Una proporción generosa de los votos que consiguió Podemos en sus primeras elecciones triunfales y que ha ido perdiendo por todas las alcantarillas en las citas electorales posteriores, provenían de un nuevo grupo social. El de los vagos y los pijos inmersos en el esnobismo de lo nuevo. El esnobismo, la moda, la subvención, el dinero de Papá o de Mamá como contrapunto del trabajo. Según el Duque de Bedford, autor de un formidable ensayo sobre el esnobismo, los “snobs” – sine nobilitatem-, vienen del marxismo, pero no del marxismo de Marx, sino de “Mark & Spencer”, la cadena de almacenes de ropa del Imperio británico en cuyos establecimientos, por módico precio, cualquier oficinista de segunda podía adquirir prendas de vestir más o menos similares a las habituales de la nobleza en sus casas de campo.
Nada molesta más a un niño rico esnob de izquierdas que su líder le supere en esnobismo y condición social
Pasados los años, los vagos y los pijos que jugaron a ser rompedores se han marchado de los ámbitos de Podemos por decepción, cansancio o aburrimiento. El cambio de barrio ha tenido que ver, los dineros no declarados han tenido que ver, la tarjeta de Dina ha tenido que ver, la hastiable imagen de su líder ha tenido que ver, y la estupidez de sus mensajes ha tenido que ver. Nada molesta más a un niño rico esnob de izquierdas que su líder le supere en esnobismo y condición social. En tal caso renuncia. Pero siempre queda un sector que no abandona en silencio sus frustraciones. Se trata del sector irascible, los pijos enfadados, los vagos enardecidos. Y ese sector está actuando en España, destrozando comercios, robando sus mercancías, encristalando las aceras de nuestras calles y manifestando desde la brutalidad, su desesperanza. No tienen disculpa, pero muy en el fondo, haciendo un supremo esfuerzo de misericordia, hay que comprenderlos. Son unos fracasados con un inmediato telón de horizonte como consecuencia de su indolencia, molicie y vaguería.
Una sociedad vaga, mal educada, mimada, iletrada, y ajena al servicio por los demás […] no obtiene otra recompensa a su fracaso que el desahogo mediante la violencia
Estos pijos desalmados se sentían felices con unos dirigentes revolucionarios. Era muy progre presumir de haberlos votado mientras convidaban a rondas de cerveza en las barras de los bares con los 300 euros de la paga de Papá y Mamá. Pero al constatar que sus lideres revolucionarios lo que querían es tener más coches que Papá y Mamá, un chalet mejor que el de Papá y Mamá, más dinero en el Banco que Papá y Mamá y todos sus gastos disminuídos con la aportación del dinero de los impuestos, se soliviantaron. Primero contra Papá y Mamá, y posteriormente contra la sinvergonzonería de sus líderes revolucionarios. Y la emprendieron a golpes contra el mobiliario público y el comercio privado, mientras el ministro del Interior recomendaba pausa y sosiego a las Fuerzas de Seguridad del Estado, con el fin de no encender más la iracundia de los inútiles.
Podemos pasará y desaparecerá, si antes no lo hacemos los españoles que hemos descubierto su juego de poder y su ambición ilimitada de enriquecimiento
Una sociedad que trabaja, siempre tiene salida, aunque sus Gobiernos cierren las puertas de la esperanza. Una sociedad vaga, mal educada, mimada, iletrada, y ajena al servicio por los demás, es decir, por su nación – el Servicio Militar que se cargó el antipático Aznar contribuyó a la desaparición del entretejido que unía a la juventud española-, no obtiene otra recompensa a su fracaso que el desahogo mediante la violencia. Entretanto, España ha sido confinada en un Estado de Alarma de seis meses, el Congreso y el Senado han cerrado sus puertas ,que no sus pagos a los diputados y senadores, la buena ciudadanía obedece, y el negacionismo de la ira aumenta.
Podemos pasará y desaparecerá, si antes no lo hacemos los españoles que hemos descubierto su juego de poder y su ambición ilimitada de enriquecimiento. Pero me pregunto qué harán en el futuro los hijos de estos hijos de Papá pijos y esnobs que no han dado con un palo al agua en su vida y creen ser más interesantes por presumir de su voto a las supuestas izquierdas radicales.
Nos espera una larga temporada de vagos irascibles. Pero lo malo es lo que viene después.