, y cediendo en ese punto debemos garantizarle las fronteras a sus vecinos. Evidentemente de mutuo acuerdo, sino podemos encontrarnos a las puertas de una terrible confrontación en territorio europeo.

En última instancia esto nos plantea la siguiente pregunta: ¿Es compatible una democracia electoralista con una realidad globalizada cuajada de diversidad, sin una autoridad fuerte central que garantice por lo menos el orden y la paz del conjunto?  China, que no deja de ser otro Imperio, claramente no estÔ dispuesta a realizar el experimento. ¿La Unión Europea podrÔ ser viable  sin  que se disuelvan los respectivos parlamentos nacionales y cedan su soberanía?

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