«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Director de Rius TV en YouTube. Trabajó antes en La Vanguardia y en El Mundo. Director de e-notícies durante 23 años.
Director de Rius TV en YouTube. Trabajó antes en La Vanguardia y en El Mundo. Director de e-notícies durante 23 años.

VOX se come a la ANC

28 de junio de 2025

La diputada de VOX en el Parlamento catalán, María García Fuster, metió el dedo en la llaga. Doctora de profesión, no en vano acaba de ser elegida nueva portavoz nacional de Sanidad. Y para estas cosas tiene ojo clínico. Mientras que el diputado en el Congreso Joaquín Robles, licenciado en Filosofía por la Universidad de Murcia, ocupará el mismo cargo en Educación.

García Fuster, en la habitual rueda de prensa semanal en la cámara autonómica, trasladada al miércoles porque el martes era festivo en Cataluña, comentó la visita del Rey a Montserrat. «Hay una cosa de la que nos felicitamos», dijo. «Cada día es más difícil reconocer personas jóvenes en estos aquelarres separatistas», añadió con cierta sorna.

«Los jóvenes catalanes son cada día que pasa más patriotas y ven más en VOX una alterativa posible. Tanto para Cataluña como para el resto de España», insistió. Finalmente, concluyó: «Todos estos años de adoctrinamiento y de gobierno separatista y socialista, robándoles el futuro y engañándolos, no han servido de mucho porque están consiguiendo que la juventud despierte«.

La parlamentaria se refería, con estas palabras, a la protesta que había organizado la ANC contra la visita del monarca al monasterio, el lugar más emblemático de Cataluña. Para los «indepes» fue como una afrenta. El jefe del Estado, el mismo que pronunció aquel discurso el 3 de octubre, recibido hasta por el nuevo abad. Evidentemente tampoco faltaron las autoridades catalanas, con Salvador Illa al frente, excepto Josep Rull, que estaba haciendo una pataleta. En las imágenes de televisión, al prior, el padre Manuel Gasch, se le vio aplaudiendo las palabras del monarca como no puede ser de otra manera. El Rey tampoco desaprovechó la ocasión y pidió la «renuncia a los discursos totalitarios, las identidades excluyentes, los prejuicios, los extremismos, las pretensiones de superioridad moral».

Por la tarde, para más inri, se dio un baño de masas en Badia del Vallès, el municipio fundado hace 50 años por Franco —todo hay que decirlo— y que ahora celebra su aniversario. Aunque hay que decir que Badia no es un pueblo de la Cerdaña, lugar habitual de veraneo, sino una población currante y «charnega». La ANC, evidentemente, mintió. En un comunicado oficial dijeron que eran «centenares» los que habían participado en la protesta. Luego lo rebajaron a «400 activistas». Pero hasta en TV3 dijeron que eran apenas «un centenar». Si la cadena autonómica, siempre tan proclive a la causa, dice que eran cien, es que eran menos.

Hace años, tras la creación de la propia ANC en el Palau Sant Jordi de Barcelona, que yo había seguido in situ, se me acercó un dirigente histórico de ERC de mi municipio y me preguntó: ¿cómo lo has visto? Un éxito de organización, contesté. Porque, en efecto, la organización siempre se caracterizó por su capacidad logística. He visto pocos jóvenes, me dijo. La respuesta me dio que pensar porque tenía razón. El proceso siempre se nutrió de clases medias, incluso acomodadas y, en ocasiones, de edad madura. Hay que decir que eso fue en 2012. O sea que han pasado trece años. Al inevitable hecho biológico que se dice en estos casos —como el filósofo Rubert de Ventós, uno de los presentes, que falleció en el 2023— hay que añadir también los desencantados.

La verdad es que siempre voy a cubrir la participación de VOX en una manifestación —sea el 12 de Octubre o contra el proceso— me sorprende el elevado número de jóvenes entre sus filas. Muchos con el catalán como lengua materna. Alguna vez he bromeado con alguno de los asistentes diciendo que son el «fracaso de la inmersión». Es la ley del péndulo. El proceso ha conseguido el efecto contrario al deseado. Cada vez hay más jóvenes que huyen despavoridos… o que se sienten orgullosamente españoles. Y lo manifiestan en público. Hasta ahora, en Cataluña, no era habitual.

Los baños de masas de Ignacio Garriga con jóvenes en algunas de sus visitas a municipios son frecuentes. Como los de Santiago Abascal en el resto de España. El último a las puertas del Congreso. Hasta en TV3 andan preocupados. «Los jóvenes entre 15 y 29 años son cada vez más negacionistas de la violencia machista», informaban el jueves escandalizados. Y lo atribuían, claro, a los «discursos de la extrema derecha» y el «darles excesiva voz». Era una manera sutil de justificar el cordón sanitario que aplican sistemáticamente a VOX —y a Aliança Catalana— a pesar de que son una cadena pública. En las elecciones autonómicas del año pasado, a VOX lo votaron casi 250.000 catalanes. No seres venidos de otra galaxia.

Se lamentaban también de que las chicas son «cada vez menos feministas» y de que «la educación tiene que tener un papel clave» para darle la vuelta a la tortilla. Como se pueden imaginar, consultaron también a dos expertas que decían lo que la cadena quería oír. Una de ellas, que el feminismo «tiene que entrar en el sistema educativo». Como las matemáticas. Creo que es empacho. Hace años me contaron el caso de un centro excursionista en el que, cuando los monitores expresaban su intención de hablar de feminismo, los niños casi salían corriendo. Y tenían de diez a doce años de edad.

Fondo newsletter