«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Es licenciado en periodismo; doctor en Economía Aplicada y BA (Hons) en la Universidad de Essex (Reino Unido). Dedicado durante décadas al periodismo económico y de investigación trabajó para El País, Le Monde, Diario 16, Cambio 16, Le Soir, Avui, Radio Nacional de España y El Noticiero Universal. Fue el primer director de Intereconomía Televisión y también director editorial de Grupo Intereconomía. Entre otros premios obtuvo la Antena de Oro de la Televisión por Más se perdió en Cuba.
Es licenciado en periodismo; doctor en Economía Aplicada y BA (Hons) en la Universidad de Essex (Reino Unido). Dedicado durante décadas al periodismo económico y de investigación trabajó para El País, Le Monde, Diario 16, Cambio 16, Le Soir, Avui, Radio Nacional de España y El Noticiero Universal. Fue el primer director de Intereconomía Televisión y también director editorial de Grupo Intereconomía. Entre otros premios obtuvo la Antena de Oro de la Televisión por Más se perdió en Cuba.

Vengo al taller y no sé a qué vengo

16 de octubre de 2013

Seguro que se acuerdan de la letra de aquella zarzuela: “Hace tiempo que vengo al taller y no sé a lo que vengo”. Eso nos pasa a millones de españoles que estamos en el funeral y no sabemos que somos el muerto. Le dice el presidente Rajoy a un medio austriaco: somos muy cuidadosos con el reparto de los efectos de la crisis y es como el que se siente muy orgulloso de haber aprobado un examen, siendo que ha copiado y todos los saben. No tiene pase que el señor presidente se olvide de que los españoles hemos echado de nuestros bolsillos 159.000 millones de euros a la crisis financiera y que nuestros bancos y cajas no sean capaces de financiar ni a Pocoyó. El señor presidente debe ser de otra galaxia lejana, no pisa los bancos y tiene rigurosamente prohibido hablar con pequeños empresarios,… y con asalariados que sufren procesos de ERE, como los de Panrico.

El señor presidente debe ser de otra galaxia lejana. De hecho, el señor presidente vive secuestrado y sólo habla con altos funcionarios, con periodistas de estómago agradecido y con periodistas austriacos. Por cierto, ¡qué finos son los austriacos capaces de convencer al mundo de que Hitler era alemán y de que Beethoven era austríaco!.

Y en esas llega Aznar, como el macho alfa de la manada con las tablas de la ley bajo el brazo. Suelta unas letanías cada vez más sincréticas, como si fueran de San Lucas o de San Mateo, que sólo por el tono severo y grave nos gustan y vuelve a desaparecer sin desenfundar la tizona. No se extrañen de que, al final, el personal diga aquello de “Pues vaya mierda de Cid”. Ya va la segunda y esto –es mi opinión– sólo alimenta la esquizofrenia de los dos PP y a sus votantes y partidarios les recuerdo aquello de “cómo se puede querer a dos líderes a la vez y no estar loco”.

La situación no es ni menos, ni más dramática que hace un año. Siendo verdad eso de lo que presume Luis de Guindos (Nota: alguien debería enseñar a este ministro a llevar el tupper). Eso a los españoles no nos sirve para llegar a final de mes. Es más, ese es el verdadero referéndum que los españoles (y los catalanes bien nacidos, queremos hacer): “Si las reformas del Gobierno no nos arreglan la vida, ¿ha servido de algo votarlo?”.
Ésa es la verdadera cuestión, sin milongas. Si no cumplen sus promesas, nos han engañado y si sus reformas no me arreglan lo fundamental, tendré entonces que votar a otros. Es de una lógica elemental. Por eso en el Partido Popular hay nerviosismo, empiezan a verle las orejas al lobo. Pueden contarlo en autonomías, en alcaldías o en escaños en las Cortes… El resultado será, fracaso. Menos mal que Artur Mas se encarga de canalizar los más bajos instintos –dentro y fuera de Cataluña– que si no estaríamos todo el día hablando de la “inflacción” como la secretaria general del PP y abogada del Estado, María Dolores de Cospedal. No es inflacción sino inflación, lo otro suena a infección que se puede combatir con antibióticos. La tontería no se combate con nada.

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