«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Gallega en Madrid. Periodista apasionada por la información, defensora de la libertad y de España. Redactora Jefe en El Toro TV y al frente de 'Dando Caña'.
Gallega en Madrid. Periodista apasionada por la información, defensora de la libertad y de España. Redactora Jefe en El Toro TV y al frente de 'Dando Caña'.

Víctimas de partido, por favor

23 de mayo de 2025

Hay que reconocerle algo a Pedro Sánchez. El hombre que luchaba por el poder, resurgiendo incluso ante muchos que lo calificaban como un cadáver político, lucha ahora por la foto del poder. Que no es lo mismo, aunque lo parezca. Y ese semblante de César impoluto ha sabido mantenerlo en todo momento, hasta  cuando el barro le llega ya a la altura de los tobillos. Entre whatsapps, las supuestas mordidas millonarias de Santos Cerdán, que su hermano se va a sentar en el banquillo, la querella a su cuñado,… el presidente del Gobierno ha decidido descender (¡por fin!) sobre las tierras devastadas por la riada de la DANA, antes gota fría, del 29 de octubre. Siete meses después. No hay prisa cuando se trata de visitar a las víctimas, sobre todo si antes hay que asegurarse de que las víctimas sean las correctas.

Vaya si lo ha hecho así. El presidente del Gobierno ha elegido para su primera toma de contacto con los damnificados la sede de la Delegación del Gobierno en Valencia. Un lugar en el que seguramente se sienta tan cómodo como en Ferraz aunque, pensándolo bien, estará a gusto en cualquier lugar cerrado en el que no tenga que escuchar los abucheos de los ciudadanos, donde les mantenga bien alejaditos, por si acaso. Allí lo esperaban tres asociaciones cuidadosamente convocadas, dos de las cuales, casualidades de la vida, están dirigidas por personas que han figurado en listas electorales de Compromís. Lo que viene siendo pluralidad, pero con filtro ideológico. Porque una tragedia natural puede que no distinga entre ideologías, pero el protocolo fotográfico de Moncloa, sí.

Pero es que «si necesitan ayuda, que la pidan», decía entonces. Y pidieron 43.592 solicitudes de ayuda directa. De esas, sólo 4.210 han sido resueltas favorablemente por el Ejecutivo central. Una tasa de éxito del 9%, que viene a ser lo contrario a lo que suelen vender todos y cada uno de sus ministros en ruedas de prensa y entrevistas como un coro bien ensayado. Mientras tanto, la Generalitat Valenciana, esa que no lleva Moncloa en el nombre, ya ha resuelto el 87% de las suyas. Si uno fuera mal pensado, lo que es casi un deber cívico en estos tiempos que corren, diría que para el Gobierno central los valencianos se embarran dos veces: una con la DANA y otra con la burocracia. 

Pero volvamos a la escena, y a la propaganda. Pedro Sánchez no ha elegido Paiporta, donde fue abucheado y salió huyendo, sino que ha preferido irse a Valencia. Territorio amigo, bajo el paraguas de la Delegación del Gobierno, y con víctimas ideológicamente homologadas y chequeadas. Que no falte el decorado. Y si alguien se atreve a señalarlo, será por odio, por crispación, por no entender la nueva política de los afectos y los relatos. O se le llama, antes lo hacía Ábalos y así lo hemos leído en sus conversaciones, para decirle que era un impresentable y que, si puede ser, deje de tocar donde no debe (no usaremos en esta página el lenguaje empleado por el presidente, por supuesto).

Aun así, algunos presentes, maleducados y seguramente poco sensibles al peso de la épica gubernamental, se permitieron gritarle «¡Fuera!» al presidente. ¡Qué falta de consideración con el relato!. Y como Sánchez es de gestos simbólicos, ha anunciado un funeral de Estado en memoria de las víctimas. Ya hubo uno, lo recordarán, pero el presidente declinó la invitación. Su orgullo estaba entonces demasiado herido. Ahora busca otra postal más.

Recordemos que uno de los primeros en llegar a los pueblos inundados fue un bombero francés, que no encontró ninguna ayuda española. Sólo su estupefacción ante tal abandono. Ni rastro entonces del aparato estatal, salvo para gestionar comunicados y excusas. A estas alturas, uno empieza a sospechar que en las catástrofes naturales el orden protocolario va así: primero la naturaleza, luego los vecinos, y al final, al final de los finales, cuando las cámaras están listas y las pancartas molestas hayan sido retiradas (como la que colgaron esta semana llamando “corrupto” a Sánchez), llega el presidente.

Y mientras tanto, las víctimas, las de verdad, las que no salen en las fotos, siguen esperando. Bajo el lodo, entre las ruinas, pero sin bandera de ningún color. No se preocupen, que pronto llegará otra visita, otra lona, otro anuncio. Lo de gobernar, ya tal.

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